El imperio por algo es imperio, de otra manera no podría sostenerse en el poder del mundo, como imperio que es hace uso de las oportunidades que se le presentan o que el mismo imperio fabrica.
Supo recuperarse rápidamente de la sorpresa tunecina y la posterior “revolución” egipcia, donde se advirtió acerca del “que todo cambie, para que nada cambie”, y eso es lo que sucedió al tomar el ejército egipcio el poder, en el que podemos vislumbrar una continuación de la dominación norteamericana como fue con el dictador Mubarak.
Lo que sucede en Yemen poco importa, Yemen no tiene petróleo y no hay chance de peligro para Arabia Saudita, reino evidente súbdito de EE.UU.
Lo de Bahrein es diferente, con una población musulmana de distinta escuela de pensamiento y mayoría respecto de la monarquía gobernante, muchos de ellos de origen persa y sumado a la ubicación estratégica en el Golfo Pérsico, una revolución exitosa significa para el imperio perder el asiento para su 5ta flota, y la posibilidad de un contagio peligroso para la monarquía de los Saud. Por lo tanto no extraña la invasión saudí en Bahrein con el aval de Norteamérica para impedir la derrota del régimen bahreiní.
Libia, con el régimen de Khadafi, si bien con una problemática parecida, pero no menos complaciente con el imperialismo inglés y norteamericano a partir de la “solución” al incidente de Lockerbie, es el punto de inflexión en estas revoluciones “seriales”. El imperio global ha provisto de armamento y según las malas lenguas de aviones de guerra con pilotos “all inclusive” a Khadafi para aplastar al pueblo y la revolución, pero para cuidar las formas – y las inversiones de las compañías británicas en petróleo- el Consejo de “Seguridad” de las Naciones Unidas decide emprender acciones bélicas para “proteger” al pueblo libio de la masacre que el mimado dictador le esta destinando- pero eso es mentira, lo que están protegiendo es el petróleo que Libia posee- una vez hecho el trabajo sucio por parte de Khadafi, dejan de mimar al dictador para ir por todo como hicieron con Saddam Hussein, protegido y armado para imponerle la guerra contra la República Islámica de Irán y frenar la Revolución Islámica. Rápido actúa el imperio cuando su olfato asesino huele el petróleo fácil.
¿Acaso el pueblo yemení no debe ser protegido de la misma manera? ¿Y el pueblo bahreiní?, ¿Y que debemos decir del pueblo palestino, que viene siendo asesinado permanentemente por el terrorismo del Estado de Israel? Por no decir la inacción del Consejo de Seguridad de la ONU ante todos los incumplimientos de Israel de las resoluciones de las Naciones Unidas en su contra, ante el muro de apartheid, ante los asesinatos selectivos, la tortura y el terror en el que sumerge a la región gracias a su arsenal atómico nunca dejado revisar por la Agencia Internacional de Energía Atómica.
Es hora de desnudar las contradicciones o mejor dicho la hipocresía de este imperio maldito, siempre dispuesto a consumir la sangre de los árabes y musulmanes.
¿Que tienen en común estos países que hemos nombrado? Que todos ellos están sometidos y expoliados por el imperio, algunos voluntariamente y otros por coacción. Algunos de ellos han firmado una pax americana con el Estado de Israel, otros tienen una enemistad discursiva con el estado sionista, y ninguno de ellos mueve un pelo para ayudar a la liberación del pueblo palestino y la Palestina toda.
Siria no es lo mismo, Siria es el único país árabe que ha mantenido su postura frente al invasor israelí, Siria es uno de los pilares en la región ante el voraz imperio y su plan del “Nuevo Medio Oriente”. Siria es el soporte ideológico y político de la causa árabe. Siria es el estandarte de los árabes.
El Sr. Presidente Dr. Bashar al Assad ha llevado a Siria al progreso, tiene plena coincidencia de pensamiento con su pueblo y cuenta con el apoyo de su pueblo, de todo su pueblo, salvo de unos pocos –que nunca faltan- dispuestos a la provocación mediante actos de terrorismo y alentados por el mismo protagonista: El imperio.
En este caso, el objetivo del derrocamiento del gobierno sirio está motivado para allanar el camino al Estado de Israel, quebrando el eje Damasco – Resistencia Libanesa, los obstáculos más firmes que tiene el estado sionista en su proyecto del “Eretz Israel, del Nilo al Eúfrates”. Ya dieron el primer paso en esa dirección con el asesinato de Rafik Hariri –ex primer ministro de Líbano- en 2005, por el cuál acusaron a Siria, y que resultó en el retiro del ejército sirio de Líbano, que actuaba como elemento disuasorio ante el intento de otra invasión israelí, que finalmente se produjo al año siguiente en 2006 dejando más de 1200 civiles libaneses asesinados por el ejército y la aviación israelí. Ahora van por más.
La propaganda mediática está funcionando a toda máquina para introducir en el pensamiento de la gente de este lado del mundo, lo “malo” que es el gobierno sirio, la “salvaje represión” y todo un gran paquete de mentiras premeditadas a fin de “concientizar” lo que quizás en un futuro cercano sea otra invasión de los “aliados” para el mal de los pueblos árabes.
El mundo árabe, no es homogéneo, en el hay “hijos y entenados”, pero los pueblos no son responsables de la sumisión de sus gobernantes al imperio que se arroga la representación de occidente.
Los pueblos árabes sufren del mismo modo lo que sufre el pueblo latinoamericano, desea lo mismo que ha logrado Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Brasil y la Argentina, ser independientes y libres de toda injerencia extranjera y más si esta viene de la mano de los “conocidos de siempre” Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, etc. los declamadores del “Nuevo Orden Mundial”.
Autor: Galeb Moussa ( Presidente de Fearab ).