Era evidente. Que la lucha armada practicada por la organización ETA no es el “problema” del Estado español, ya lo sabíamos desde hacía mucho tiempo. Desde los albores de la Reforma, los aparatos ideológicos del Estado, se han empeñado en instaurar la falsa idea de que en “democracia” y sin violencia, todos los proyectos políticos pueden ser defendidos, incluidos la independencia de Euskal Herria y el socialismo. Y lo triste es que hubo demasiados que hasta se lo creyeron.
Pero el posicionamiento del Estado español frente a SORTU, deja bien a las claras que la lucha armada no es el problema. Ya no vale con rechazar la lucha armada como medio para conseguir objetivos políticos porque, en realidad, el problema y la obsesión del Estado español es la existencia de un Bloque de fuerzas políticas y sociales de izquierdas y abertzale, que no ha podido ser doblegada a pesar de la intensa ofensiva ideológica, política y represiva, desarrollada en estas décadas.
Cuando en 2000, la Izquierda Abertzale cosecha en Euskal Herria 220.000 votos en las elecciones municipales, en pleno proceso de Lizarra-Garazi, el Estado español y sus apéndices vasco-navarros, fueron conscientes del peligro que entrañaba una Izquierda Abertzale con un proyecto de construcción nacional y social alternativo. En unos pocos años, el Estado español y el nacionalismo reaccionario representado por el PNV, desarrollan una estrategia de recrudecimiento de la ofensiva represiva y de cerco político e ideológico sobre la Izquierda Abertzale. Ilegalizaciones, más represión, criminalización de las ideas… pero sucede algo que quizás no tenían previsto: La Izquierda Abertzale resiste… y no satisfecha con resistir, retoma la iniciativa política, y así surge ZUTIK EUSKAL HERRIA. Como estrategia de resolución del conflicto y de construcción nacional, con una nueva política de alianzas y de acumulación de fuerzas de Izquierdas y abertzales, que rompe con cualquier estrategia anterior de alianza con el nacionalismo reaccionario representado por el PNV.
La Izquierda Abertzale, junto con Eusko Alkartasuna, Alternatiba, y otras organizaciones progresistas y abertzales de Euskal Herria, se encuentran en condiciones de forzar un vuelco en el sistema de correlaciones de fuerzas existente hasta la fecha. No sólo eso, si desde las instituciones municipales, se es capaz de articular una dinámica de movilización, participación y reforzamiento del Movimiento Popular, el potencial de transformación social en Euskal Herria, puede alcanzar niveles que nunca hubiéramos podido imaginar.
La democracia y la autodeterminación son posibles, el socialismo es necesario, Euskal Herria se encuentra ante una encrucijada… uno de esos momentos históricos en los que los pueblos deben estar a la altura de las circunstancias.