Ando­ni Ake­so­lo, un caso que aver­güen­za – Mikel Arizaleta

El hecho denunciado:

Cua­tro enca­pu­cha­dos, que se iden­ti­fi­ca­ron como guar­dias civi­les, retu­vie­ron a un joven de Igo­rre, Ando­ni Ake­so­lo, para pedir­le cola­bo­ra­ción poli­cial y labo­res de chi­va­teo, le mos­tra­ron una pis­to­la y le entre­ga­ron una bala a modo de adver­ten­cia y ame­na­za. El secues­tro, la ame­na­za y el mal­tra­to se ha repar­ti­do por tres veces en dis­tin­tas fechas y tam­bién tres han sido las denun­cias ante el juz­ga­do inter­pues­tas por el joven, que siem­pre ha ter­mi­na­do archi­van­do el caso sin siquie­ra entre­vis­tar­se o inte­re­sar­se por el secues­tra­do.

Ante tama­ña injus­ti­cia, denun­cié per­so­nal­men­te el archi­vo del caso ante el Juz­ga­do de Guar­dia y soli­ci­té se abrie­se expe­dien­te con­tra la jue­za corres­pon­dien­te. El caso lle­gó al Tri­bu­nal Supe­rior del País Vas­co, el com­pe­ten­te a jui­cio de La Fis­ca­lía, quien denie­ga mi peti­ción, por lo que pre­sen­to ante el mis­mo una refle­xión de ciu­da­dano indig­na­do y quejoso:

Tri­bu­nal Supe­rior de Jus­ti­cia del País Vasco

Sala de lo Civil y Penal

Ref. Rollo de Sala 511

N.I.G/Izo 48.04.1 – 10060426

Auto: pre­si­den­te D. Juan Luis Iba­rra Robles

Magis­tra­dos: D. Fer­nan­do Luis Ruiz Piñei­ro, D. Anto­nio Gar­cía Martínez

Bil­bo, 31 de mar­zo del 2011

Miguel Car­los Ari­za­le­ta Bar­be­ría pre­sen­ta ante este Tri­bu­nal de Jus­ti­cia la siguien­te con­si­de­ra­ción ante su comu­ni­ca­ción por car­ta certificada:

Seño­res Jue­ces: Un salu­do de pri­ma­ve­ra y sol.

Con fecha 30 de mar­zo reci­bo, (agra­de­ci­do por la res­pues­ta), el acuer­do de sala, en el que se me comu­ni­ca “en vir­tud de los razo­na­mien­tos expues­tos… no haber lugar a admi­tir a trá­mi­te la denun­cia for­mu­la­da por Mikel Ari­za­le­ta con­tra la juez del juz­ga­do de Ins­truc­ción nº 3 de Duran­go, Dª María Tere­sa Tri­ni­dad San­tos, por no reves­tir la pre­cep­ti­va for­ma de querella”.

Expo­si­ción del hecho

1.-La denun­cia por el hecho gra­ve, cau­sa­do reite­ra­da­men­te pre­sun­ta­men­te por fun­cio­na­rios esta­ta­les, se pre­sen­ta ante el Juz­ga­do de Ins­truc­ción nº 5 de Bil­bao, que es quien acu­sa reci­bo del mis­mo. Inter­vie­ne el Minis­te­rio Fis­cal, quien soli­ci­ta que no se admi­ta la denun­cia y no se incoe pro­ce­di­mien­to con­tra la jue­za denun­cia­da por no haber que­re­lla del per­ju­di­ca­do ni, tam­po­co, acción popu­lar y, ade­más, el com­pe­ten­te para el caso sería el Tri­bu­nal Supe­rior, del que reci­bo el acuer­do denegatorio.

Refle­xión

1.- Pues muy bien. Pero el hecho gra­ve de vio­la­ción sigue, y sigue intac­to tras su res­pues­ta, y éste es que: Repe­ti­da­men­te el joven Ando­ni Ake­so­lo (Aque­so­lo) Zua­zo vie­ne denun­cian­do ante la pren­sa y el juz­ga­do el aco­so para­po­li­cial, que vie­ne sufrien­do con reite­ra­ción estos años. Lo denun­ció el 23 de octu­bre de 2009 ante la pren­sa y el juz­ga­do, y lo vol­vió a denun­ciar en mayo y diciem­bre de 2010.

