Arsenio Fernández de Mesa Díaz del Río, parlamentario ferrolano del PP y hombre de confianza de Mariano Rajoy, ha visto recompensada esta fidelidad al actual presidente del Gobierno con su nombramiento como nuevo director general de la Guardia Civil. En los últimos días del pasado 2011, cuando el nombramiento estaba a punto de hacerse público, la prensa gallega recogía la noticia realizando una edulcorada semblanza de Fernández de Mesa. La Voz de Galicia, por ejemplo, destacaba que «está en posesión de la Gran Cruz del Mérito Naval» y aseguraba que se trata de «una persona de carácter dialogante, profundamente católico, apasionado del mar y más partidario de lograr acuerdos que de imponer sus posturas». La reseña biográfica se completaba con una breve alusión a su trabajo como funcionario del Estado, concejal del Ayuntamiento de Ferrol, Diputado del PP en cuatro legislaturas y delegado del Gobierno en Galicia durante la crisis del Prestige. Cualquier lector de la nota informativa podía extraer la conclusión de que el hombre situado al frente del Instituto Armado era un ciudadano de trayectoria ejemplar de acuerdo a los cánones de la ideología dominante en nuestra sociedad. El pasado de Arsenio Fernández, sin embargo, es bien diferente.
CACHORRO «ULTRA» DURANTE LA TRANSICIÓN
Uno de los medios digitales de la órbita del PSOE, El Plural.com, se encargaba de airear el pasado fascista de quien, a partir de ahora, dirigirá la Guardia Civil. Pero el testimonio sobre estos antecedentes políticos de Fernández de Mesa lo ofrecen algunos de los que fueron sus compañeros en el Instituto Concepción Arenal de El Ferrol, allá por los años 70. Según estos testimonios ‑recogidos por el citado medio digital – el director general de la institución armada fue uno de aquellos cachorros ultraderechistas que se dedicaban a sembrar el terror por las calles del Estado español con la connivencia de la policía. Hoy, los ex alumnos del Concepción Arenal recuerdan como el hombre «más partidario de llegar a acuerdos que de imponer sus posturas» se reunía en el patio exterior del instituto con otros cabecillas de los grupos ultraderechistas para presumir de sus hazañas y planear nuevas correrías. De acuerdo a la información recogida por El Plural, los jóvenes fascistas «repasaban actividades que habían protagonizado durante el fin de semana y preparar las que protagonizarían». Esas actividades consistían, básicamente, en salir a buscar a los «rojos» que en aquellos años luchaban en las calles contra los último coletazos de la dictadura franquista.
Durante los fines de semana el actual director general de la Guardia Civil y sus «camaradas» patrullaban las calles de la ciudad gallega, las discotecas y las zonas de reunión de los jóvenes ferrolanos, de la misma forma que hoy hacen los grupos de skinheads que agreden salvajemente a inmigrantes, izquierdistas, homosexuales o transeúntes cuyo aspecto desaprueban. Y Arsenio Fernández, al que todos conocían como «Cuco», era ‑según cuentan- un «joven que destacaba por sus modos».
DEFENSOR DEL HONOR DE FRANCO
El Plural.com recuerda ‑asimismo – el episodio coprotagonizado por Arsenio Fernández en 1977. En esa fecha, el alcalde de Cedeira – una localidad cercana a El Ferrol- decidió construir un monolito en honor a Francisco Franco . Ante la oposición popular que generó esta decisión el primer edil no tuvo dudas sobre a quién recurrir para defender la figura del dictador recientemente desaparecido. El día de la inauguración del monolito, que corrió a cargo del ministro de la dictadura Fernández de la Mora, el alcalde llamó a los jóvenes cachorros franquistas de El Ferrol. El acto acabó dando lugar a un violento enfrentamiento entre los demócratas del pueblo y las huestes fascistas.
LA FULGURANTE CARRERA DE UN DIRECTOR GENERAL POCO APLICADO
El padre de Arsenio Fernández de Mesa Díaz del Río fue un Ingeniero de Obras Públicas muy adicto al régimen franquista. El flamante director de la Guardia Civil, no obstante, según las informaciones recogidas por El Plural, no heredó de su progenitor el gusto por el estudio y el trabajo. Al parecer, su aprovechamiento académico en el instituto de enseñanzas medias en el que organizaba su «actividad» política juvenil fue más bien escaso. Por ello, tuvo que recurrir a la ayuda familiar para insertarse en el mundo laboral. De acuerdo a su biografía oficial, reproducida por la mayoría de los medios, Fernández de Mesa es funcionario del Estado en excedencia. Esta condición la adquirió en 1979, cuando entró a trabajar en el Ayuntamiento de el Ferrol como auxiliar de jardinería. Fue su propio padre, quien ya era funcionario del Ayuntamiento – afirma el Plural.com – «el que lo ayudó a abrir esa puerta, la más baja del funcionariado; eso sí, por oposición, aunque tal y como eran las oposiciones en aquel tiempo…». Pero Arsenio Fernández de Mesa – al que sus conocidos de entonces recuerdan como a un «joven díscolo» – no permaneció demasiado tiempo en ese puesto. Dejando esa primera ocupación, logró que lo emplearan como encargado de una empresa británica que se dedicaba a pintar buques. La International Marine Coatings. Permaneció en este cargo hasta que en 1988, quizá dando con su verdadera vocación, pasó a dedicarse de lleno a la actividad política como concejal de El Ferrol.
Como principal razón de su meteórico ascenso en la carrera política El Plural apunta al apoyo que Arsenio Fernández obtuvo de dos influyentes familias de la burguesía gallega. Los Suevos y los González Aller, uno de cuyos miembros llegó a ser edecán del Rey. Con estos poderosos padrinos Arsenio Fernández de Mesa se vio impulsado en las filas populares hasta llegar a diputado en el Congreso. Posteriormente sería designado Delegado del Gobierno en Galicia con Rajoy de ministro de la Presidencia, coincidiendo en este puesto con el accidente del Prestige y siendo corresponsable, por tanto, de la desastrosa actuación del Gobierno de José María Aznar.
Pese a su meteórico ascenso cuentan que Fernández de Mesa no ha visto satisfecha su ambición personal con su nombramiento como director general de la Guardia Civil. Y, según las informaciones suministradas por El Plural, sus valedores de la familia González-Aller y otros círculos influyentes del “PP gallego” estuvieron presionando hasta el último momento a Mariano Rajoy para que lo designase ministro de Defensa. Un objetivo al que «Cuco», al parecer, aún no ha renunciado.