Lo primero que hemos de reconocer es que el imperialismo anglo-americano, mantiene una capacidad importante de acción y de reacción.
Esas voces que se oyen a veces, situándolo en una situación agonizante, son producto o bien de una confusión entre los deseos y la realidad, o simplemente de una absoluta incapacidad para analizar la realidad con un mínimo de objetividad.
Los acontecimientos que están ocurriendo en el Mundo Árabe, con características específicas en cada Estado y que incluso en algún caso tienen circunstancias absolutamente diferenciadas, están demostrando que la lucha de clases ha entrado en una fase de intensificación en esa región del mundo, pero también que el imperialismo anglo-americano tiene capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias y siempre con un claro objetivo, mantener su dominio político, ideológico y militar a nivel mundial.
Intentan aprovechar todas las oportunidades, incluso aquellas que aparentemente y en principio, se les plantean como más adversas. De esa actitud tenemos mucho que aprender.
¿Quiere esto decir que el imperialismo no es vulnerable?. En absoluto, a lo largo de la historia reciente se ha demostrado que se les puede derrotar, pero para ello lo primero es no subestimarlos y lo segundo es hacer las cosas mejor que ellos. Para lo cual se requiere estudio, reflexión, voluntad y coherencia. En síntesis conocimientos, inteligencia y corazón.
El imperialismo tiene a su favor diversos elementos de gran trascendencia: los medios de comunicación internacionales, cuestión de gran importancia. Las estructuras culturales. El poder militar. En resumen la hegemonía informativa, cultural y militar.
Los Pueblos tienen a su favor la gran potencialidad de la justeza de sus demandas, pero para que estas se materialicen los errores deben ser mínimos.
El movimiento popular a diferencia del imperialismo paga muy caros sus errores.
Las amplísimas movilizaciones populares que se suceden en Túnez; Egipto; Yemen … tienen una explicación más que suficiente en las propias condiciones sociales y políticas que se dan en esos Estados: Falta de libertades, ausencia de justicia social. Cada vez mayores desigualdades, incremento de la represión policial, corrupción generalizada. Existencia de una población joven, cuantitativamente muy importante en el conjunto social y con un alto nivel de formación, cuyas expectativas se corresponden cada vez menos con lo que sus regímenes respectivos les ofrecen. Sus reivindicaciones se pueden resumir en estas cuestiones principales:
*Democratización política: Derecho a intervenir y a influir en el devenir de sus sociedades respectivas, es decir tener Poder Real.
*Justicia social: Que haya una distribución de la riqueza colectiva, que no siga adelante el proceso de que una minoría cada vez más exigua se apropie de las riquezas del País, a costa del empobrecimiento progresivo de la mayoría.
*Oportunidades para la gente del común, especialmente para la juventud.
*Castigo para los culpables de la represión de los movimientos populares e inhabilitación para la actividad publica de los corruptos.
Estas cuestiones son las que siguen reclamando mayoritariamente en la plaza de Tahrir del Cairo y parecen ser las mas sentidas en las movilizaciones de Tunez, Yemen, Omán,…
Hasta aquí lo que parece el aspecto común en el origen de las movilizaciones en el Mundo Árabe.
¿Es similar el caso de Libia?
Parece evidente que no. No dudamos de que en Libia haya sectores sociales significativos que deseen mejoras políticas y sociales, seguro que así es.
No dudamos de que el régimen Libio haya cometido errores graves en el pasado reciente y también actualmente.
No dudamos de que haya movilizaciones en la calle que son reprimidas.
Pero todo ello no explica lo fundamental de lo que esta ocurriendo en Libia.
En Libia se esta construyendo un proceso de liquidación insurreccional del régimen actual con una más que evidente implicación exterior, principalmente de la mano del imperialismo anglo-americano con un cierto apoyo de la U.E. así como de otras estructuras del capitalismo internacional.
Ese proceso parece que tenía un plan A, que consistía en echar abajo en pocos días al régimen de Gadafí. Hace una semana algunos comentaristas de la SER como Miguel Angel Aguilar daban un plazo de seis o siete días para que el tema estuviera zanjado, e incluso se permitían la bravuconada de hacer apuestas sobre la cuestión a través de la antena.
Ese plan A, parece que ha fallado y ahora trabajan con un plan B, seguramente con diversas subvariantes entre las que está la de llegar hasta la intervención militar directa, bien por parte de los ejércitos anglo-americanos, de la OTAN o de otros ejércitos, o a través de cualquiera de las posibles variantes.
La guerra mediática en marcha, es una preparación para la intervención militar si tal cosa fuera necesaria.
¿Pero que ocurrirá en el Mundo Árabe si hay una intervención militar occidental directa en Libia?
Gadafi parece no contar con grandes simpatías entre las masas árabes, en las concentraciones de la plaza de Tahrir en el Cairo, en donde el viernes 25 de febrero se volvieron a concentrar centenares de miles de personas y en la que volvieron a acampar de forma permanente el domingo 27 muchos miles, no se veían expresiones de apoyo a Gadafi, pero tampoco tenían éxito los intentos de apoyar su caída.
