Dos noticias dadas a conocer este fin de semana. China decidió aumentar su presupuesto militar en 11,2 por ciento, lo cual significaría un total superior a los 106 400 millones de dólares. Según Li Zhaoxing, portavoz del Parlamento, la idea es equiparar el desarrollo económico con el desarrollo militar, pero siempre bajo un carácter pacífico, no ofensivo.
Por su parte, en uno de sus artículos programáticos, el presidente electo de Rusia, Vladimir Putin, anunció una estrategia militar hasta el 2020, con un costo superior a los 700 mil millones de dólares, que reforzaría extraordinariamente al ejército del país euroasiático.
Putin habló, por citar solo algunos pocos ejemplos, de cientos de equipos cósmicos con capacidad militar, más de mil helicópteros, 50 buques de superficie, 600 aviones, entre ellos algunos caza de quinta generación, 400 misiles intercontinentales y una mayor capacidad nuclear. Estos ejemplos prueban que no se habla de nimiedades, sino de una considerable capacidad militar del ejército ruso.
¿Por qué aumentar los gastos militares? ¿Cuáles son las amenazas a su soberanía nacional detectadas por Moscú y Pekín? Tanto Rusia como China son economías emergentes que ponen en jaque con su desarrollo a dos pilares del poderío estadounidense. A la altura del 2030 China desplazará a la economía norteamericana del primer lugar, mientras Rusia erige una industria militar competitiva para el todopoderoso Complejo Militar Industrial de Washington. No por gusto, los documentos militares del Pentágono señalan a ambos países como los grandes enemigos al final del camino.
Por tal motivo, cuando analizamos a largo plazo todos los movimientos de Washington o la OTAN, podemos observar cómo van dirigidos a frenar los avances chino y ruso, además de destruir la alianza casi natural creada entre ambos países por la existencia de intereses comunes. Por un lado, aún persiste la construcción del escudo antimisiles en Europa Oriental y por el otro el avance del cerco por la parte asiática, donde Rusia tiene la mayoría de sus fronteras y China posee su espacio de desarrollo natural.
Las amenazas contra Siria e Irán se relacionan con ese objetivo, es decir, desestabilizar a ambas naciones con conflictos cercanos a sus territorios, y que además, den la justificación para tropas de la OTAN, europeas y estadounidenses. Es por eso, en parte, el veto chino y ruso a cualquier sanción contra Siria y el aumento de tono en las declaraciones respecto al conflicto que se escuchan desde las cancillerías en ambas naciones.
Prepararse para amenazas directa a su soberanía o a sus intereses es una actitud sensata. ¿De qué se habla en Washington? Desde sus primeros meses en el gobierno de Barack Obama habló sobre el poder inteligente, una estrategia imperialista y solapada con el fin de mantener el poderío estadounidense a nivel mundial. Hace poco se conceptualizó la defensa inteligente, basada en más espionaje, el uso de internet, la robótica y ojo, aumentar la presencia militar en Asia.
Es más claro que el agua: Estados Unidos se presenta más simulador, pero igual de peligroso. A quienes desean un mundo más equilibrado y multilateral, no les queda más que prepararse.