Cómo decirte que aunque difícil, no es imposible imaginar qué se siente cuando una parte de ti queda atrapada en los engranajes dentados de una máquina. Hecha para dañar y de la que no es fácil soltarse, porque el botón de stop nunca está en tus manos. Porque son otras las que lo manejan y lo hacen según dicte su necesidad de ensañamiento. Manos embutidas en trajes, más que en uniformes; que encierran con acuerdos, más que con llaves. Manos que pretenden detentar el patrimonio del sufrimiento. Y lo tienen. Hoy, lo tienen: para causarlo. .
Como decirte Txus, como deciros a todos, a vosotros quince, con vuestros dolores en el cuerpo o en la mente que, a pesar de esa distancia que imponen las paredes altas, los cristales dobles, las puertas cerradas y el silencio que durante tantas horas os rodea, estamos ahí. Ahí y aquí. Ahí, porque os queremos. Aquí, para todo lo demás. Para hacer saber a los que ya saben, y contarlo a los que lo desconocen. Para pelearnos contra todas las puertas, contra las que os encierran y contra esas otras que también son pesadas y fáciles de cerrar. Tan herméticas que así se quedan, aunque esté dando de aldabonazos la paz. Para deciros en fin, que no vamos a quedarnos mirando y esperando, ni vamos a conformarnos con lamentarnos y maldecir ‑aunque, la verdad, lo que alivia maldecir!-. Y que por eso el 31, en Iruñea, estaremos en la calle. Porque os queremos, claro. Por solidaridad, también. Pero sobre todo, porque vuestra excarcelación es vuestro derecho, nuestro compromiso y la responsabilidad de todos. Desde ahí te mandaremos Txus, os mandaremos a todos, nuestro mejor abrazo.