“La ruptura de Txiberta. Lo que no pudo ser” es el título del último libro escrito por el historiador Eduardo Renobales. Especialista en el estudio del nacionalismo vasco durante la primera mitad del siglo XX, su relación con las dictaduras que asolan España en ese período, la transformación que supone la llegada de la República y el desastre que representan la Guerra Civil, el exilio y el Franquismo. Renobales se adentra en esta ocasión en lo que constituye toda una leyenda en la historia apenas escrita de los vascos.
El libro que se publicará en breve en la colección Izarren Hautsa, sello editorial de la asociación de victimas del régimen franquista Ahaztuak 1936 – 1977 investiga las reuniones entre dirigentes de formaciones abertzales que tuvieron lugar en el hotel Txiberta (Anglet) en 1973. Era el inicio de lo que se ha venido en llamar “La Transición” y se desarrolló tan en secreto que pocos son los menores de 50 años que tengan ni siquiera idea de aquello ocurrió. Txiberta quedó en leyenda, porque lo que pudo ser allí se frustró.
Eduardo Renobales nos desvela en su libro lo que ocurrió. Lo que pudo ser y no fue. Y nos cuenta un adelanto de su estudio en una entrevista con izaronews:
P.-¿En base a qué ideas y bajo qué liderazgo se convocan las reuniones de Txiberta?
R.-Las Conversaciones de Txiberta nacen por impulso de Monzón que convence a ETA y al PNV para iniciarlas. Le respaldan el Grupo de Alcaldes que han tenido la misma idea. Básicamente se trataba de presentar una alternativa abertzale unitaria ante el Estado español de la Transición a la que se añadirían en un segundo momento agentes políticos y sociales no abertzales del país. La conocida metáfora de Monzón del tren que llega hasta Maltzaga con unos pasajeros y allí recoge a otros más y todos juntos llegan a Eibar.
P.- Tal vez ¿Monzón era un personaje demasiado ambicioso y despertaba el resquemor de otros líderes?.
R.- Monzón era políticamente un utópico y un soñador; tildarle de ambicioso creo que es no conocerle. Su vida estaba marcada“por la guerra y el exilio, pero tenía un concepto muy claro de cómo se podía impulsar la construcción nacional. Claro que él pensaba en clave nacional y no partidista, no entendía que nadie pusiera los intereses del país por detrás de otros particulares. Eso le perdió. Y sí, había requemor en su contra. Principalmente en el PNV, el partido en el que militó la mayor parte de su vida. La causa era su crítica por las decisiones jelkides en los últimos tiempos con las que no estaba de acuerdo.
P.-Dice la leyenda sobre Txiberta que la mayor parte de quienes allí acudieron lo hicieron con la decisión adoptada. ¿Fue así?
R.- Los actores principales totalmente cierto. El resto de formaciones llegaron en mayor medida sin una postura definitiva y abiertos a lo que se pudiera decidir allí.
P.- También se cuenta que ETA puso condiciones. Para empezar, unidad y no participr en las primeras elecciones de la democracia en España.
R.- Así es. Otros estaban por participar en las elecciones como fuera. Ese fue el problema, posiciones rígidas que se transformaron en numantinas. Algo que ni Monzón en ese momento, ni yo ahora, podemos entender. Buscar un único culpable del no acuerdo es ganas de desviar la atención de lo esencial.
P.- Es cierto que las reuniones, (¿cinco?) ¿se realizaron en la lavandería del hotel?
R.- Las fechas de las reuniones en Txiberta fueron 24, 30 Abril y 12, 14, 17, 23 Mayo del 77. Se desarrollaron en los bajos del hotel, en una zona de servicio.
P.- ¿Porqué se eligió el hotel Txiberta?
R.-Alguien de la gerencia o la dirección era amigo de Monzón, de los que logró la cesión del local, supongo que sin cobrar. Lo cual era muy importante dadas la carencias generales en aquel momento. Además había organizaciones ilegales, clandestinas, en todo caso extranjeras a los ojos del Gobierno francés. Allí tuvieron discrección.
