La protesta contra el corporativismo de Wall Street ya entró en su tercera semana sin desinflarse e incluso extendiéndose a otras ciudades de Estados Unidos, en el marco de un movimiento que parece cercano a la revuelta de los “indignados” en España u otros países de Europa.
Boston, Chicago, Los Angeles, muy pronto Washington: las movilizaciones contra el sistema financiero, la codicia y los recortes en el presupuesto federal estadounidense van surgiendo aquí y allá, con una participación muy diferente.
En Boston, unas 3.000 personas marcharon el sábado para protestar contra la avaricia de las corporaciones y para que los bancos detengan las ejecuciones hipotecarias, en una movilización que se saldó con 24 detenidos.
En Los Angeles, unas 300 personas acampaban el lunes frente a la Corte Superior, en el centro de la ciudad, en apoyo a la “ocupación” de Wall Street, que empezó el pasado 17 de septiembre y que parecía languidecer hasta que recibió un inesperado espaldarazo publicitario el fin de semana.
En efecto, lo que parecía ser una movilización más el sábado terminó con el bloqueo durante un par de horas del tradicional puente de Brooklyn, en el sur de Manhattan y no lejos de Wall Street, y la detención de 700 personas, la mayoría de ellos liberados el domingo.
Instalados en la prensa nacional e internacional, los manifestantes buscan ahora aprovechar el empujón y crecer como lo han hecho otros movimientos similares, tal el caso de los “indignados” en España.
Lanzado a mediados de mayo en Madrid, este movimiento civil en el que participan españoles de todas las regiones y niveles sociales y profesionales es una manifestación del cansancio de la gente común frente a sus líderes políticos y el establishment financiero.
Su acción quizás más visible ha sido impedir el desalojo de personas incapaces de reembolsar su hipoteca, uno de los efectos concretos de los problemas económicos en España.
En el caso de la convocatoria para “ocupar Wall Street”, comenzó con una llamado del movimiento anarquista Adbusters y otros grupos de izquierda a través de internet, y ha atraído además a ecologistas, ONGs de defensa de los derechos humanos, así como presencias individuales de veteranos de guerra, profesores universitarios, estudiantes.
Las razones para manifestarse son muy diferentes también: el rechazo a la continuidad de las prácticas corporativistas en Wall Street a pesar de la crisis de 2008, los recortes en el presupuesto federal estadounidense en áreas como la educación, la brutalidad policial, el calentamiento climático, etc.
“Cada uno tiene una razón y un objetivo diferente para estar aquí”, dice en ese sentido Anthony, de 28 años y participante activo en la protesta neoyorquina.
“La única cosa que tenemos en común es que somos el 99% de la gente que ya no tolerará la codicia y corrupción del 1%”, admite en ese sentido el sitio internet “Occupy Wall Street”, que difunde las actividades diarias de los manifestantes.
Si por ahora el movimiento “tiene un mensaje positivo” para “hacer oír nuestras voces”, como señala otro manifestante, Robert Cammiso, de 49 años y ex trabajador de la construcción, las cosas pueden tomar otro cariz rápidamente, como quedó en claro el sábado.
“Si alguien trata de ponerse en medio para restringir nuestros derechos, bueno, entonces pasaremos a resistir, a una resistencia pacífica”, advierte.
En todo caso, la atención lograda por las detenciones del sábado parece funcionar y luego de la actriz Susan Sarandon y el cineasta Michael Moore, el multimillonario George Soros manifestó el lunes su “simpatía” por las “opiniones” de los manifesantes.
“Empezamos la semana pasada durmiendo unos 150 quizás, la noche con más gente éramos 300. Esta semana empezamos con 300 y probablemente lleguemos a 400, 500″, indicó de su lado a la AFP Victoria Sobel, una estudiante de 21 años involucrada en la organización de la protesta.