2.- Y la res­pues­ta judi­cial antes y aho­ra ha sido: archi­vo, pero no el escla­re­ci­mien­to del hecho ni tras la inter­ven­ción de la fis­ca­lía, ni tras la inter­ven­ción judi­cial. Por­que, deján­do­se de for­ma­li­da­des jurí­di­cas muy impor­tan­tes, no se debe olvi­dar que el meo­llo jurí­di­co del tema es que los dere­chos fun­da­men­ta­les de una per­so­na están sien­do gra­ve­men­te lesio­na­dos por pre­sun­ta­men­te fun­cio­na­rios esta­ta­les. Y ante la peti­ción de auxi­lio Fis­ca­lía y Magis­tra­tu­ra judi­cial espar­cen tin­ta de cala­mar ante la recla­ma­ción de un ciu­da­dano, que ve dene­ga­ción de auxi­lio, “en vir­tud de razo­na­mien­tos expues­tos”, ante una gra­ve vul­ne­ra­ción obje­ti­va. ¿Por qué no actúan de ofi­cio? ¿Aca­so no ven vul­ne­ra­ción gra­ve de dere­chos en este caso? ¿A qué espe­ran, a que aca­so den­tro de cier­to tiem­po pre­sen­te de nue­vo una nue­va denun­cia por­que de nue­vo ha sido secues­tra­do? ¿Con­si­de­ran un jue­go de for­ma­li­da­des para no hin­car el dien­te a un tema gra­ve y repe­ti­do de vul­ne­ra­ción de dere­chos? ¿Es eso lo que cabe espe­rar en nues­tros días de la Fis­ca­lía y el apa­ra­to judi­cial ante una gra­ve denun­cia de mal­tra­to, escu­dar­se en que el mal­tra­ta­do no ha pre­sen­ta­do que­re­lla? ¿Aca­so no bas­ta con las tres denun­cias ante­rio­res? ¿Cómo se archi­va el caso sin ni siquie­ra citar o inte­re­sar­se por el mal­tra­ta­do? ¿Aca­so se han intere­sa­do uste­des, le han pre­gun­ta­do a la jue­za por su pro­ce­der, han lla­ma­do o con­vo­ca­do al injuriado?

3.- Y no es una apre­cia­ción indi­vi­dual, ni tam­po­co “pro­duc­to de un repen­tino impul­so ante el resul­ta­do adver­so de la pre­ten­sión que hubie­ra cau­sa­do” (razo­na­mien­to jurí­di­co segun­do), el 20.10 2010 en Bil­bao alre­de­dor de 70 abo­ga­dos de Eus­kal Herria, Esta­do espa­ñol, Argen­ti­na e Ita­lia sus­cri­bie­ron un mani­fies­to en el que lla­ma­ban a secun­dar la mar­cha que el 8 de enero reco­rrió Bil­bo bajo el lema «Eus­kal pre­soak Eus­kal Herri­ra esku­bi­de guz­tie­kin. Egin deza­gun urratsa».

En la com­pa­re­cen­cia ofre­ci­da en Bil­bo, Bea Ilar­dia y Jokin Ela­rre des­ta­ca­ban que les «due­le el cora­zón al com­pro­bar cómo las pre­sas y los pre­sos polí­ti­cos vas­cos sufren una con­cul­ca­ción de dere­chos cons­tan­te», y han recor­da­do que tan­to la socie­dad vas­ca como mul­ti­tud de orga­nis­mos inter­na­cio­na­les han recha­za­do «una y otra vez una polí­ti­ca peni­ten­cia­ria que tie­ne la cruel­dad como base» y que tie­ne como obje­ti­vo «des­truir» a los pri­sio­ne­ros vas­cos «para así gol­pear de lleno a toda la socie­dad vasca».

Los letra­dos con­si­de­ran «tre­men­da­men­te gra­ve que se cons­tru­yan leyes ad hoc para vul­ne­rar los dere­chos de las y los pre­sos polí­ti­cos vas­cos» o que «se esta­blez­ca un sis­te­ma peni­ten­cia­rio don­de las res­tric­cio­nes de dere­chos son cons­tan­tes, entre ellos el dere­cho a la defen­sa». En nues­tro pue­blo se vul­ne­ran dere­chos señor ponen­te Juan Luis Iba­rra Robles y sus víc­ti­mas, como en este caso, no se sien­ten ampa­ra­das ni por la Fis­ca­lía ni por la Jus­ti­cia. Y eso es muy gra­ve, se lo dice y recuer­da un ciu­da­dano al Pre­si­den­te del Tri­bu­nal Supe­rior de Jus­ti­cia del País Vasco

4.- Ten­go sobre mi mesa los 12 tomos en los que se reco­ge el pro­to­co­lo del Tri­bu­nal Mili­tar Inter­na­cio­nal de Nurem­berg (Der Nürn­ber­ger Pro­zess gegen die Haupt­krie­ger­ver­bre­cher vom 14. Novem­ber 1945 – 1. Okto­ber 19469) y el grue­so tomo de Eus­kal memo­ria Fun­da­zioa “No les bas­tó Ger­ni­ka. Eus­kal Herria 1960−2010”. Y, como ciu­da­dano, los dos me pro­du­cen ver­güen­za y son­ro­jo, no sé si pare­ci­da, pero sí ver­güen­za y son­ro­jo. El pri­me­ro por­que fue un jui­cio de los ven­ce­do­res sobre los ven­ci­dos, no un jui­cio con­tra los cri­mi­na­les de una gue­rra. Y ese pre­ce­den­te se ha ido repi­tien­do a tra­vés de los tiem­pos. La jus­ti­cia en sus sen­ten­cias ha ido con­de­nan­do los crí­me­nes de los ven­ci­dos, no los de los ven­ce­do­res, que nor­mal­men­te son mayo­res. Y el segun­do por la impu­ni­dad que las actua­cio­nes cri­mi­na­les de las ins­ti­tu­cio­nes, fun­cio­na­rios y apa­ra­tos del Esta­do espa­ñol vie­nen actuan­do en Eus­kal Herria: ante sus ase­si­na­tos, vio­la­cio­nes, mal­tra­tos… El silen­cio, tam­bién de la Fis­ca­lía y Magis­tra­tu­ra, es ate­rra­dor. A mi modo de ver tras­pa­sa la lin­de del silen­cio y la cobar­día y se aden­tra en el pan­ta­no­so y opa­co ámbi­to de la cola­bo­ra­ción. Se esti­ma que pudie­ran ron­dar en los últi­mos 50 años los 10.000 torturados/​as, hecho inex­pli­ca­ble con una Fis­ca­lía y unos Tri­bu­na­les aman­tes de la Jus­ti­cia y defen­so­res de la dig­ni­dad de los ciudadanos.

5.- Y esa lar­ga his­to­ria de impu­ni­dad expli­ca tam­bién el hecho aquí denun­cia­do y el archi­vo judi­cial del mis­mo. Y expli­ca, son­ro­ja y aver­güen­za la narra­ción de Bea­triz Etxe­ba­rria, que rela­ta en pri­me­ra per­so­na el momen­to de su deten­ción, el via­je de tras­la­do a Madrid y los cin­co días de inco­mu­ni­ca­ción. Y el gran silen­cio de Fis­ca­lía y Jueces.

Sobre las 4:00 de la maña­na del 1 de mar­zo de 2011 revien­tan la puer­ta. Me aga­rran del pelo y me lle­van en volan­das al salón. Estoy en suje­ta­dor y no me dejan poner­me ropa duran­te el regis­tro. En el salón me redu­cen con vio­len­cia y en el sofá me inten­tan poner las espo­sas. Se enfa­dan por­que me que­dan peque­ñas. Me dicen mien­tras sigo sen­ta­da en el sofá: «Ya verás qué cin­co días vas a pasar».

Me mareé un poco duran­te el regis­tro del tras­te­ro. Me aga­rran muy fuer­te del bra­zo, me dejan mar­cas. Me ponen espo­sas de cuer­da y me las van apre­tan­do cada vez más.
Al salir de casa me ame­na­zan: que no mire ni hable con mi pare­ja. Me lle­van don­de esta­ba el coche y me prohí­ben mirar el registro.

