Las imágenes, en la era de la información tecnotrónica, tienen el poder al que no puede acceder la palabra. Allí donde se asoma una imagen, sobran las palabras. La imagen como signo, como discurso. La imagen como símbolo y como fenómeno semiótico, deviene implacable.
En Libia las pudimos ver desde un inicio. Claro que no en los medios televisivos corporativos, ni en la prensa comercial, sino a través de un medio cada día más democrático y participativo: Internet.
Muy a pesar de los Santiago Alba Rico, de los Gilbert Achcar y de la Izquierda Anticapitalista. Ni toda su equidistancia y nivelación, ni toda su cobertura ética e intelectual sobre un genocidio imperialista las podrán borrar jamás.
Erdogan y Abdeljalil en Libia |
Barco de la ONG turca IHH |
Rebelde libio en Trípoli con camiseta de Jesucristo |
Con la bandera Amazigh (un sector de este movimiento en el Norte de África tiene claros vínculos con el sionismo y Bernard Henri-Levy) |
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