Este pasado sábado las arterias principales de Bilbo colapsaron por completo. Es cierto que se trataba del primer día de Rebajas de este invierno pero en este caso, la razón de que una auténtica marea humana inundara las calles de la ciudad no respondía a la fiebre consumista, sino al último ejercicio colectivo de solidaridad con las presas y presos políticos vascos. Las muestras de solidaridad partían desde los diferentes puntos de la geografía de Euskal Herria, pero más allá del muro de aislamiento impuesto por el poder, diferentes colectivos y personas del estado español tampoco quisieron faltar a la cita del 7 de enero. Ángeles Maestro es una las 50 militantes de la organización comunista Red Roja que se transladó desde Madrid con el objeto de estar presente en la movilización colosal. herriKolore tuvo la ocasión de desgranar junto a esta veterana militante de la izquierda diferentes cuestiones de interés: la izquierda revolucionaria en el estado, lucha institucional, coyuntura de crisis, proceso abierto en Euskal Herria, solidaridad internacionalista… Charlar con Ángeles Maestro fue un placer que hemos querido compartir con todas vosotras.
Toda una vida dedicada a la trasformación social
Ángeles Maestro vive en Madrid aunque nació en un pueblo de Castilla, Medina del Campo. Trabaja como médica, especialista en Salud Pública. Según explica «entiendo mi profesión como el elemento central de de mi vida que es la militancia política, ya que la Salud pública tiene que ver con las repercusiones sobre la colectividad de las condiciones de vida». Ángeles afirma ser comunista desde que empezó a tener capacidad para ver el mundo por ella misma, «quitándome toda la ‑mala educación- que nos habían hecho para hacer de nosotros gente dócil y que pudieramos dejar las cosas como estaban». Militó en el Partido Comunista de España y en Izquierda Unida durante 30 años, hasta que el «aprendizaje de la cuestión nacional de las luchas de los pueblos», en concreto de la lucha del Pueblo Vasco, concluyó con su salida de IU. «Nos tragamos la transición pero aprendimos poquito a poco la legitimidad de la lucha de los pueblos por su libertad» asegura. Este aprendizaje tuvo que ver directamente con la conformación del ideario político de la organización de la que actualmente forma parte, que se llamaba corriente roja hasta hace poco y ahora se denomina Red Roja.
HK: ¿Puedes contarnos algo más a cerca del movimiento político al que perteneces?
A.M: Corriente Roja cuenta con una larga historia de oposición interna dentro de Izquierda Unida. En un momento determinado decidimos que no había nada que hacer dentro. Yo formaba parte de la dirección del PCE e IU y vine a Bilbo a pedir el voto para el Partido Comunista de las Tierras Vascas (EHAK). Este fue mi expediente de expulsión que finalmente no llegó porque nos fuimos nosotras mismas, no era necesario que nos echaran.
HK: Ya que te dedicas a la medicina… ¿Nos ayudas a tomar el pulso a la izquierda revolucionaria en el estado español?
A.M: Lo cierto es que estamos mucho peor de lo necesario. El tema de la unidad es un tema pendiente. Con Iniciativa Internacionalista se dió un paso, pero un paso que fue tan corto en el tiempo que no llegó a consolidarse. Abrió posibilidades, reunió a mucha gente que no se juntaba históricamente… Pero aún la unidad a la izquierda de Izquierda Unida es una asignatura pendiente. Sobre todo en la situación actual de crisis donde se le está planteando a millones de personas en el estado situaciones de dificultad de supervivencia. Llega el paro, se agota el subsidio de desempleo, pierdes el trabajo y la casa,… Se están dando auténticos dramas humanos que no tienen solucion en el capitalismo.
HK: ¿Cómo se sitúa Red Roja ante esta coyuntura de atomización de la izquierda?
A.M: Trabajamos junto a mucha gente en mil campos: contra la guerra imperialista, en solidaridad con Euskal Herria, la sanidad pública… En lo político estamos intentando ahora mismo proponer a compañeras y compañeros de otras organizaciones que, sin que cada cual pierda su identidad, pudiéramos conformar algo que queremos llamar «Unidad Popular». Ese es el reto. La unidad es mucho más que la suma de organizaciones. Es abrir la esperanza y la credibilidad de la izquierda. La atomización castra nuestra capacidad de intervención.
