Estos últimos días hemos asistido a un llamado congreso internacional ‑organizado por el Ejecutivo foral- con poco de congresual y mucho de conferencias impartidas por ponentes afines a muy determinada tendencia. El título camuflador ha sido «1512, conquista e incorporación de Navarra a la monarquía de España. Proceso de integración en Europa».
A lo que fue anunciado como congreso le han faltado las intervenciones necesarias para tratar el tema, no de forma parcial y unilateral sino plural y omnicomprensiva de las diferentes corrientes historiográficas, al no dar cabida a la mayoría de las plurales tesis sostenidas en la actualidad sobre la conquista, ya que aparte de las ponencias e intervenciones encargadas, no se ha dado oportunidad a la presentación de ponencias y comunicaciones libres, como es preceptivo en cualquier congreso digno de ese nombre.
El calificativo de internacional ha quedado muy desfigurado. De los cuatro participantes con ese origen no han asistido presencialmente la mitad, los de Nápoles y Pau, a pesar de estar anunciada su asistencia en los programas. Los demás profesores de fuera pertenecen a diferentes reinos y virreinatos de la Corona española en la Edad Moderna, incluido el de Méjico.
Nada democrático. Una Administración democrática no puede hacer lo que ni tan siquiera se atrevería una entidad privada, organizar un Congreso en el que se excluyera a la mayor parte de los especialistas de la comunidad científica del territorio, actuando desde una concepción autoritaria y monopolista del poder, al servicio, claro está, de su subordinador negacionismo historiográfico.
Escaso tratamiento científico. Se ha enfocado el tratamiento del tema sobre todo desde la perspectiva de la monarquía española y su Corona de reinos y virreinatos, de forma que ha ocupado más de la mitad del tiempo. La parte final del título del Congreso «Proceso de integración en Europa» en absoluto se ha visto en estas jornadas, a no ser que el haber hablado brevemente sobre las imperialistas monarquías francesa e inglesa en sus conquistas y subordinación de reinos, se entienda como algo que tenga que ver con la integración europea.
La alegada pretensión del carácter científico de las jornadas está en absoluta contradicción con lo expuesto por buena parte de los ponentes convocados, escorados a una visión unilateral y sesgada desde un atrincherado presentismo, que les impide el sereno y pleno conocimiento de los hechos y de la historiografía generada en estos quinientos años.
Cabe reconocer las intervenciones y asistencia de los profesores de los distintos reinos que han acudido a Pamplona-Iruñea a exponer sus conocimientos en estos días. En principio ajenos a las programadas incorrecciones de que han podido llegar a ser testigos.
Sobre el tema de la conquista se ha echado en falta la participación, porque no se les ha convocado, de los numerosos autores que en los últimos treinta años han tratado sobre el tema de la conquista de Navarra por España. Todos ellos sobradamente titulados, dos de ellos reconocidos directamente por la crítica historiográfica en el campo de la investigación y la publicación. Sin ánimo de ser exhaustivo, y sólo a título de ejemplo: Peio Monteano, Pedro Esarte, Álvaro Adot, Aitor Pescador, Ricardo Cierbide, José Luis Orella, Mikel Sorauren, Vicente Serrano Izco, Gregorio Monreal, Roldán Jimeno Aranguren, Jon Oria, Iñaki Sagredo y otros muchos que han publicado sus investigaciones en un amplísimo repertorio de libros y artículos en revistas especializadas.
Negacionismo subordinacionista sobre la guerra de la conquista de Navarra. En contra de la realidad de los hechos acaecidos durante la conquista, conocidos y acreditados por los numerosos testigos presenciales, abundantemente documentados, y probados por los abundantes restos físicos de las destrucciones de edificios y castillos que han llegado hasta nosotros, el ponente más sobresaliente del negacionismo afirmó por ejemplo que la conquista duró sólo dos meses, que Navarra era un Estado inviable y que fue una conquista bajo condiciones. Intervención la suya que sirve de resumen del tono de las conferencias.
Se oculta la subordinación padecida hoy, en la realidad, por la sociedad navarra, pero para ello se manipula la causa permanente que está en la conquista. Un simbólico ejemplo de ello es que la sede de estas jornadas, de forma incongruente, no sea denominada oficialmente como Palacio Real de Navarra, condición que por antonomasia tiene en la documentación política e institucional de Navarra, ocultándola bajo el nombre de la función a la que recientemente ha sido destinado, Archivo Histórico de Navarra; destino que no debe empañar ni sustituir, sino, en todo caso, completar al de Palacio Real, infinitamente más importante y trascendental para los derechos y libertades de los navarros.
La sordera del enquistado negacionismo. Un Congreso oficial debía de haber tenido las connotaciones ciertas y verdaderas de abierto, imparcial, plural y científico, lo que en la práctica no ha sido. El Parlamento de Navarra aprobó, con fecha 17 de febrero de 2011, que el Ejecutivo foral debía «propiciar el encuentro entre las diversas corrientes historiográficas», y previamente se exponía que «pese a las indicaciones del Parlamento, que en 2009 instó al Gobierno de Navarra a “configurar un comité científico plural”, en las reuniones habidas hasta ahora ‑sobre el 500 aniversario de 1512- no se ha recabado el concurso de todos los historiadores especialistas en el tema, lo que impide avanzar en la interpretación correcta de aquellos hechos y en la elaboración de síntesis clarificadoras de los aspectos más controvertidos». Poco después, el 22 de febrero de 2011, el Congreso de los Diputados de España, intervino debido a la participación del Gobierno español en la comisión oficial organizadora del 2012, y acordó que «en los actos de este aniversario estén “integradas” todas las opiniones y que el Gobierno español colabore en “función de las disponibilidades presupuestarias y de acuerdo con la normativa vigente” en la recuperación de los castillos y fortalezas destruidas durante la contienda».
Tiene que ser plural y omnicomprensivo, de todas las corrientes historiográficas y el lugar de contraste de las diversas tesis existentes sobre la realidad de la conquista de Navarra, porque así lo quieren los ciudadanos navarros y lo exige el respeto a la convivencia democrática. Este mandato no ha sido cumplido, quedando pendiente un verdadero congreso plural, científico y abierto a todos los autores e investigadores pertenecientes a las diversas interpretaciones historiográficas.
Al fin, hemos padecido todos unos actos del minoritario negacionismo, que busca el apuntalamiento de su presente, evidentemente de sumisión y subordinación antidemocrática y antinavarra.