Traducción del frances por Boltxe Kolektiboa
Con decenas de millones de parados, de trabajadores en precario, de pobres, de sin techo, etcétera, Europa se hunde profundamente en la miseria. Los pueblos de Europa, como «esclavos», se ven reducidos a vivir bajo la dictadura brutal del capital. Su vida y su destino están entre las manos de las multinaciones, de los mercados financieros, de las agencias de notación, de los expertos de la Unión Europea, del BCE, del FMI, que deciden en su lugar. Los gobiernos repiten a lo largo de todo el día y de la noche que su properidad, su bienestar y su felicidad residen en los planes de rigor y de austeridad. Y cuando se organizan elecciones, los institutos de sondeos y los medios de comunicación se encargan de «ayudarles» dictándoles lo que han de escoger. Esta «farsa democrática» se hace regularmente y lleva a la dirección de los Estgados a partidos cuya misión es la de ejecutar las órdenes de los monopolios que detentan el verdadero poder. Algunas veces, la clase dominante no juzga que sea útil realizar elecciones. Entonces escoge sus gobernantes sin preocuparse lo más mínimo de la opinión de las poblaciones. Solo han hecho falta unos pocos días para reemplazar Georges Papandreu y Silvio Berlusconi. En su lugar, la burguesía ha puesto hombres que servirán a sus intereses de una manera más brutal y más violenta aplicando su política de destrucción de lo que queda del tejido económico y social. Grecia e Italia se encuentran a partir de ahora bajo la tutela de la Unión Europea. La soberanía nacional y la democracia han sido de esta manera vaciadas de su contenido y transformadas en una mascarada burda y ridícula.
En España, J.L. Zapatero ha arruinado a su país a golpes de planes de austeridad antes de ceder su plaza a Mariano Rajoy. Solamente algunos meses después de las elecciones legislativas de noviembre de 2011, los españoles se han dado cuenta que M. Rajoy, por el que votaron masivamente, aplica las mismas recetas económicas que J.L. Zapatero. Más de 100.000 parados suplementarios, solamente en el mes de febrero de 2012, han llevando el número total de hombres y mujeres privados de empleo a 4,7 millones, ¡récord absoluto para la España de Zapatero y Rajoy! Decepcionado, desamparado e indignado, el pueblo de España ha salido masivamente a la calle el 19 de febrero de 2012 y se pondrá en huelga general el 29 de marzo para protestar contra esta política de miseria impuesta por el capital a través de los gobiernos. En las regiones autónomas de Valencia y de Galicia se han realizado importantes movilizaciones populares contra esta política miserable llevada a cabo por el gobierno regional y por el central. En Andalucía, duramente castigada por el paro, los obreros agrícolas vuelven a realizar ocupaciones de tierras. Desde el 4 de marzo, 500 obreros agrícolas ocupan la Finca Somonte, cerca de Córdoba. Esta ocupación de tierras recuerda las gloriosas luchas realizadas por los ahbitantes de Marinaleda en los años 80.
En los Países Bajos, presentados con Alemania como el modelo a seguir y a quien las agencias de notación han acordado la «triple A», se encuentran ante un claro aumento del paro y una recesión persistente. Como los otros países de la Unión Europea, sufren de lleno la crisis del capitalismo. La burguesía holandesa va a aprovechar esta situación para recortar los gastos públicos en educaciòn y en salud especialmente. Aprovechará igualmente para «flexibilizar» un poco más el mercado del trabajo para mayor felicidad de la patronal neerlandesa.
Las pocas diferencias aparentes que no de esencia que existen entre el UMP y el PS, dos partidos que se alternan en el poder en Francia desde hace decenas de años despreciando lo que ellos llaman los «pequeños partidos», no serán suficientes para invertir esta tendencia de fondo. Todo lo contrario, esta alternancia, profundamente arraigada en la Unión Europea, no hace más que empeorar la situación económica y social de los trabajadores. La burguesía francesa, como todas las otras burguesías europeas, está determinada a acabar con el conjunto de logros sociales arrancados por las generaciones anteriores a través de fuertes luchas. A lo largo de la campaña electoral, la clase dirigente francesa ha destilado, como un veneno mortal, su discurso lleno de odio y fascisante y ha creado un clima sofocante y detestable. Francia nunca ha conocido una campaña electoral tan mediocre y peligrosa. Globalmente ha conseguido relativamente fácil ocultar durante toda la campaña electoral, gracias a los medios de comunicación, las desgracias que roen la vida de los ciudadanos en el día a día (paro, precariedad, Salud, Educación, vivienda, etc.). Sea cual sea el partido que saldrá vencedor de las elecciones presidenciales y legislativas de 2012, tendrá como responsabilidad princial la de continuar la política de austeridad con todas sus consecuencias dramáticas para las capas populares.
