Boltxe Kolektiboa
Editorial
Cincuenta y tres años de combate entre la organización armada ETA y el estado español han servido para que la sociedad vasca se haya especializado en la lectura entre líneas de las notas oficiales, estas mienten siempre por sistema, pero el factor que más ha pesado en el decrédito del estado es el conocimiento directo de las personas que han denunciado haber sido torturadas, muy conocidas frecuentemente por parte de la población vasca. Decenas de miles de visitas a las cárceles realizadas por decenas de miles de amigas y amigos de los presos políticos vascos durante décadas no permiten ocultar la realidad que los media del régimen intentan infructuosamente esconder.
No, no pueden esconder la realidad en manera alguna. Les persigue la memoria de Lasa, Zabala, Yancy, Anuck, Arregi, Zabaltza y tantos y tantos. Los relatos de las mujeres y hombres detenidos revelan que en numerosas ocasiones los interrogatorios policiales en las dependencias de los dinstintos cuerpos que se extienden por Euskal Herria son la rememoración de las sesiones medievales de tormento propios de la inquisición.
Se equivocan quienes crean que el terror del estado frena la lucha de este pueblo hacia su libertad, entendida como su independencia. Cuanto mayor sea la represión más razones existen para desconectar de la oligarquia española. Cada persona torturada son más razones para reivindicar la libertad con justicia, los últimos relatos que las víctimas han hecho públicos simplemente, repugnan a cuaquier persona civilizada,; por más que el PNV haya abrazado la causa del silencio encubridor este país tiene medios sobrados para que la verdad de estas aberraciones sea conocida y traspase nuestras fronteras.