P.-¿Hubo o no hubo pistolas? Según los zurrumurrus que han trascendido Argala puso la pistola enicma de la mesa.
R.- En aquel tiempo no era infrecuente que militantes de ETA circularan armados por Iparralde, según se comenta y es creencia extendida. Parte de los protagonistas me han asegurado la convicción general de que portaban pistolas. Pero nadie me ha asegurado que lo de la pistola en la mesa fuera real y no un argumento dialéctico, que de eso sí se trató. Desde luego nadie se sintió amenazado in situ. Azkarraga (y otros delegados) me lo ha confirmado, y para mí tiene total credibilidad su palabra. Lo de las amenazas nace más tarde. Me parece que a modo de justificación.
P.- Y ¿que pasaba en los recesos de aquellas reuniones?
Algo muy curioso y que da que pensar. En los recesos todos se quedaban a comer en el hotel. Lo hacían en dos mesas. Los delegados del PNV en una y todos los demás en otra. Es una anécdota elocuente y refleja muy bien lo que ocurrió en Txiberta.
P.-Se tomaron notas, se escribieron actas de aquellas reuniones?
R.-Varias partes tomaron notas. Pero cada uno por su lado. Extrañamente no se confeccionó un acta oficial. Además se hizo una vez concluidas las sesiones, de memoria; con el peligro que ello conlleva. Mirentxu Purroy efectuó labores de secretaria de Monzón en algunos de los encuentros. Ésta, llamémoslo anomalía, dió pie a que se generaran controversias posteriores.
P.-Y después de estudiarlo tanto ¿por qué crees que fracasó aquella propuesta?
R.- Básicamente porque actores como el PNV y las ramas de ETA mantuvieron posturas rígidas en la negociación. Nadie quería dar bazas al oponente a la hora de liderar al mundo nacionalista dentro del País y de cara a la interlocución con Madrid. Analistas consultados creen además que la situación no estaba madura para lograr el acuerdo, a pesar de los esfuerzos de Monzón y Jose Luis Elkoro.
Se trataba de aceptar la Transición sin o con ruptura. A ello se añadía el tema de la amnistía y los presos aún encarcelados. Todos creían que su posición era la más acertada y que los demás cambiarían la suya. Nadie se movió de sus planteamientos iniciales y eso creo que deja en muy mal lugar a los intervinientes. Tanto hablar para no acabar en ninguna parte. Una pena y una desgracia.
Y lo peor es que la situación se ha repetido después. En Txiberta se dió una ruptura dentro del abertzalismo que no ha hecho sino agrandarse con el paso del tiempo.
P.- ¿Estaríamos mejor si no hubiese fracasado?
R.- No me cabe duda. Si se hubiera alcanzado algún acuerdo firme, ETA hubiera desaparecido de inmediato. Sólo calibrar este escenario y no poder haberlo logrado produce una rabia inmensa, por las toneladas de dolor que nos hubieramos ahorrado. Sin duda, no alcanzar acuerdos en Txiberta fue una enorme irresponsabilidad por parte de los presentes. Tampoco hay que ser cándidos y obviar a actores que influyeron desde fuera para malograr la posibilidad de un acuerdo. Cuando este ciclo acabe, y esperemos que sea pronto, habrá que ajustar muchas responsabilidades por cómo se ha actuado en el pasado. Mucha gente tendrá que entonar un «mea culpa» público.
**Para escribir “La ruptura de Txiberta. Lo que no pudo ser”, el historiador Eduardo Renobales (Zierbena, 1956) ha mantenido entrevistas personales con José Luis Elkoro, Valentín Solagaistua, Jon Nicolás, Germán Urbizu, Joseba Azkarraga, Francisco Letamendia, José Félix Azurmendi y Edurne Brouard.
**Renobales ha publicado otros libros como “Santurtzi durante la República y la Guerra Civil” (1998), “ANV, el otro nacionalismo ” (Txalaparta, 2005) y “Jagi-jagi, historia del independentismo vasco”, (Izarren hautsa, 2010)
(Entrevista hecha en «Izaro News»)