Luego de tres décadas de apoyo militar y económico a la dictadura de Mubarak y de enviar billones de dólares anualmente para sostenerlo, las primeras declaraciones de los líderes occidentales ante la caída de Mubarak ha sido vendernos la idea de que fueron sus «principios democráticos liberales» los que han prevalecido intentando capitalizar de la revolución árabe para ahora aparecer como los que en todo momento han apoyado las reformas democráticas en Egipto. Parecieran revolucionarios de la Plaza Tahrir.
Ninguna excusa pública o autocrítica ante el pueblo egipcio por haber apoyado las atrocidades, el despojo de recursos, las torturas, los asesinatos, y la destrucción económica neoliberal que occidente ha ejercido a través de la dictadura de Mubarak. Ahora los lobos se disfrazan de ovejas. Los mismos líderes que hasta hace unos días andaban metiendo miedo con el «Islam político» para justificar el apoyo al dictador Mubarak, hoy aparecen como si fueran anti-Mubarakianos de toda la vida.
Si nos dejamos llevar por sus discursos, pareciera como si en todo momento los imperialistas occidentales hubieran estado apoyando la revolución democrático-popular en Túnez y Egipto. El único líder occidental que sacó la verdadera cara de occidente sin hipocresías ni disimulos en todo este proceso ha sido el liderato sionista a través de Netanyahu quien llamó de manera descarada a apoyar a los dictaduras del Medio Oriente.
No nos confundamos: Netanyahu es la verdadera cara de Occidente en el Medio Oriente. Mientras los líderes occidentales hacen declaraciones con la hipocresía que los caracteriza, trabajan sin descanso tras bastidores para asegurar que las demandas del pueblo egipcio y tunecino queden tronchadas en reformas que no toquen la sustancia de la dominación y explotación neocolonial en la región. En el caso de Egipto, los intereses occidentales/sionistas buscan asegurar la continuación del funcionamiento del Canal de Suez, la exportación de gas y petróleo y el estrangulamiento de los palestinos en Gaza. Para asegurar su control, han dejado como Presidente de Egipto a Suleiman, un agente de la CIA que fue hasta hace unos días ex-Ministro de muerte y torturas de la dictadura de Mubarak, y a los mismos oficiales del ejército de la dictadura que trabajan para los intereses sionistas/imperialistas. El mismo Suleiman dijo apenas unos días antes de la caída de Mubarak que el pueblo egipcio no está listo para la democracia.
Los líderes occidentales le tienen terror a un proceso verdaderamente democrático donde los pueblos ejerzan libremente su derecho a la autodeterminación porque puede conducir a cambiar muchas cosas. Si queremos anticipar lo que será la lucha en Egipto y Túnez en los próximos meses, miremos la experiencia palestina. El triunfo de Hamas en unas elecciones democráticas libres es el ejemplo más cercano que tenemos de la hipocresía del discurso «pro-democrático» de los imperialistas y los sionistas.
Luego de que Hamas ganara limpiamente las elecciones, los sionistas e imperialistas no reconocieron la voluntad del pueblo palestino y les hicieron una guerra genocida con la complicidad de todos los líderes occidentales que hoy salen en los medios hablando de «libertad» y de «principios democráticos» ante la caída de Mubarak. La experiencia palestina está en la memoria no solamente de los pueblos del Medio Oriente sino también de los líderes sionistas e imperialistas.
De ahí que los próximos meses serán decisivos. La lucha será entre los pueblos que buscarán democratizar sus sociedades y tener elecciones verdaderamente libres y los aliados internos de los imperialistas/sionistas que buscarán tronchar el derecho de autodeterminación del pueblo egipcio buscando eliminar u obstaculizar las elecciones libres. Que no quepa dudas que tanto Suleiman como los oficiales corruptos seguirán una de dos vías para obstaculizar la democratización de la sociedad egipcia:
a) la posposición para siempre de elecciones libres
b) tronchar las elecciones decidiendo de antemano quienes son los candidatos y qué partidos podrán participar con plena libertad en el proceso electoral.
