Ver­dad, reco­no­ci­mien­to, repa­ra­ción; tam­bién para Ángel- Mari Car­men Mañas, viu­da de Angel Berrueta

El pró­xi­mo día 13 de mar­zo se cum­pli­rán 8 años del ase­si­na­to, a manos de un poli­cía nacio­nal y su hijo, de mi mari­do y padre de mis hijos, Ángel Berrueta.

Ángel fue una víc­ti­ma del odio que, ocho años des­pués, no lle­ga­mos a com­pren­der. Un odio que ani­da­ba en esas per­so­nas. Un odio jalea­do por el gobierno cen­tral, tras los aten­ta­dos del 11M, empe­ña­dos en atri­buir­los a ETA, cuan­do sabían des­de el prin­ci­pio que habían sido per­pe­tra­dos por gru­pos islamistas.
Todos recor­da­rán que el moti­vo por el que ase­si­na­ron a mi mari­do no fue otro que el negar­se a poner un car­tel con­tra ETA en el esca­pa­ra­te de nues­tra tien­da, un car­tel exclu­si­va­men­te para nues­tro comer­cio, como reco­no­ció en el jui­cio la ins­ti­ga­do­ra del ase­si­na­to; espo­sa y madre de los que ase­si­na­ron a Ángel.

Ocho años en los cua­les hemos sufri­do, des­de el pri­mer momen­to, lla­ma­das tele­fó­ni­cas ame­na­zán­do­nos de muer­te, rotu­ras de coches, agre­sio­nes direc­tas, etc. Todo ello denun­cia­do, pero tam­bién archi­va­do en el saco de la basu­ra. El dele­ga­do de gobierno no tuvo la dig­ni­dad de res­pon­der a las lla­ma­das tele­fó­ni­cas y escri­tos que le reali­cé. No lo debió de con­si­de­rar una víc­ti­ma. El Ayun­ta­mien­to y Par­la­men­to tam­po­co lo con­si­de­ra­ron una víc­ti­ma polí­ti­ca, ya que se olvi­da­ron de salir a las puer­tas de sus res­pec­ti­vos edi­fi­cios para denun­ciar el ase­si­na­to de Ángel. ¡Que sí, seño­res! ¡Mi mari­do fue una víctima!

Ángel es una de las víc­ti­mas del con­flic­to que exis­te en este país. Así se reco­no­ce en la sen­ten­cia del jui­cio, «ase­si­na­to polí­ti­co», y que, des­gra­cia­da­men­te, tan­tas vidas, sufri­mien­to y dolor ha cos­ta­do a muchí­si­ma gente.

La ausen­cia de mi mari­do, el dolor y la rabia de ver las penas tan sua­ves que les impu­sie­ron a sus ase­si­nos, sabien­do que en cual­quier momen­to nos los pode­mos cru­zar en las calles, es por lo que me diri­jo a todas las ins­ti­tu­cio­nes para que tra­ba­jen por la solu­ción y la paz en este país. Una paz que tan­to hemos soña­do y que quie­ro dejar­les a mis hijos y sus gene­ra­cio­nes, aun­que para Ángel sea tar­de. Una paz don­de todas las víc­ti­mas ten­gan su reco­no­ci­mien­to y su ver­dad, y que no haya ni una víc­ti­ma más.

Has­ta aho­ra, todo lo que no han hecho los polí­ti­cos, lo ha hecho la gen­te de nues­tro barrio de Doni­ba­ne, de la que nos sen­ti­mos muy orgu­llo­sos y agra­de­ci­dos por toda la ayu­da y el alien­to que nos han dado, sin olvi­dar­nos del apo­yo que nos ha dado la gen­te de Eus­kal Herria. Pero cree­mos que va sien­do hora de que las ins­ti­tu­cio­nes nava­rras abran la mira­da a todas las víc­ti­mas. Por ello apo­ya­mos a la pla­ta­for­ma Angel Gogoan para que se reco­noz­ca a Ángel como víc­ti­ma y en su reco­no­ci­mien­to se le pon­ga una pla­ca en su recuer­do en la calle don­de fue ase­si­na­do. Solo pido ver­dad, reco­no­ci­mien­to y repa­ra­ción para todos y todas

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