Boltxe Kolektiboa
Editoriala
Los abogados defensores de Sortu hicieron los deberes y la vista del Supremo se convirtió en un puro enroque de extrema derecha. Así fue. Todas las exigencias estramboticas impuestas por la judicatura de la España cañí fueron cumplimentadas, a los jueces españoles tan solo les quedó el recurso al voto del odio y del apartheid. En efecto, todo lo que pidieron legalmente y lo que incluso exigieron ilegalmente fue asumido formalmente.
El problema llegó cuando ya solo quedaba la posibilidad de decir no sin argumentos. En ese instante se acabó la vista, la ultra derecha judicial pasó a comportarse como ultra derecha política asumiendo el papel de cruzados de España contra el separatismo vasco.
Actitudes de este tipo se valoran desde dos perspectivas absolutamente antagónicas, la primera es el no político que deja en evidencia al estado mismo, la segunda es un movimiento desde el estado en dirección a la legalización de la Izquierda Abertzale que por razones tácticas se puede dar para evitar la ignominia y el bochorno a los tribunales de excepción neo franquistas y por ende, al estado español mismo.
En principio parece imponerse la primera tesis pero no excluyamos la legalización en breve si el constitucional demora conscientemente las fechas y se pronuncia favorablemente después de las elecciones municipales y forales.
Estaremos ante una táctica del estado asumida por su aparato judicial en calidad de guardianes de la España eterna que se impuso mediante el golpe de estado fascista sobre el crimen de un millón de muertos.
Quedan pocos días para evaluar si siguen conculcándose en Euskal Herria los derechos civiles, políticos y sociales de una gran parte de este país, algo que a nadie pasa desapercibido, así se evidenció en la masiva convocatoria del 2 de abril en Bilbo.
La pelota está del lado del estado español.