Los factores que pueden cambiar la ecuación son los siguientes:
1‑El pueblo-Que la movilización popular no se detenga hasta lograr una democratización radical de la sociedad. La caída de Mubarak sería en este caso el primer paso de otros a dar en los próximos días y meses. ¿Continuará la unidad del pueblo y las movilizaciones populares sin descanso hasta lograr sus objetivos?
2‑El ejército-Que en los próximos meses se intensifiquen las luchas al interior del ejército. Hasta hoy, este es el mismo ejército de la dictadura y sus oficiales han recibido millones de dólares anuales para sus operaciones.¿Habrán cambios o fracciones del ejército que influenciadas por la revolución popular tomen partido con el pueblo?
3‑El efecto contagio- Si luego de la caída de Mubarak, hubieran otras revueltas populares en otros países del Medio Oriente las relaciones de fuerza en todo el Medio Oriente pueden dar un giro fundamental dando respiro y abriendo posibilidades a las movilizaciones revolucionarias en Egipto y Túnez. ¿Se contagiarán otros países en el Medio Oriente de los procesos revolucionarios en Egipto y Tunez?
4‑El frente imperialista- Los imperialista y sionistas conspiran para manipular el proceso, pero existen también conflictos entre ellos. ¿Habrán contradicciones entre los propios imperialistas que puedan ser aprovechadas por los movimientos populares?
Para aquellos que vivimos al interior de los imperios, la situación plantea los siguientes retos:
1‑Apoyar con todas nuestras fuerzas e incondicionalmente los movimientos democrático-populares del Medio Oriente y su voluntad de democratización radical de sus sociedades.
2‑Hacer a nuestros gobiernos responsables por su colaboración con la dictadura de Mubarak y denunciar sus maniobras para destruir y tronchar el éxito y el potencial democratizador del movimiento democrático-popular. La tentación de nuestros gobiernos es posponer la democratización de la sociedad por medio de buscar una salida autoritaria o por medio de la promoción de una democracia teledirigida desde occidente con los tanques y metralletas de sus marionetas neocoloniales.
3‑Denunciar las maniobras islamófobas y racistas con el uso del miedo al Islam político para crear confusión en la opinión pública internacional contra la libertad y democracia en el Medio Oriente. El Islam político en todo el Medio Oriente es hoy una fuerza democrática que sigue el ejemplo del modelo democrático de Erdogan en Turquía. Esa realidad ha sido tergiversada por los medios occidentales y los líderes sionistas/imperialistas para meter miedo en la opinión pública y justificar salidas autoritarias a las revoluciones árabes. Nuestra tarea es denunciar con todas nuestras fuerzas estas mentiras y hablar con la información correcta acerca de estos movimientos.
Por último, en los próximos meses habrán debates y discusiones acerca de la estrategia a seguir al interior de los movimientos democrático-populares en todo el Medio Oriente. Nuestro deber es apoyarlos y evitar la tentación de ponernos a tomar partido públicamente por un sector o por el otro. Dichos debates serán importantes para el futuro del movimiento democrático-popular. Pero nuestra tarea de solidaridad en el primer mundo no consiste en ponernos a dilucidar estos debates en la opinión pública. Nuestra tarea es impedir las maniobras imperialistas/sionistas, hacer a nuestros gobiernos responsables y la solidaridad incondicional con la democratización radical y el derecho a la autodeterminación de los pueblos en el Medio Oriente. Nuestro grito a nuestros gobiernos imperialistas es:
MANOS FUERA DEL MEDIO ORIENTE!
ABAJO LAS DICTADURAS SIONISTAS /IMPERIALISTAS!
APOYEMOS LA DEMOCRATIZACIÓN DE TODO EL MEDIO ORIENTE!
ABAJO LOS COLONIALISTAS SIONISTAS EN PALESTINA!
SI QUIEREN DEMOCRATIZAR, EMPIECEN POR DEMOCRATIZAR SUS PROPIOS PAÍSES SIN INTERFERIR EN EL TERCER MUNDO!
Autor: Rosa L. Blanc – Grupo Decolonial
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