La creciente desavenencia fue subrayada ayer cuando dirigentes de las facciones rivales palestinas Hamás y Fatah firmaron un pacto de reconciliación en la capital egipcia. El papel secreto de Egipto en la mediación para el acuerdo tomó por sorpresa a Israel y a EE.UU.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, calificó el acuerdo de “tremendo golpe para la paz y gran victoria para el terrorismo”.
Varios otros eventos han aumentado las preocupaciones israelíes respecto a sus relaciones con Egipto, incluso señales de que El Cairo espera reanudar sus vínculos con Irán y renegociar un antiguo contrato para suministrar gas natural a Israel.
Aún más preocupante para los funcionarios israelíes son las informaciones sobre planes de las autoridades egipcias de abrir el cruce hacia Gaza en Rafa, cerrado durante los últimos cuatro años como parte del bloqueo del enclave, respaldado por Occidente, a fin de debilitar a Hamás, el grupo islamista que gobierna la Franja.
Egipto está elaborando detalles para abrir permanentemente la frontera, dijo el domingo un funcionario del ministerio de exteriores egipcio a la agencia noticiosa Reuters. El resultado sería el fin efectivo del bloqueo.
El mismo día, el ministro de exteriores de Egipto, Nabil Elaraby pidió a EE.UU. que reconozca un Estado palestino – refiriéndose a una acción esperada en septiembre por Mahmud Abas, el presidente palestino, para buscar el reconocimiento de la calidad de Estado de Palestina en las Naciones Unidas.
Israel y EE.UU. han insistido en que los palestinos sólo pueden lograr la condición de Estado mediante negociaciones con Israel. Las conversaciones han estado moribundas desde que Israel se negó en septiembre pasado a renovar un congelamiento parcial de la construcción de asentamientos en Cisjordania y Jerusalén Este.
Según analistas, el gobierno interino egipcio, bajo presión popular, se está distanciando conscientemente de algunas de las principales políticas hacia Israel y los palestinos de Hosni Mubarak, el presidente egipcio derrocado por un levantamiento popular en febrero.
Mubarak apoyaba ampliamente la política de bloqueo de Israel y Washington para contener la influencia de Hamás. Egipto recibe más de 1.300 millones de dólares al año en ayuda de EE.UU., una suma que solo es superada por la que recibe Israel.
Pero la opinión popular en Egipto parece volverse contra estrechos vínculos diplomáticos con Israel.
Un sondeo publicado la semana pasada por Pew Research Centre mostró que un 54% de los egipcios apoya la anulación del tratado de paz de 1979 con Israel, y solo un 36% quiere que sea mantenido.
El periódico israelí Yedioth Aharonoth informó esta semana que los sitios egipcios de los medios sociales han llamado para mañana a una manifestación masiva frente a la embajada israelí, exigiendo la expulsión del embajador, Yitzhak Levanon.
En comentarios a varios medios noticiosos en la semana pasada, altos responsables israelíes anónimos criticaron la nueva línea de política exterior de Egipto. Uno de ellos dijo al Wall Street Journal que las últimas acciones de El Cairo podrían “afectar la seguridad nacional de Israel a un nivel estratégico”.
Otro funcionario anónimo dijo al Jerusalem Post que “la actualización de la relación entre Egipto y Hamás” podría permitir que el movimiento islámico se convirtiera en una “formidable maquinaria militar terrorista”.
Silvan Shalom, vice primer ministro de Israel, dijo el domingo a la Radio de Israel que Israel debe prepararse a cambios significativos en políticas que permitirían que Irán aumente su influencia en Gaza.
El jefe del estado mayor de Egipto, Sami Hafez Anan, respondió desdeñosamente en su página en Facebook a semejantes declaraciones, diciendo: “Israel no tiene derecho a interferir. Se trata de un asunto egipcio-palestino”.
En una señal de pánico israelí, se informa que Netanyahu está considerando el envío de su consejero especial, Isaac Molho, a El Cairo para conversaciones con el gobierno interino.
En las últimas semanas, Netanyahu se ha quejado repetidamente ante embajadores europeos y políticos estadounidenses visitantes por lo que considera como un nuevo clima más hostil en Egipto.
A fines del pasado mes Elaraby dijo que Egipto está listo a “dar vuelta la hoja” en las relaciones con Teherán, que fueron rotas después de la firma del tratado de paz israelí-egipcio hace más de tres décadas.
Funcionarios egipcios también han advertido que el suministro de gas natural a Israel podría ser interrumpido. El gasoducto ha sido atacado dos veces en el lado egipcio, apenas en la semana pasada, presumiblemente en actos de sabotaje.
Incluso si Egipto sigue enviando gas, es casi seguro que insistirá en un fuerte aumento en el precio, después de informaciones de que Mubarak y otros funcionarios son investigados por acusaciones de corrupción relacionadas con contratos en los que vendieron gas a precios reducidos a Israel.
Yoram Meital, experto en relaciones israelí-egipcias en la Universidad Ben Gurion en Beersheva, dijo que el cambio de política de Egipto hacia Gaza amenaza con “provocar una severa crisis en las relaciones entre Egipto e Israel” al debilitar la política de Israel de aislar a Hamás.
Con el derrocamiento del autoritario régimen de Mubarak, señaló Meital, el gobierno egipcio se encuentra bajo presión para que tome más en cuenta la opinión local.
“Estamos al comienzo de esta crisis pero aún no hemos llegado allí. Sin embargo, hay sitio para mucho más deterioro en las relaciones en los próximos meses,” dijo.
Analistas dijeron que El Cairo quiere restaurar su tradicional rol de liderazgo en el mundo árabe y considera que es obstaculizado por sus vínculos con Israel.
Menha Bahoum, portavoz del ministerio de exteriores egipcio dijo al New York Times la semana pasada: “Estamos abriendo una nueva página. Egipto reanuda su rol al que un día abdicó.”
Esa evaluación es compartida por Hamás y Fatah, que miran ambos a Egipto para obtener ayuda, dijo Menachem Klein, profesor de política en la Universidad Bar Ilan.
Señaló que Abas ha perdido su principal patrocinador árabe en la persona de Mubarak, y que la base de la dirigencia de Hamás en Siria es precaria en vista de la actual agitación en ese país.
Con crecientes demandas de reconciliación del público palestino, ninguna facción puede permitirse ignorar la marea de cambio que se extiende por el mundo árabe, opinó.
Meital dijo: “Entramos a un nuevo capítulo en la historia de la región y los políticos y el público israelíes no están ni cerca de comprender lo que está ocurriendo”.
Jonathan Cook es escritor y periodista. Vive en Nazaret, Israel. Sus libros más recientes son: “Israel and the Clash of Civilizations: Iraq, Iran and the Plan to Remake the Middle East” (Pluto Press) y “Disappearing Palestine: Israel’s Experiments in Human Despair” (Zed Books). Su página en Internet es: www.jkcook.net.
CounterPunch. Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens