No llaméis hijos de puta a los antidisturbios que apalean a niños de doce años.
No llaméis hijos de puta a los políticos que aprueban y alientan la brutalidad policial.
No llaméis hijos de puta a los jefes superiores de policía que llaman enemigos a los estudiantes.
No llaméis hijas de puta a las alcaldesas que justifican la represión diciendo que nos invade la extrema izquierda.
No llaméis hijos de puta a los reyezuelos que elogian a dictadores sanguinarios y se enriquecen con el fraude y el expolio.
No llaméis hijos de puta a los chulos de princesas.
No llaméis hijos de puta a los funcionarios que torturan al amparo del poder.
No llaméis hijos de puta a los jueces estrella que investigan la tortura en países lejanos y miran hacia otro lado cuando se produce delante de sus narices.
No llaméis hijos de puta a quienes apoyan a esos jueces.
No llaméis hijos de puta a los intelectuales y artistas que medran a la sombra de los grandes partidos políticos y de las mafias mediático-culturales.
No llaméis hijos de puta a los policías que acosan a quienes denuncian la tortura.
No llaméis hijos de puta a los periodistas que con sus mentiras o su silencio cómplice encubren la tortura.
No llaméis hijos de puta a quienes niegan el derecho de autodeterminación de los pueblos.
No llaméis hijos de puta a quienes convierten a los presos políticos en rehenes.
No llaméis hijos de puta a quienes instrumentalizan el dolor de las víctimas.
No llaméis hijos de puta a quienes confunden la justicia con la venganza.
No llaméis hijos de puta a los banqueros, los especuladores, los grandes empresarios, los jefes de la patronal…
No llaméis hijos de puta a los que nadan en la abundancia mientras otros se ahogan en la pobreza.
No llaméis hijos de puta a quienes roban a los pobres para dárselo a los ricos.
No llaméis hijos de puta a los líderes sindicales que traicionan a la clase trabajadora.
No llaméis hijos de puta a quienes se dicen de izquierdas y hacen o apoyan políticas de derechas.
No llaméis hijos de puta a los obispos pedófilos, misóginos e hipócritamente homófobos.
No llaméis hijos de puta a quienes tratan a las y los homosexuales como enfermos, pervertidos o delincuentes.
No llaméis hijos de puta a quienes intentan coartar el derecho de las mujeres a decidir libremente sobre su cuerpo.
No llaméis hijos de puta a quienes criminalizan el aborto.
No llaméis hijos de puta a quienes criminalizan la prostitución.
No llaméis hijos de puta a quienes criminalizan la lucha contra la barbarie capitalista.
Por favor, no insultéis a las honradas trabajadoras sexuales llamándolas madres de canallas, cobardes y traidores.