HK: Hablas de la Transición como un momento decisivo para los sectores populares…
A.M: Así es. La Transición fue el gran laboratorio de expropiación de la clase obrera, empezando por la principal riqueza: nuestras propias organizaciones de lucha. La destrucción como herramienta de lucha de Comisiones Obreras, del PCE y otras muchas organizaciones fue el saldo político que está permitiendo que estén haciendo lo que están haciendo. No se me olvida un editorial de ABC del 2004, del 17 de marzo en el que titulaban «La debacle de IU». En la editorial explicaban que IU perdía la mitad de sus votos y lo entendían como una mala noticia porque apuntaban que » IU y el PCE, desde la transición, han jugado un papel de muro de contención para evitar el crecimiento de una izquierda desde fuera del sistema y no controlable». Todo lo que no se limpió de fascismo en la transición: Ejercito, policía, administraciones, judicatura… Toda esa herencia que vosotros habéis sabido identificar
clarísimamente, allí se ha camuflado con un barniz democrático. Decía Machado…
«A España toda,
la malherida España, de Carnaval vestida
nos la pusieron, pobre y escuálida y beoda,
para que no acertara la mano con la herida».
HK: ¿Qué os trae por aquí?
A.M: Hemos venido con el objetivo principal de acudir a la manifestación de esta tarde en Bilbao a la que ya llevamos viniendo varios años. Hoy estaremos aquí, solamente de Red Roja en torno a 50 personas. Los compañeros que hemos podido cogernos unos días de vacaciones hemos venido unos días antes y poder conocer diferentes cuestiones. Nos reunimos en Portugalete con los concejales de Bildu de Ezkerraldea, también hemos estado en Igorre y en el ayuntamiento de Donosti… Queriamos conocer la experiencia institucional. El objetivo fundamental es tratar de superar ese aislamiento al que se somete a la lucha del Pueblo Vasco con respecto a la lucha de otros Pueblos del estado. Esto es algo que el Poder lo trabaja a conciencia. Es importante que en otros lugares del estado se conozca que puede trabajarse desde posiciones de izquierda y honestamente en las instituciones.
HK: En este sentido, afirmaís en vuestra «declaración de principios» que no aspiráis a gestionar las instituciones de la burguesía sino a destruirlas para construir una sociedad diferente ¿Se puede transformar la sociedad desde las actuales instituciones como ayuntamientos, Diputaciones…?
A.M: El Estado es una herramienta en manos de la burguesía. Si quieres hacer política para la clase trabajadora tienes que cambiar de instrumento. En cualquier caso, no descartamos presentarnos a las elecciones. Nos presentaremos cuando veamos que un movimiento político unitario es reconocido como instrumento por la lucha popular. Creemos que la transformación viene de la lucha en la calle. Las insituciones no transforman nada, como mucho quién esté en las instituciones podrá ser portavoz de la lucha popular. Pero el cambio lo traen las posiciones de fuerza de masas y desde la calle. ¿El socialismo en democracia? Que me digan un país del mundo en el cual una fuerza de izquierda ha llevado a cabo un programa político en el que toque el poder de la burguesía y no le han dado un golpe de estado… Ahora bien, la presencia en las instituciones puede demostrar que hay otras maneras de hacer las cosas: Auzolan, prioridades del gasto diferentes, participación social,… Pero hay que reconocer que son pocas las cosas que se pueden cambiar. Los cambios para resolver los problemas de la sociedad forman parte de otro proceso.
HK: ¿Cómo veís los acontecimientos que se están produciendo en los últimos tiempos en Euskal Herria?
A.M: Nosotras vivimos este proceso muy de cerca. No lo vemos como parte de nuestra lucha pero si como algo muy cercano y muy decisivo para el conjunto del estado. Queremos reconstruir los lazos que se rompieron en su día. En la transición había lazos, el «proceso de Burgos» era vivido por todos los comunistas en el estado como algo propio. Se luchaba por compañeros. El mounstruo del estado, la monarquía, la ley de partidos,…son enemigos comunes. Partiendo de la legitimidad de la lucha por la independencia de los pueblos, hay un recorrido de lucha obrera, que cada cual en su marco y en su país, hemos de hacer frente. Tenemos el mismo estado o el mismo Rey, que tu le puedes quitar del Ayuntamiento de Donosti pero ahí continuan chupando del bote.
HK: Se le está dando últimamente mucha importancia a la comunidad internacional de cara a la resolución del conflicto ¿Consideras que tenéis algo que aportar en este sentido?
A.M: Muchísimo. El aislamiento ha sido algo clave y el romper ese muro es vital. Necesitamos llevaros allí. La gente tiene que ver caras. La manipulación informativa, el terrorismo mediático es tan impresionante… Nuestra función allí es importantísima porque de alguna manera, todo lo que no ganan aquí lo ganan allí. La política vasca ha sido utilizada por la derecha, incluyendo el PSOE e IU, como un elemento electoral. Cuantas más burradas se decía aquí, más votos caían allá. Eso hay que romperlo, por lo menos en la izquierda. Por eso hablábamos de reanudar lazos rotos. Han venido dos compañeros de Cádiz y planteaban que la lucha en Astilleros tenía todo que ver con «euskalduna». Hay luchas concretas, herramientas de solidaridad que existían. Hay que retroceder en la memoria y hacer nuestra esa memoria que nos han intentado quitar.