La Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba (PCC) a celebrarse el próximo mes de enero, apunta al fortalecimiento de la Construcción del Consenso y la Participación Ciudadana en la perspectiva de la edificación del Socialismo en la Mayor de las Antillas, a juzgar por la letra de su Proyecto de Documento Base.
Como un antecedente inmediato en esta dirección, se encuentra la posición asumida en abril último por el 6to. Congreso del Partido que conduce la Revolución Cubana, ocasión en que se hizo un llamado a meditar en los efectos contraproducentes de viejos hábitos que nada tienen que ver con el papel de vanguardia de la organización en la sociedad, entre ellos la superficialidad y formalismo con que se desarrolla el trabajo político-ideológico, la utilización de métodos y términos anticuados que no tienen en cuenta el nivel de instrucción de los militantes ni el alcanzado incluso por nuestra población.
Asimismo, hay que tener en cuenta que al calor de los análisis del Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobados el pasado 18 de abril en las sesiones del citado Congreso, y la fundamentación de los cambios introducidos a partir de los resultados del amplio debate popular en todo el territorio nacional, se expresó la voluntad de nuestro pueblo contenida en la política del Partido, el Gobierno y el Estado cubanos.
En esa suerte de diálogo nacional, resultó absolutamente posible que quien deseó hacer sus propias propuestas acerca de cómo debe edificarse el Socialismo en la Isla —salvo que estuviera impedido ante la legalidad establecida — , tuvo varias oportunidades. Así quedó registrado en la Historia el suceso que refleja una Democracia sin par, devenido guía para seguir en la edificación de un futuro mejor para cubanas y cubanos.
Resulta natural, pues, que en el Informe Central al 6to. Congreso del PCC quedara significado que debemos cultivar y preservar la interrelación incesante con las masas, despojada de todo formalismo, para retroalimentarnos eficazmente de sus preocupaciones e insatisfacciones y que sean precisamente ellas quienes indiquen el ritmo de los cambios que deban introducirse; que nuestro Partido debe estar convencido de que existe en nuestro pueblo diversidad de conceptos e ideas sobre sus propias necesidades espirituales; y que se hace necesario continuar eliminando cualquier prejuicio que impida hermanar en la virtud y en la defensa de nuestra Revolución a todas y a todos los cubanos, creyentes o no.
No obstante, estamos en el sagrado deber de perfeccionar la Participación Ciudadana para reforzar la Construcción del Consenso. Escapó a la casualidad que a tono con las más de 65 mil reuniones de los núcleos del Partido y comités de base de la Unión de Jóvenes Comunistas que analizaron el Proyecto en cuestión y las más de un millón de opiniones emitidas en tal oportunidad, resultaron modificados 78 de los 96 objetivos iniciales —algo más del 80 por ciento — , amén de la incorporación de otros cinco.
Con este asiento, es comprensible que el referido Documento Base refleje que a través de los medios audiovisuales, la prensa escrita y digital, debe quedar revelada la realidad cubana en toda su diversidad en cuanto a la situación económica, laboral y social, de género, color de la piel, creencias religiosas, orientación sexual y origen territorial.
Igualmente, hemos de lograr que los medios masivos de comunicación del patio cada vez más y mejor comuniquen de manera oportuna, objetiva, sistemática y transparente la política del PCC sobre el desarrollo de la obra de la Revolución, los problemas, dificultades, insuficiencias y adversidades que debemos enfrentar, suprimiendo las nocivas manifestaciones del secretismo. Todo, de acuerdo con el latir popular.
Entretanto, considero que las palabras que siguen devienen magnífico preámbulo a la magna cita de la militancia comunista cubana: según trascendió, en el Tercer Pleno del Comité Central de nuestro Partido que sesionó hace unos días su Primer Secretario, el compañero Raúl, aludió a la necesidad de enfrentarnos con firmeza a las negligencias e irresponsabilidades que dañan la economía nacional, como consecuencia de la pasividad con que actúan algunos dirigentes y la falta de funcionamiento integral de no pocas organizaciones partidistas; al tiempo que subrayó que no se pueden admitir las debilidades que propician la labor de los delincuentes y corruptos, quienes se aprovechan de ellas. “Hay que pasar de las palabras a los hechos” —sentenció.
Así, esta Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba devendrá una especie de Cumbre: me refiero a un tributo a la construcción/perfeccionamiento de la obra a favor de las diversas generaciones que habitamos el Caimán Verde y más allá de nuestros mares.