El residente Haji Samad declaró que once de sus familiares, entre ellos sus hijos y sus nietos, fallecieron en el incidente.
Samad, que enseñó fotografías con las paredes de su domicilio manchadas de sangre, declaró que «los americanos echaron químicos sobre sus cuerpos y les incineraron».
«He visto los cadáveres de once de mis parientes, entre ellos mis hijos y mis nietos», declaró entre lágrimas Samad, que había abandonado el pueblo sólo un día antes.
Este suceso tiene lugar en un momento especialmente tenso de las relaciones entre EEUU y Afganistán tras el hallazgo de varios ejemplares del Corán quemados en la base estadounidense de Bagram, una ofensa gravísima que desató numerosas protestas en todo el país, que se saldaron con 30 fallecidos, entre ellos dos oficiales estadounidenses muertos a tiros por un presunto infiltrado talibán dentro del Ministerio del Interior en la capital, Kabul.
Panjwai se encuentra a 35 kilómetros al oeste de la capital homónima de la provincia de Kandahar y se cree que es un foco de actividad insurgente.