El pre­sen­te con­fir­ma la his­to­ria- Iña­ki Egaña

El tema qui­zás le abu­rra a más de uno. Es recu­rren­te y de vez en cuan­do sale a la pales­tra. Sin indul­gen­cias. Un buen puña­do de vas­cos cayó bajo las balas y las bom­bas de mer­ce­na­rios a suel­do de esta­dos. Has­ta hace bien poco. Un docu­men­tal de Canal+ Fran­cia lo ha saca­do a la pales­tra unos días atrás. Creo, sin­ce­ra­men­te, que en la medi­da que hus­mee­mos en los códi­gos de los esta­dos veci­nos, la actua­li­dad nos reve­la­rá que no fue­ron excep­cio­nes sino cos­tum­bres atávicas.

Lo digo por­que ten­go la impre­sión de que los aná­li­sis que se han hecho sobre el fenó­meno para­po­li­cial, inclu­so los más impli­ca­dos con la defen­sa de las tesis de sus víc­ti­mas, han erra­do en un tema de cala­do. La acti­vi­dad para­mi­li­tar no ha sido ano­ma­lía, ni siquie­ra una ver­sión extre­ma de aque­lla fra­se de Von Clau­se­witz, «la gue­rra es la con­ti­nua­ción de la polí­ti­ca por otros medios». La mal lla­ma­da «gue­rra sucia» ha for­ma­do par­te y for­ma par­te de esa gran mate­ria en dis­cu­sión des­de hace siglos: cómo abor­dar las ten­den­cias sepa­ra­tis­tas de los vascos.

Y por eso la tor­tu­ra, la con­ta­mi­na­ción mediá­ti­ca (las ulti­mas de Vocen­to sobre Bego­ña Urroz y Per­tur son de manual con­tra­in­sur­gen­te), las medi­das excep­cio­na­les polí­ti­cas, las ven­gan­zas sobre los pre­sos, las deten­cio­nes por razo­nes ideo­ló­gi­cas, el arrin­co­na­mien­to lin­güís­ti­co, las mul­tas… son ramas de un mis­mo árbol. Qui­zás me repi­ta, pero el recor­da­to­rio tele­vi­si­vo me vie­ne como ani­llo al dedo.

Una y otra vez reco­ge­mos las pala­bras de Feli­pe Gon­zá­lez como si entre líneas estu­vié­ra­mos a pun­to de cap­tar algún men­sa­je incri­mi­na­to­rio. Las fra­ses céle­bres del ya difun­to Fra­ga como aval de la com­pli­ci­dad. Las mira­das hui­di­zas de Ardan­za, no pre­ci­sa­men­te hacia los culot­tes de sus ciclis­tas, sino como cole­ti­lla a aquel «ya lo decía yo…». Las razo­nes de la acti­vi­dad esta­tal en la innom­bra­ble vía para­po­li­cial son eso, razo­nes de esta­do. Y en con­se­cuen­cia tie­ne dos acto­res por acción, PP Y PSOE, y otros dos por omi­sión, PNV e IU (PCE en su épo­ca). Los ava­les del Estado.

Qui­zás alguno me til­de de exa­ge­ra­do. O de radi­cal por eso de meter en la mis­ma ces­ta a ape­lli­dos diver­sos. No me ten­go pre­ci­sa­men­te por ami­go de los exce­sos. Lo que digan Gon­zá­lez o Ardan­za es lo de menos. Las acti­vi­da­des para­le­las del Esta­do son como la bio­gra­fía del rey espa­ñol. La mayo­ría esta­mos al tan­to de sus pea­jes his­tó­ri­cos, pare­jas extra­ma­ri­ta­les y tapa­de­ras empre­sa­ria­les. Nadie cree que fue­ra el sal­va­dor de Espa­ña ante la opción gol­pis­ta de los cuar­te­les aquel 23F. Más bien un actor secun­da­rio sal­va­do por un repar­to medio­cre. Y, sin embar­go, las voces de su amo ala­ban has­ta la sacie­dad sus reales moda­les. Si fue­ra mi rey sen­ti­ría ver­güen­za aje­na. No la sien­to por razo­nes obvias.

