El Consejo de Seguridad aprobó por 10 votos a favor y 5 abstenciones, China, Rusia, India, Brasil y Alemania, el documento que tiene como prioridad proteger a toda costa a los civiles (se refiere a los civiles que entregarán el petróleo en bandeja de plata a Occidente), e incluye una zona de exclusión aérea.
La resolución excluye la presencia de “cualquier fuerza de ocupación extranjera de cualquier tipo, en cualquier parte del territorio libio”. Ojo, habla de ocupación, lo que en principio no descartaría una intervención militar terrestre, la cual dependerá de cómo esté la situación tras unos días de ataques e, incluso, de la capacidad que puedan tener para desplegarse de manera masiva sobre el terreno, si consideramos que confrontan enormes problemas en Afganistán. Ese punto es un tanto ambiguo y puede ser objeto de controversias derivadas de su interpretación.
A vuelapluma mis primeras impresiones:
No esperaba que se fuera a producir un veto contra la resolución. Hay muchos intereses en juego.
El Consejo muestra una profunda división, consecuencia de rencillas y contradicciones que hemos recogido en varias ocasiones.
EEUU parece optar por la estrategia de desestabilización prolongada para que nadie se posicione mejor que ellos; por tanto se queda en un discreto segundo plano, y manda por delante a su socio inglés de siempre y al paranoico Sarkozy.
Estas guerras se sabe como empiezan pero nadie puede adivinar como terminan. Libia es enorme y en el país coexisten centenares de tribus la mayoría de ellas rabiosamente anticolonialistas. Si Occidente invade Libia no creo que llegue hasta el sur más profundo; por tanto puede meterse en un avispero en forma de guerra de guerrillas.
Vamos a ser espectadores de dos situaciones objetivas y una paradoja:
Primera: Ahora es cuando realmente el pueblo libio va a ser masacrado mediante bombardeos (ya saben: “daños colaterales) pero no de la mano de la “dictadura” de Gadafi, sino de la “democracia” occidental.
Segunda: Los crímenes, que sin duda se producirán contra la mayoría del pueblo libio, serán compartidos por una minoría de traidores comprados por el imperialismo, a quienes la vida de sus hermanos les trae sin cuidado.
La paradoja: Aquellas “izquierdas” que se manifestaron ante la embajada Libia en Madrid protestando contra el legítimo Gobierno libio, harán lo propio contra la intervención imperialista que, consciente o inconscientemente, han jaleado.Como antiimperialistas no tenemos nada de qué hablar con una supuesta izquierda que facilita el camino al fascismo necolonial.
Finalmente, emplazo a los pueblos libres del mundo a rearmarse. El lenguaje de la fuerza es el único válido que entienden esos criminales. Obviando el uso del arma nuclear, la supremacía occidental estriba, en estos momentos, en su poder aéreo. Que los pueblos tomen las medidas necesarias para contrarrestarlo. El imperialismo es cobarde. Reculará cuando sus pérdidas aéreas sean considerables.