Si existen grupos musicales que al pasar de los años, se han ido convirtiendo en un referente no solo por su musica, sino por su congruencia en sus ideas de lo que tiene que ser el arte y el compromiso social. Entre ellos debe de estar Radiohead.
En estos días, cuando la palabra crisis parece llenar todos los titulares de la prensa, cuando la violencia y el hartazgo son el principio y el fin del quehacer diario de una población cada vez más global y cada día más alejada entre sí; la creación artística tiene o debería de tener como una obligación, o como un objetivo principal, apegarse no sólo a los ideales e ideas honestas y transparentes, sino también ir de la mano con las demandas y exigencias de una mayoría que día a día es menos silenciosa. Sin embargo vemos que el mainstream ha cooptado toda coherencia, ha exprimido toda la honestidad de la creación artística y lo ha convertido, si acaso, en un discurso vacío, en un cuerpo sin entrañas que repite hasta el cansancio las mismas formulas encaminadas al éxito, pero nunca a la congruencia.
Claro, siempre encontraremos excepciones artísticas que desde su individualismo son capaces de hablar en colectivo, que su honestidad comienza por ellos mismos, en lo que ellos quieren y eso lo trasmiten, ya sea con un libro, una pintura, una escultura o como en el caso de Radiohead con un puñado de canciones.
Apareciendo en escena en plena efervescencia mediática de la “moda grungie” en la década de los noventa del siglo pasado y siendo una de las pocas agrupaciones inglesas portavoces de una generación que creció inmersa en los excesos de la década de los ochenta, que a fuerza de sudor y sangre se creó una identidad generacional; Radiohead tiene su único gran éxito a nivel masivo con una canción que es posiblemente la canción más alejada de lo que estos músicos querían y estaban haciendo. Esta canción de nombre Creep fue la que los puso en el mapa. Pablo Honey (1993) es el disco que la incluía y en el cual se encontraban otras canciones con mucha mayor calidad. Un disco intimista, emotivo, desgarrador por sus riffs densos que se insertaban en lo que en ese momento vendía, pero que se salían de aquel contexto pesado y agresivo. Una grabación con una fuerza rítmica única y que fueron perdiendo en sus otras grabaciones. Aunque decir perdiendo no es el verbo correcto ya que fue una perdida a propósito. Lo que se venía era más una concentración en la melodía, esto como un experimento, como una nueva forma de expresión musical, otra forma de hacer armonía. Llegando al tope del experimento con su obra maestra. Un disco grabado a principios del nuevo siglo donde la experimentación se da tanto en lo musical como en lo visual, siendo a la fecha el disco más vendido de la banda, pero también el más incomprendido, dejando un mal sabor de boca a sus creadores, pues las razones de su éxito no siempre fueron las mejores. Sin embargo habrá que reconocer que gracias a este disco ‑para bien o para mal- pasaron de su condición de banda alternativa a ser la cabeza de los carteles en los grandes festivales alternativos, y alcanzar así el estrellato mediático.
Aun cuando su obra maestra los llevó a la categoría de grupo consagrado, ganándose el respeto no sólo de los “rock fans” sino de otros escuchas de música alternativa como el jazz y la electrónica, incluido músicos y productores. Radiohead se sentía apresado, atado a los deseos de una transnacional que le da lo mismo grabar sonidos de consumo que experimentos; siempre y cuando estos dejen ganancias multimillonarias. A sabiendas de lo anterior la banda rompe con este tipo de corporativos y utiliza los medios que brinda la globalización: graban, producen y distribuyen en el 2009 su disco titulado In rainbows, trabajo que tiene un cariz democrático pues éste fue colgado en la página de internet de la banda para su descarga con un pequeño donativo que iba de cero dólares o lo que se quisieran donar, sacando meses después y de forma independiente un tiraje un físico que llevó a In rainbows a ser el disco más vendido en Inglaterra en el 2009.
Una vez más Radiohead llevó a cabo un experimento, esta vez con la democratización de su música, de su arte; consiguiendo mostrar que se puede vivir más allá de las corporaciones, el lucro y el negocio. Pero eso no es todo lo que ofrece esta producción, ofrece a un Radiohead mucho más maduro, en plenitud artística donde la experimentación musical ya es una necesidad genérica y no sólo un juego, un disco donde aún sigue predominando la melodía ante el ritmo pero llegando a un nivel más equitativo.
Que decir de Thom Yorke (2010), que ha dejado atrás sus lamentaciones para convertirse en una voz serena, sensata, casi podría decirse que feliz. Esto no sólo en la tesitura de su voz, también en las letras.
Pasaron casi dos años para que se animaran a presentarnos una nueva producción, un proceso que no fue fácil, pues grabaron el disco al menos dos veces hasta sentirse satisfechos con el resultado. Como siempre ha sido con esta banda, el disco primero debe de gustarles a ellos y después a los demás. Así debe ser el arte.
Este 2011 Radiohead regresa con un nuevo disco que apuesta por la misma fórmula de distribución y venta que el anterior, es decir ponerlo en línea y luego sacar una versión en físico (que incluye CD, Vinilo y otras sorpresas). En cuanto a lo musical, muchos dirán que no es su mejor trabajo, que alcanzaron la perfección en KID A (2000); sin embargo al ponerlo en el reproductor y hacerlo sonar de manera aleatoria se convierte en un gran disco. Difícil de definir por tracks independientes y al cual siempre se le encuentra un sonido nuevo que lo enriquece y lo maravilla. De Radiohead en este momento no se puede hablar de discos buenos o malos. The king of limbs (2011) tiene la fuerza, la honestidad y la congruencia que se espera en un disco de Radiohead.
Pero no dejemos fuera el compromiso social de esta banda, que al igual que en su música proyecta sustancia y honestidad en su discurso, y no solo el vacío de muchas otras agrupaciones que se dicen comprometidas con las luchas sociales.
En suma, cuando la crisis de los modelos civilizatorios comienzan a tambalearse, es bueno saber que existen figuras artísticas que con sus proyectos nos ayudan a sobrellevar lo que se viene. Eso es lo valioso en Radiohead. Nada mal para unos creeps