Fuertes señales de alarma apagan hoy la euforia que hace tres meses hinchó a buena parte del Consejo de Seguridad y al titular de la ONU, Ban Ki-moon, por el “cambio de régimen” que consiguieron en Libia.
La preocupación por la situación en ese Estado árabe aumentó en los últimos días tras los choques armados en la ciudad de Bani Walid y las insistentes denuncias de violaciones de los derechos humanos por parte de las autoridades del autodenominado Consejo Nacional de Transición (CNT).
Lo que según la prensa internacional son acciones lanzadas por grupos afines al anterior gobierno de Muamar el Gadafi, para el enviado de la ONU a Libia, Ian Martin, son enfrentamientos entre la población local y las llamadas brigadas revolucionarias.
Estas últimas agrupaciones están integradas por elementos armados que apoyan al gobernante CNT, pero rechazan integrarse al ejército nacional.
En una sesión del Consejo de Seguridad sobre Libia, el emisario de la ONU dijo la víspera que los acontecimientos en Bani Walid constituyen una muestra de “los problemas asociados con la transición” en Libia.
Casi al mismo tiempo, el secretario general de la organización mundial dijo en conferencia de prensa que “la democracia no es un asunto fácil” y pidió tener paciencia mientras las autoridades libias “establecen el Estado de derecho basado en el diálogo y la reconciliación”.
Interrogado por los periodistas, Ban Ki-moon también dijo estar preocupado por la proliferación de armas en Libia tras la caída del anterior gobierno,logrado gracias a la intervención militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Sobre esa agresión y las denuncias contra la OTAN por la muerte de civiles libios durante sus bombardeos, el responsable de la ONU manifestó que está a la espera de conclusiones al respecto.
La Alianza Atlántica está señalada como causante de varias decenas de víctimas mortales entre la población civil no beligerante y algunos de los países integrantes del Consejo de Seguridad exigieron una investigación de los hechos por parte de Naciones Unidas.
Rusia y China, miembros permanentes de ese órgano, consideran que occidente y la OTAN manipularon los acuerdos de la ONU sobre Libia para lanzar su campaña de bombardeos contra ese país y propiciar la caída del gobierno de El Gadafi.
Ban Ki-moon dijo en diciembre pasado que el cambio registrado en Libia fue realizado “por su pueblo y no por la intervención militar de la OTAN” y aseguró que la actuación de la alianza cumplió con las resoluciones del Consejo de Seguridad.
Sin embargo, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, también pidió ayer cuentas a la OTAN por la muerte de civiles provocadas por sus acciones en el país árabe.
En una comparecencia ante el Consejo de Seguridad, la funcionaria insistió además en sus críticas a las autoridades libias por el mantenimiento de centros de detención no controlados y que son escenario de violaciones de los derechos humanos.
Dijo que en estos momentos existen en ese país docenas de prisiones improvisadas con un estimado de casi nueve mil personas encarceladas como sospechosas de simpatizar con el gobierno de El Gadafi.
La Alta Comisionada consideró que la falta de supervisión de la nueva administración crea un ambiente propicio para que los detenidos sean torturados o sufran abusos de sus derechos humanos.