Ya lo advertí cuando la Audiencia de Gipuzkoa dictó sentencia condenatoria contra cuatro de los guardias civiles que torturaron a Portu y Sarasola: ninguno de los agentes condenados iba a pisar jamás la cárcel por ello. «Me apuesto lo que sea» afirmé, y la verdad es que no hacía falta ser en adivino para ello. Estaba cantado. La única duda que cabía era si recurrirían al indulto, como tantas otras veces, o si sería el Supremo el encargado de enmendar completamente la plana a los jueces de la Audiencia guipuzcoana.
La última vez en que se dio un caso similar, el de Kepa Urra en 1992, la Audiencia de Bizkaia impuso una pena de cuatro años a tres guardia civiles, el Tribunal Supremo redujo la condena a un año, e incluso esa pena, que ya no era efectiva y les evitaba la prisión, fue de inmediato indultada por el Gobierno. Esta vez, Gobierno y Supremo no se han repartido como entonces la tarea de ofrecer total impunidad a los torturadores. Han debido de considerar que lo de los indultos a estas alturas es muy poco presentable, sobre todo de cara al exterior, y han preferido que sea el Supremo quien se encargue de todo el trabajo sucio.
Y la verdad es que el Supremo no ha reparado en medios para ello, pues incluso se ha servido de la mentira pura y dura, afirmando que un manual de ETA, redactado íntegramente en euskara y cuya traducción es «Haciendo frente a la detención», contiene una serie de extractos que en absoluto provienen de dicho manual. Y se basa en esos falsos extractos para sacar múltiples conclusiones.
La Asociación de Víctimas del Terrorismo, AVT, ya se sirvió de la misma mentira en junio de 2008, cuando adjudicó en un comunicado dichos extractos al mencionado manual. Por ejemplo, «si la detención se produce en la calle y es normal, dejar los golpes para la entrada en comisaría o en el vehículo policial. Pero en este caso gritar como si os mataran, gritar también el nombre, y forcejear lo que podáis, luego ya sacaremos testigos, además hará creíble todo lo que contéis». Y otros cuantos de la misma factura que jamás ha contenido dicho manual.
Pues bien, la increíble sentencia del Supremo afirma también falsamente que esos extractos son parte del manual «Haciendo frente a la detención», «que los querellantes en esta causa dijeron conocer perfectamente». Portu y Sarasola sí que afirmaron conocer ese manual, que es efectivamente de ETA, pero resulta que en el mismo no se dice nada de lo que la AVT y el Supremo mantienen que dice. En absoluto. La traducción al castellano de ese manual consta tanto en el sumario de juicio de Donostia como en el de la Audiencia Nacional que condenó a Portu y Sarasola por el atentado de la T 4, basándose en las autoinculpaciones de Sarasola durante los cinco interminables días de incomunicación y tortura. Es muy simple de verificar. Ninguna de las frases que aduce el Supremo están en ese manual. Ninguna.
Sin embargo, el Alto Tribunal se basa en esas frases para sacar múltiples conclusiones. Por ejemplo, se sirve del «luego ya sacaremos testigos» para concluir que los tres testigos los «sacó» ETA. Y lo mismo sucede con otras conclusiones que al partir de una premisa falsa deberían quedar invalidadas. Pero no caerá esa breva.
En realidad, en el citado manual ETA se limita a pedir a sus militantes que, si son torturados, denuncien ante el juez todo lo sucedido, superando las amenazas y chantajes que van a sufrir para que no lo hagan. Y que también lo denuncien ante el médico-forense, una vez que se encuentren en la Audiencia Nacional, dado que si osan denunciar antes lo que les están haciendo, bien que sufren las consecuencias en cuanto se va el forense.
Por eso, pone especial empeño en describir los calabozos de la Audiencia, para que sus militantes sepan con absoluta seguridad que, usando sus propias palabras, «la pesadilla ha terminado» y que no se trata de un simulacro tras el cual van a pagar con creces toda posible denuncia. Una vez en la Audiencia, pueden sentirse relativamente a salvo de las amenazas y chantajes (relativamente, porque si no los encarcelan pueden volver a detenerlos y torturarlos), y osar denunciar al fin las torturas.
No cabe interpretar de otra manera el contenido del manual: descripción de los métodos de tortura que vienen siendo utilizados contra sus militantes; recomendaciones sobre cómo hacerles frente; importancia de denunciar las torturas pese a las amenazas… Lo que desde luego no se encuentra en dicho manual es ninguna consigna para denunciar falsas torturas ni nada que se le parezca. Y por eso recurren, tanto la AVT como el Supremo, a la mentira pura y dura.
Todo sea por volver a cubrir a los torturadores con el manto de una impunidad sin límites. Ya les han evitado la cárcel, como ya vaticiné, y estoy seguro que la segunda parte de mi vaticinio también se cumplirá a rajatabla: «serán ascendidos, condecorados y/o colocados en puestos de responsabilidad como la gran mayoría de los torturadores condenados».
El tiempo será testigo.