Espero que esta distinción desaparezca al menos del vocabulario y del diccionario del movimiento occidental de solidaridad con Palestina (donde todavía se puede escuchar lealtad al campo de la paz israelí, a la Autoridad Palestina y al señor invisible de la realpolitik). Que esta distinción es falsa se ha demostrado una vez más esta semana (el 20 de marzo de 2011) al aprobarse otra ley del apartheid en Israel. Esta nueva ley permite a los asentamientos judíos construidos en tierras del Estado del interior de Israel que no admitan a ciudadanos palestinos de Israel como residentes, y legaliza el deseo de estos nuevos colonos de no vender tierras a los ciudadanos palestinos del interior del Estado. Es una de las muchas leyes aprobadas recientemente (la Ley de juramento de lealtad, que convierte a los palestinos de Israel en ciudadanos de segunda clase por ley, y otra que no les permite vivir con sus cónyuges palestinos de los territorios ocupados, son dos de las más famosas leyes del apartheid aprobadas recientemente). La nueva ley, como las anteriores, institucionaliza el Estado del Apartheid de Israel o, para abreviar, ASOI, [Apartheid State of Israel, en inglés].
ASOI es en la actualidad uno de los peores regímenes de apartheid del mundo. Controla casi toda Palestina (aparte de Gaza, que ha encarcelado herméticamente desde 2005). Tiene, en términos absolutos, el mayor número de presos políticos (los informes indican que China tiene menos de mil, Irán unos escasos miles); Israel tiene cerca de 10 mil. Tiene mayor número de leyes y regulaciones de apartheid que cualquier otro país del mundo y, aparte de los regímenes árabes que ahora están colapsando y de Estados parias como Miramar y Corea del Norte, tiene la mayor imposición de leyes y reglamentos de emergencia mediante las que se roba a los ciudadanos la mayoría de derechos humanos y civiles básicos. Su política contra la discriminada población nativa, que en la actualidad representa casi la mitad de la población de ASOI, incluye atrocidades tales como restringir a la gente el uso de las fuentes de agua, el cultivo de sus campos, la construcción de más casas, el llegar al trabajo, las escuelas o universidades y las prohibiciones de conmemorar su historia, en particular, al-Nakba de 1948.
ASOI está protegido por filósofos de la izquierda en su mayoría judíos, aunque no solo, en Estados Unidos y Occidente, así como de los nuevos miembros de la Unión Europea, cuyo deplorable historial durante el holocausto puede explicar su apoyo incondicional a ASOI. Cuenta con el apoyo incondicional de muchas comunidades judías del mundo, de los cristianos sionistas y de las corporaciones que se benefician de la tendencia de la élite militar de ASOI a utilizar armas letales a voluntad así como del progresista sistema estatal bancario y de su alta tecnología del conocimiento.
ASOI podría convertirse en la República Libre de Israel y Palestina (FRISP, en sus siglas en inglés) o cualquier otro nombre similar, donde la gente disfrutara de los mismos derechos por los que ahora lucha todo el mundo árabe y que Occidente dice difundir y proteger en todas partes. Si ASOI no se convierte en FRISP, cualquier acción como la adoptada ahora por Occidente en Libia se considerará con razón sospechosa, cínica y deshonesta.
La unión ha perdido atractivo porque Saddam Hussein la utilizó mal en 1991. Pero ahora es el momento de revivirla. Es hora de darse cuenta de que no habrá un nuevo Oriente Próximo —de hecho, no habrá paz en el mundo— si ASOI sigue gozando de inmunidad y no se le pone freno, se le para y —es de esperar que un día— se remplaza por una FRISP democrática.
Fuente: http://www.counterpunch.org/pappe03222011.html