De la misma manera que los rusos tienen su domingo sangriento, en el cual, la burguesía y el despotismo, en lugar de atender las justas reivindicaciones obreras, optaron por una matanza indiscriminada, en Euskal Herria, tenemos el tres de marzo en Gasteiz, en el que la burguesía española optó por la masacre y el crimen, en lugar de dar cauce a unas reivindicaciones obreras que, si se podían calificar de algo, eran justas y humanas.
Los irlandeses recuerdan otro domingo sangriento, en el que, los invasores británicos, también optaron por realizar una matanza entre la población de Derry, pese a que los manifestantes tan sólo pedían unos mínimos democráticos.
Es una constante en este tipo de estados y gobiernos el asesinar de la forma que lo hacen. Prefieren dejar un reguero de sangre por las calles, antes que dar su brazo a torcer y reconocer el carácter opresor de su sistema capitalista-imperialista.
Si el gobierno del Zar en 1905 hubiese dado cauce por vía pacífica a las justas reivindicaciones de las masas en San Petersburgo, de alguna manera hubiese reconocido que su monarquía, era corrupta, explotadora, asesina y se mantenía sobre la sangre de cientos de miles de campesinos y obreros que malvivían en unas condiciones miserables dentro de un guetto medieval. Eso, no lo podía hacer, por eso prefirió ametrallar al pueblo y llenar de luto la Rusia trabajadora.
De la misma manera, si los británicos hubiesen aceptado de manera pacífica las reivindicaciones de la comunidad irlandesa aquella tarde en Derry, se hubiese tratado de un reconocimiento en toda regla, de que, lo que había en el norte de Irlanda, era una ocupación militar colonial y que mantenía en el más absoluto apartheid a más de la mitad de la población.
Las tiranías jamás dan su brazo a torcer. Las dictauras capitalistas, a veces disfrazadas de pseudo-democracias, nunca aceptan la voz del pueblo, aunque le sobre a este la razón.
Por eso, los fascistas españoles no podían aceptar que, la clase obrera vasca mediante una huelga general y las movilizaciones de clase, lograse unos mínimos triunfos que hubiesen sido la evidencia de que, el gobierno del asesino Arias navarro era un gobierno fascista, colonial y que, en Euskal Herria se mantenía, bajo la violencia de las armas españolas y en base a la explotación de la clase obrera vasca.
Al igual que sus colegas británicos y rusos, optaron por ametrallar al pueblo y asesinar a cinco personas, sencillos trabajadores, que salieron a la calle para reivindicar justicia social y unas condiciones de vida dignas para la clase obrera.
Y es que la reflexión es esa. El fascismo, ya sea este, un fascismo medieval como el ruso, un fascismo democrático-colonial como el británico o fascismo a secas, como el español de 1976, antes asesina y acribilla a su propio pueblo, que escucha lo que dice la gente y atiende unas demandas elementales. Ahí queda la enseñanza para la historia.
El pueblo ruso acabó con el zarismo, el pueblo irlandés ha dado pasos hacia la independencia (hacia el socialismo ya es otro cantar) y el pueblo vasco, no hace sino, recordar a las cinco personas asesinadas en Gasteiz, como símbolo eterno por una Euskal Herria soberana, independiente y socialista que, sin duda, llegará el dia que la veamos, nosotr@s o nuestras o nuestros descendientes, pero llegará.
De Arias Navarro ya no se acuerda nadie. De Fraga, otro de los implicados en aquella carnicería, pasado un mes desde que se largó, pronto no será, ni siquiera, un recuerdo. Al igual que al generalísimo, pronto la gente le recordará con desprecio. De Martín Villa, Suárez y otros miembros de aquel gobierno que abrió fuego contra la clase obrera vasca, más de lo mismo. Olvido puro y duro.
Pero, de esos cinco hombres que cayeron en Gasteiz siempre se hablará. Y se hablará como referencia heroica de una clase obrera, la vasca, que no va a bajar la guardia y que no va a resignarse a vivir sin su sueño cumplido, la independencia y el socialismo.
Cada 3 de marzo, Gasteiz y Euskal Herria, tienen una lágrima reservada para esa gente, porque es nuestra gente. Porque murieron por una Euskal Herria mejor. Porque ante los ataques que nos vienen contra nuestros derechos, su memoria, debe ser acicate para luchar y no renunciar a unas conquistas sociales que costó sangre conseguir.
El día que seamos un país libre, un estado socialista, esta gente tendrá un lugar preferencial en nuestra historia. Del gobierno que ordenó disparar contra ellos, desprecio y olvido. Así se escribe la historia de los pueblos y naciones dignas.
Andoni Baserrigorri