Algo simi­lar ocu­rre con la acti­vi­dad para­le­la de Espa­ña y de Fran­cia. Euro­pa, y en con­se­cuen­cia sus máxi­mos líde­res polí­ti­cos y eco­nó­mi­cos, cono­cen a la per­fec­ción la his­tó­ri­ca ten­den­cia his­pano-fran­ce­sa a resol­ver sus pro­ble­mas con la eli­mi­na­ción físi­ca de su disi­den­cia. En todas y cada una de las oca­sio­nes que en los últi­mos años se han reu­ni­do los diri­gen­tes jurí­di­cos y poli­cia­les euro­peos, Madrid y en otra medi­da París, han pues­to sobre la mesa su esti­lo. Para pre­sio­nar a su favor en la con­cep­ción de los nue­vos espa­cios represivos.

Lo hicie­ron en Tre­vi, en Schen­gen, en Áms­ter­dam, en Tem­pe­re… en la ges­ta­ción de la Euro­pol. Las euro­or­de­nes son inven­tos espa­ño­les y fran­ce­ses. Ani­mo a cual­quie­ra que ten­ga un rato libre a col­gar­se de Inter­net duran­te unas horas para com­pro­bar algo sor­pren­den­te, que los per­so­na­jes cita­dos por diver­sos medios como ins­ti­ga­do­res de la acti­vi­dad para­mi­li­tar con­tra mili­tan­tes o exi­lia­dos vas­cos, son los mis­mos que com­par­tían mesa con otras poli­cías euro­peas en los esce­na­rios cita­dos. Agen­tes pega­dos a un tra­duc­tor simul­tá­neo que trans­mi­tía a Euro­pa su deter­mi­na­ción y, por exten­sión, su odio hacia su disi­den­cia inter­na. Y Euro­pa tragó.

Ahí tene­mos, como para­dig­ma, la reso­lu­ción 1.530 del Con­se­jo de Segu­ri­dad de Nacio­nes Uni­das atri­bu­yen­do a ETA los aten­ta­do del 11 de mar­zo de 2004 que tuvie­ron lugar en Madrid. El pro­yec­to de reso­lu­ción, para los más des­me­mo­ria­dos, fue pre­sen­ta­do con­jun­ta­men­te por Fran­cia y Espa­ña. ¿Ridícu­lo? ¿Han escu­cha­do pala­bras al res­pec­to de Sar­kozy, Chi­rac, Ville­pin, Rajoy, Zapa­te­ro o Aznar? Yo tampoco.

Si la prue­ba para que el órgano supre­mo mun­dial con­de­na­ra a ETA por los aten­ta­dos de Madrid fue aque­lla famo­sa cin­ta de la Orques­ta Mon­dra­gón, patria chi­ca como alguien dijo de Txo­min Itur­be, Juan­jo Etxa­be y Pei­xo­to… ¿qué otros infor­mes habrá lle­va­do Espa­ña a Schen­gen, Áms­ter­dam o Tem­pe­re? Me ima­gino cosas increí­bles con solo leer los infor­mes poli­cia­les que ates­tan las ins­truc­cio­nes judi­cia­les de estos años, cami­se­tas del Ché Gue­va­ra, pega­ti­nas con­tra el TAV, dis­cos de vini­lo de La Polla… infor­mes incom­ple­tos de muer­tos de la lucha «anti­te­rro­ris­ta» como lla­ma­ba un des­pa­cho del Minis­te­rio del Inte­rior a las víc­ti­mas del terro­ris­mo estatal.

El esta­do tie­ne razo­nes que la razón no cono­ce. Fra­se mani­da. Las razo­nes de esta­do son con­cep­tos jurí­di­cos y polí­ti­cos. Y en lo refe­ren­te al tema que nos ocu­pa, la mesa, de cua­tro patas como cual­quier mesa que se pre­cie, ha esta­do for­ma­da, pre­ci­sa­men­te, con esas cua­tro extre­mi­da­des: accio­nes diplo­má­ti­cas, accio­nes poli­cia­les, accio­nes para­mi­li­ta­res y accio­nes comer­cia­les. ¿Por qué no han pues­to siglas como GAL, BVE, AAA y simi­la­res a la com­pra de avio­nes de tipo Mira­ge o a la ven­ta de tec­no­lo­gía para el tren de alta velo­ci­dad? En jus­ti­cia hubie­ran debi­do hacer­lo. Por­que todo ello obe­de­cía a una mis­ma línea de trabajo.