Me lle­van al foren­se de Bil­bo: me miran bien, ten­go mar­cas en las muñe­cas de las espo­sas, tenía las venas hin­cha­das, y algún ras­po­na­zo. Los bra­zos rojos, por la for­ma de aga­rrar­me, y agarrotados.

Me mon­tan en el Patrol. Me obli­ga­ban a cerrar los ojos y me los tapan ellos mis­mos con la mano. Escu­cho cómo hablan de encon­trar­se con otro coche.

Paran. Un guar­dia civil, que se hacía lla­mar el Comi­sa­rio, vie­ne a bus­car­me y cam­bia­mos de coche. El de aho­ra no es un Patrol, es un coche nor­mal por el espa­cio y la altu­ra al entrar. El Comi­sa­rio empie­za a gri­tar­me al oído y a ame­na­zar­me: «Soy mili­tar y estoy entre­na­do para matar». Me dice que ten­go dos opcio­nes: hablar des­de el prin­ci­pio, o no. Noto cómo sacan una bol­sa y me la ponen enci­ma de las manos Duran­te el via­je a Madrid me dan gol­pes y colle­jas en la cabe­za, y cons­tan­tes ame­na­zas. Me dicen que va a parar el coche y «te voy a poner en pelo­tas, te tiro a la nie­ve y te voy a abrir en canal». El Comi­sa­rio se qui­ta la cha­que­ta y empie­za a res­tre­gar­se con­tra mi cuer­po. El otro poli­cía que esta­ba a su lado «apa­ci­gua» a El Comi­sa­rio pero tam­bién me ame­na­za. Me hacen «la bol­sa» dos veces de camino a Madrid.

En la comi­sa­ría había dife­ren­tes habi­ta­cio­nes: en una escu­cha­ba los gri­tos del res­to de dete­ni­dos y había otra que esta­ba más aba­jo que me daba la sen­sa­ción de que esta­ba ais­la­da, y ahí el tra­to era toda­vía peor. A la pri­me­ra la lla­ma­ré la «habi­ta­ción dura» y a la otra «la muy dura».

Siguen las ame­na­zas y El Comi­sa­rio me mete a una cel­da y me dice que pien­se bien qué voy a hacer. Me sacan de la cel­da y me lle­van al forense.
Son sobre las 20.30 del mar­tes. Le rela­to que estoy sien­do tor­tu­ra­da. Me vuel­ven a lle­var a la celda.

Me lle­van a la «habi­ta­ción dura». Allí oía gri­tos del res­to de detenidos/​as. Me sien­tan en una silla y me mojan las manos, mien­tras escu­cho rui­dos de algo que pare­cen elec­tro­dos. Cuan­do esta­ba en la cel­da tam­bién escu­cha­ba esos mis­mos rui­dos. Me dicen que ten­go que hablar y me empie­zan a qui­tar la ropa has­ta dejar­me total­men­te des­nu­da. Estan­do des­nu­da me echan agua fría por enci­ma. Me vuel­ven a poner la bol­sa has­ta tres veces segui­das. Me ame­na­zan con hacer­me la bañe­ra. Estan­do des­nu­da, me ponen a cua­tro patas enci­ma de una espe­cie de tabu­re­te. Me dan vase­li­na en el ano y en la vagi­na y me meten un poco un obje­to. Sigo des­nu­da y me envuel­ven en una man­ta y me dan gol­pes. Me aga­rran, me zaran­dean y me levan­tan del suelo.

Me vuel­ven a lle­var a la cel­da has­ta la maña­na del miér­co­les, cuan­do vuel­vo a visi­tar al foren­se. Le cuen­to algo sobre el tra­to al que esta­ba sien­do some­ti­da y su acti­tud fue mala.

Vuel­vo a la cel­da y allí tra­to de «des­can­sar» un poco. Des­pués de pasar un rato, vie­ne El Comi­sa­rio y me lle­va a la sala «muy dura». Allí me vuel­ve a des­nu­dar. Me esti­ra del pelo, me da gol­pes en la cabe­za y me gri­ta al oído que es mili­tar y que está entre­na­do para matar y que «te voy a des­tro­zar toda por den­tro para que no pue­das tener peque­ños etarras».

