En aquella etapa de nuestra convulsa historia nacional, un puñado de mujeres de toda Nicaragua se entregó intelectual y activamente a una lucha que todavía no termina, la que inspiró a Arlen Siu y a tantas otras jóvenes que murieron labrando un proceso que prometía darles el espacio que merecían. Luchaban por la Mujer Nueva, mientras los hombres luchaban por el Hombre Nuevo. Dejaron atrás los complejos de antaño y salieron de sus casas para hacer historia en las calles. Unas tardías, otras prematuras. Campesinas, obreras, intelectuales, internacionalistas, bachilleras, universitarias, todas, entusiastas, han construido una nueva Matria para Nicaragua.
Todas, cobijadas por la bandera feminista y en el quirófano de la guerra, parieron aquel tierno esperanzador que fue la Revolución Popular Sandinista. Todas, como en su momento Rosa Luxemburgo contra el imperialismo alemán, pujaron por una sociedad más justa, diferente, definitivamente integral.