Mien­tras el minis­tro de Exte­rio­res via­ja­ba a París para entre­gar una lis­ta deta­lla­da con la ficha com­ple­ta de 137 exi­lia­dos vas­cos a los que había que per­se­guir, la dele­ga­ción comer­cial espa­ño­la civil nego­cia­ba los cupos ali­men­ta­rios y la mili­tar rega­tea­ba la com­pra de tan­ques y su fabri­ca­ción par­cial en sue­lo ibé­ri­co. Simul­tá­nea­men­te la Poli­cía espa­ño­la de pai­sano incor­dia­ba a esos exi­lia­dos, la gen­dar­me­ría los dete­nía y los mer­ce­na­rios con­tra­ta­dos por los ser­vi­cios espa­ño­les de inte­li­gen­cia mata­ban a Arga­la. Todo ello en la mis­ma sema­na. Efec­ti­vi­dad y ofen­si­va en toda regla.

Las cua­tro patas de la mis­ma mesa.

En nues­tra casa y en los últi­mos años, varios cen­te­na­res de miem­bros de orga­nis­mos anti­rre­pre­si­vos, de orga­ni­za­cio­nes polí­ti­cas, juve­ni­les, sin­di­ca­les, socia­les, de comu­ni­ca­ción, han sido dete­ni­dos, muchos tor­tu­ra­dos y otros tan­tos encar­ce­la­dos. En oca­sio­nes se les ha con­de­na­do por «cóm­pli­ces del terro­ris­mo». En otras, direc­ta­men­te, por «per­te­nen­cia a ban­da arma­da». El mon­ta­je ha sido espec­ta­cu­lar, gra­cias a esa sem­pi­ter­na «razón de estado».

Hecho el daño, fal­ta la reci­pro­ci­dad. La mayo­ría de los aten­ta­dos para­mi­li­ta­res eje­cu­ta­dos en tres gran­des fases de nues­tra his­to­ria recien­te, ape­nas han sido inves­ti­ga­dos por quie­nes debe­rían, agen­tes poli­cia­les y judi­cia­les. Un puña­do de poli­cías y mer­ce­na­rios fue­ron seña­la­dos. Sus nom­bres son de domi­nio públi­co. Pero, ¿cuán­do cono­ce­re­mos los nom­bres del res­to, del apa­ra­to civil que par­ti­ci­pó en esas ofen­si­vas de cua­tro entra­das (diplo­má­ti­ca, poli­cial, para­mi­li­tar y comer­cial)? Por­que, de Gar­zón a Mar­las­ca, de Rubal­ca­ba a Fer­nán­dez, dece­nas de jue­ces y poli­cías nos han recor­da­do que para ser un terro­ris­ta no hace fal­ta, nece­sa­ria­men­te, tener una pis­to­la deba­jo del sobaco.

Diver­sos orga­nis­mos lle­van lan­zan­do la idea de una Comi­sión de la Ver­dad que exa­mi­ne la inter­ven­ción de cada par­te en con­flic­to. La expe­rien­cia en este cam­po es amplia, des­de Lati­noa­mé­ri­ca has­ta Áfri­ca. Obje­ti­vo públi­co: la ver­dad. Atro­ci­da­des, que las hubo, acti­vi­da­des sin reco­no­cer, des­apa­ri­cio­nes, no solo las de Per­tur, Popo Larre o Napa­rra, sino otras que siguen sin escla­re­cer­se. Aquel refu­gia­do de Azkoi­tia, Peru Larra­ña­ga, ase­si­na­do en Hen­daia por un vete­rano de la gue­rra de Indo­chi­na. Aquel vecino suyo, Tomás Her­nán­dez, que algo debió de ver para que des­apa­re­cie­ra sin dejar ras­tro has­ta hoy.

Una ver­dad que se nos ha hur­ta­do escan­da­lo­sa­men­te. Víc­ti­mas que aún están sin reco­no­cer, la mayo­ría. Infor­mes, segu­ro que des­ter­ni­llan­tes, del esti­lo del de la Orques­ta Mon­dra­gón, envia­dos a las emba­ja­das de Holan­da, Cana­dá o Repú­bli­ca Domi­ni­ca­na para que Madrid y París logra­ran sus obje­ti­vos. Com­pras ver­gon­zo­sas, fies­tas y saraos millo­na­rios para ali­men­tar el ego de fis­ca­les y jue­ces espe­cia­les. Rega­los en car­ne, Exupe­ran­cias entran­do y salien­do de zonas privadas…

¡Qué lejos esta­mos toda­vía de la verdad!

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