Entre los diferentes grupos que organizaban actos en la propia plaza, todos tenían una afluencia de miles de personas, el dedicado a exigir la caída de Gadafi no llegaba a los cien asistentes.
Comentando a la gente sobre cual seria la reacción si finalmente había una intervención militar occidental para echar a Gadafi, simplemente contestaban que ello era inadmisible, impensable. »Han de ser los libios y en todo caso los árabes en exclusiva los que han de resolver el problema». Nada de injerencias.
Sabemos que esa era la opinión mayoritaria cuando la invasión de Irak, y que seguramente Sadam Husein y el regimen irakí de aquel entonces gozaba de mayor predicamento que actualmente Gadafi y su régimen, pero el contexto general en el Mundo Árabe es ahora muy diferente; y la intervención por supuesto posible y hasta probable, si otras acciones no son suficientes, tendrá seguramente un coste mucho mayor para sus responsables.
En Egipto, el mayor y mas importante país Árabe, la situación esta aún en una encrucijada, y puede evolucionar en varias direcciones. La policía esta totalmente desaparecida del Cairo, salvo de las aduanas. El ejército está en la calle, los tanques y otros vehículos blindados ocupan los centros estratégicos de la ciudad, incluso la policía militar con la colaboración de voluntarios civiles organizan el tráfico, que más bien podríamos decir que se autoregula.
La Plaza de Tahrir, sigue siendo y así parece que seguirá, el lugar de encuentro y de toma de decisiones del movimiento popular. El gobierno nombrado a la caída de Mubarak es políticamente irrelevante y las decisiones importantes las toma el Consejo Supremo Militar que es la referencia institucional que sigue gozando de un cierto reconocimiento social y sobre todo de poder real. La evolución de las diversas corrientes internas del ejercito tendrá un papel muy significativo en la evolución global de la situación.
La gente exige que se lleven hasta el final las demandas que impulsaron las movilizaciones: democratización y justicia social, haciendo un especial hincapié en el castigo a los culpables de la represión, especialmente de los mas de trescientos muertos, y en la exclusión de la vida pública de los corruptos.
No parece fácil que esas exigencias puedan ser obviadas.
La Plaza de Tahrir es el Parlamento del Pueblo, es el punto simbólico en el que cristaliza el Poder de la movilización popular, de ahí los reiterados intentos, hasta ahora fracasados, de liquidarlo.
Hay que destacar también que progresivamente hay una mayor presencia del movimiento obrero en el proceso.
También parece claro que hay una connivencia de sectores de los servicios de inteligencia y del ejército egipcio en la frontera con Libia para impulsar la operación en marcha de liquidación del régimen de Gadafi. De ello no informan, o solo lo hacen parcialmente, los medios de comunicación incluida Aljazeera.
Nada esta decidido aún. El cómo se cierre este ciclo de la historia del Mundo Árabe y sus repercusiones generales, que serán muy importantes sin duda, aún no esta definitivamente escrito.
La historia fundamental está aún por escribir, será un proceso complejo. La presencia de los Pueblos movilizados, como sujetos de acción, es un factor que hay que tener muy en cuenta, no se puede despreciar en absoluto desde ninguna perspectiva.
La articulación de una estrategia del imperialismo, audaz, para la zona aprovechando lo de »río revuelto…» también es una evidencia.
Los movimientos progresistas en Castilla no podemos tener una mera posición de observadores, hemos de denunciar la intervención imperialista, exigir que los problemas del Mundo Árabe los resuelvan l@s árabes de forma soberana.
La propuesta del presidente Chávez, por cierto casi absolutamente silenciada, de crear una comisión de »países amigos» para encauzar la crisis libia, sirve para poner en evidencia el guerrerismo que el imperialismo está impulsando y marca una línea realista y potencialmente justa para contribuir a resolver los problemas que hay sobre la mesa.
El ciclo abierto en el mundo árabe que como decíamos es la expresión regional de una activación de la lucha de clases a nivel mundial, justo en la orilla sur del Mediterráneo, se puede cerrar de dos maneras, con un avance de los proyectos progresistas y soberanistas o con un avance del imperialismo y del neoliberalismo.
La solución a esa encrucijada en lo que al Mundo Árabe se refiere está en sus propias manos, pero la actitud que se tenga desde los Pueblos del mundo y muy particularmente desde los mas cercanos, especialmente los de la orilla norte del Mediterráneo es muy importante. Denunciar, combatir y contribuir a frenar las pretensiones injerencistas y guerreristas del imperialismo anglo-americano y de sus marionetas mediáticas en el Estado Español, entre las que destaca, también por su estupidez, como nó, el Grupo Prisa, es una tarea internacionalista y democrática absolutamente imprescindible hoy.