Coll: ¡Un gurú como vos que estudió en Deusto con los jesuitas! Tip: Y que ahora está leyendo a los escolásticos del siglo XVI. Coll: Joer, ¿y eso no es una involución en un marxista como vuesamerced? Tip: En absoluto, también leo tebeos
Coll: ¡Tip, joputa, a mis brazos, aspaldiko! Tip: ¡Coll, pendejo, le estrecho la garra y le abrazo para apuñalarlo a modo por la espalda, ufa! Coll: No cambia usía, tan guasón. Tip: Yo no cambio, evoluciono; a peor, por supuesto. Coll: O sea, involuciona. Tip: No, no, mesié, la involución no existe; la historia y el progreso ‑igual que el tiempo- no tienen marcha atrás, malgrè lui. Coll: Pero las personas, algunas, sí involucionan: de antiguo comunista se puede pasar a ser un fascista o un «demócrata» a la pàge, sobran ejemplos, usted lo sabe, que fue acomodador de cine antes que fraile. Tip: Y cocinero. Sí, es cierto, pero ese individuo cree que «progresa» tomando esa postura o, al menos, quiere creerlo, algo pascaliano. Coll: Por eso, como sostiene usted ‑no lo tuteo, milord‑, la apócrifa democracia española no se «fascistiza» porque nunca hubo tal prodigio, acaso «democradura», que diría el bueno de Galeano. Tip: Llámala como quieras. Coll: ¡Sos burro! Tip: Pero no manso.
Coll: ¿Y qué tal la Nochevieja, míster? Tip: No entiendo. Coll: Joer, ya sabe, la familia, el papeo, el turrón, las campanadas, esas cosas… Tip: Ah, ya, pues cené un paquete de pipas acompañadas de unos altramuces exquisitos, oiga, de chuparse los dedos. Coll: Jo, qué frugal. ¿Ni siquiera unos espárragos cojonudos, como dice el frontispicio? Tip: Demasiado lujo para un epicúreo como yo. Coll: Claro, la crisis… Tip: ¡Qué crisis ni qué ocho cuartos: yo siempre he nadado en la abundancia, amigo mío! Coll: Pues nadie lo diría, oyéndole a usted de sí consigo. Tip: Es que yo siempre he sido un bluff. Coll: Pues hay gente que lo admira, maestro. Tip: Y que me odia. Coll: Imposible, con la gracia y arte que usted tiene y le adorna, ele, ojú, a pesar de ser un comunista de mierda, y usted perdone. Tip: Dices bien, sarramián ‑yo sí te tuteo de ti contigo, y disculpa la aliteración-. Coll: ¡Un gurú como vos que estudió en Deusto con los jesuitas, es incomprensible! Tip: Y que ahora está leyendo a los escolásticos del siglo XVI, la segunda escolástica, que se dice académicamente. Coll: Joer, ¿y eso no es una involución en un marxista como vuesamerced? Tip: En absoluto, también leo tebeos. Coll: Im-presionante, dicho en dos palabras. Tip: Ya ves, chavea. Coll: Asombroso, cambiando de tema, ¿la familia ‑política- bien, gracias, en estas fechas tan entrañables y señaladas? Tip: Deseando que la palme para quedarse con mis obras completas de Lenin y Stalin -¡vade retro!- y la madre que me parió, nada original. Coll: Y Mao. Tip: También. Y Ho Chi Minh. Y Giap. Coll: Está usted mayor. Tip: Alto sí soy, sí, de estatura, digo. Coll: O sea, que tiene usted una familia marxista-leninista pensamiento Mao Tse-tung (o Zedong). Tip: Jajajá, muy bueno, Coll, buen golpe, gag ona, jajá, no me reía tanto desde que freí una corbata y planché unos huevos, y lo que me callo… Se agradece, Coll, sos joya. Coll: Pero ¿qué he dicho…? Tip: Vivo de la ilusión, o sea, etimológicamente hablando, engañado. Solo me mantengo de ver crecer a mis hijas (si me dejan), la revolución y el cariño popular, aunque no faltan bordes que me odian por lo guapo que soy. Coll: ¡Fantasma! Tip: Tu putamadre. Coll: ¡Ese es mi Tip! Tip: Pelota, cobista. Coll: ¡A mis brazos. Tip: ¡Boludo! Coll: Le beso. Tip: Que te den…