Me vuel­ven a lle­var a la cel­da y des­pués de estar allí, al foren­se. No le cuen­to nada, al ver cuál había sido su acti­tud en la últi­ma visi­ta en la que cues­tio­na­ba el rela­to de tor­tu­ras que le había hecho.

En los inte­rro­ga­to­rios siem­pre había mucha gen­te. Una vez con­té has­ta sie­te voces dife­ren­tes. Me ame­na­zan cons­tan­te­men­te con mi pare­ja (al que escu­cho cómo está sien­do tor­tu­ra­do). Tam­bién me ame­na­zan con dete­ner a mi her­mano. Me dicen que como no haya tra­to no sólo van a dete­ner a mis padres, sino que tam­bién van a lle­var a mi abue­la «en bra­gas y que se la iba a follar».

El ante­úl­ti­mo día El Comi­sa­rio me vuel­ve a des­nu­dar. Tira una man­ta al sue­lo, gri­ta y me dicen que me van a vio­lar, otra vez. Me da la impre­sión de que él se empie­za a qui­tar la ropa, escu­cho cómo se qui­ta el cin­tu­rón. Enton­ces, al que lla­ma­ban Gar­men­dia inten­ta tran­qui­li­zar­le, lo saca de la sala en la que esta­ban y escu­cho cómo hablan. Gar­men­dia entra otra vez en la habi­ta­ción y me dice que le pro­me­ta que voy a declarar.
El últi­mo día tuve has­ta seis inte­rro­ga­to­rios. La segun­da decla­ra­ción poli­cial la hago el sába­do a las 5:40. Des­pués no me vuel­ven a des­nu­dar y la agre­si­vi­dad era menor, inclu­so lle­ga­ron a decir­me si que­ría ver a Iñigo.

Las ame­na­zas no cesa­ron has­ta lle­gar a la Audien­cia Nacio­nal. En el fur­gón, El comi­sa­rio, que esta­ba sen­ta­do a mi lado, me dijo que tenía que rati­fi­car delan­te del juez la declaración.

Duran­te todo el perio­do de inco­mu­ni­ca­ción, sal­vo cuan­do iba don­de el foren­se, estu­ve con los ojos tapa­dos con dife­ren­tes anti­fa­ces. Había alguno de látex que tenía una espe­cie de pol­vo que ellos decían que si abría los ojos me iba a que­dar cie­ga. Yo sí nota­ba que cuan­do me lo qui­ta­ban (para ir al foren­se) me pica­ban los ojos duran­te un rato. Cuan­do esta­ba con El Comi­sa­rio me ponían otro anti­faz que era como de terciopelo.

Duran­te la inco­mu­ni­ca­ción estu­ve sobre todo con tres poli­cías (El Comi­sa­rio, El Ins­pec­tor y Gar­men­dia, que era menos sal­va­je), aun­que duran­te los inte­rro­ga­to­rios solía haber mucha gen­te siem­pre en la habitación.

Ante el juez negué la decla­ra­ción poli­cial y denun­cié haber sido torturada.

La así tor­tu­ra­da ter­mi­nó en la cár­cel y los tor­tu­ra­do­res siguen sin­tién­do­se impu­nes, into­ca­bles fun­cio­na­rios del Esta­do, y quién sabe si has­ta qui­zá lau­rea­dos y pro­mo­cio­na­dos. Lo cier­to es que la his­to­ria ava­la tales pensamientos.

6.- ¿Qué me cabe espe­rar tras esta refle­xión mía y este dic­ta­men de Uste­des? El tiem­po lo dirá. Sólo espe­ro que no haya más vio­la­cio­nes de este tipo por pre­sun­tos fun­cio­na­rios del Esta­do y que Fis­ca­lía y Jus­ti­cia inda­guen, juz­guen y se tomen en serio vio­la­cio­nes de dere­chos seme­jan­tes. Des­pués y todo, aun­que la his­to­ria demues­tre lo con­tra­rio, uno tie­ne dere­cho a soñar en tri­bu­na­les de Jus­ti­cia, que defien­dan los dere­chos de las per­so­nas. Es lo que deseo.

Un salu­do.

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