En toda Europa, con o sin elecciones, en el Este como en el Oeste, es siempre la misma política al servicio de los mismos intereses que se realiza: maximilización de las ganacias sea cual sea el precio que las poblaciones tengan que pagar.
Corrupción, escándalos financieros, negocios de todos los tipos se multiplican en el momento mismo en que la burguesía exige de las clases populares sacrificios cada vez más insoportables. Imposición de cargos directivos, jubilaciones doradas, primas, bonos y opciones sobre acciones son alegramente concedidas a los dirigentes de las grandes empresas, incluso cuando despiden a los que han producido esas riquezas, los asalariados.
Para esconder su responsabilidad en la destrucción masiva de las economías europeas y desviar la cólera y el combate de los trabajdores y asalariados en general de los verdaderos problemas económicos sociales y políticos, la burguesía europea fabrica cabezas de turco. El «extranjero», el «negro», el «musulmán», el «gitano», los «sin papeles», etc., todos aquellos cuya fuerza de trabajo la burguesía ya no necesita más son presentados ante una población traumatizada y pauperizada por los diferentes planes de austeridad como los verdaderos responsables de las desdichas de Europa. La clase dirigente intenta, a través de esta estigmentación generalizada, ocultar su quiebra económica y moral. Moviliza a los gobiernos, los medios de comunicación, la justicia, etc., para perseguir estos enemigos que «roban» el empleo a los «verdaderos» europeos y rebajan «la civilización europea». Recordemos, para no olvidarlo, que fue en nombre de esta misma «civilización» que la burguesía europea, en búsqueda desenfrenada de más ganancias, invadió y colonizó todo el mundo al precio de las peores masacres de la historia. Los crímenes de la burguesía en Europa y en el mundo, a menudo en nombre de esta pretendida «civilización», son inumerables y van más alla del maarco de este artículo.
Pero a pesar de todas estas desdichas, el capital y su clase, la burguesía, producen y preparan al mismo tiempo las condiciones materiales de transformación social y de superación del capitalismo. Los trabajadores y los asalariados en general no tienen nada que esperar de este sistema que les oprime. Todo lo contrario, tienen un mundo a ganar trabajando unidos en su propia emancipación. Recordemos que en este sistema la vida de los hombres en sí misma no tiene nungún valor.
La abolición del capitalismo y la construcción del socialismo son las únicas perspectivas. El socialismo, sin embargo, no es un dogma, un modelo, un idea, es un movimiento que coge su fuerza de la realidad económica, social y política engendrada por el capitalismo mismo. La sociedad burguesa actual tiene cada vez más difícil enmascarar lo oposición entre el desarrollo prodigioso de las ciencias y de la técnica que da una potencia científica a la producción nunca antes vista en la historia y el reparto de las riquezas que continúan concentradas entre las manos de una minoría: riquezas fabulosas para una pequeña parte de la población, por un lado, y miseria sórdida para la mayoría, por otro.
El ejemplo de la situación material de las capas populares, en relación a la minoría dominante en Grecia, España, Portugal, y pronto en Italia, Reino Unido, Francia, sin hablar de los países de Europa del Este, es elocuente. El desarrollo de las asociaciones caritativas como los Restaurantes del Corazón [les Restos du Coeur] en Francia o la distribución de la sopa popular por los ayuntamientos y la iglesia en Grecia, el trabajo de los niños que dejan la escuela para ayudar a sus padres en paro, no son más que algunos signos visibles de esta miseria que se extiende por Europa. El pauperismo en Europa es una realidad que la propaganda de la clase dominante no consigue esconder.
Pero el capitalismo no desaparecerá por si solo. Cuanto más se hunde en la crisis, más peligroso es. Se ve en Europa en las artimañans del capital financiero que es un componente esencial del sistema visto en su totalidad. Se constata igualmente en el mundo árabe en donde el imperialismo intenta romper, directa o indirectamente, el impulso y la vitalidad revolucionaria de los pueblos. En América Latina, utiliza los medios de los que dispone para aplastar y bloquear las experiencias originales de ciertos países que intentan salir del capitalismo para ir hacia el socialismo: control de los recursos naturales, nacionalización de amplios sectores de la economía, repartro más equitable de las riquezas, acceso universal a la educación, a la salud, protección del medio ambiente, resistencia al imperialismo americano, etcétera.
El crepúsculo del capitalismo no significa por lo tanto el alba del socialismo.
Si ciertos países de América Latina deplegan esfuerzos reales para progresar hacia el socialismo del siglo XXI, Europa se hunde en la noche oscura del capitalismo: privatizaciones de todos los sectores de la actividad económica, sumisión total al capital, subida del neofascismo, guerras interiores y exteriores, desprecio absoluto de la vida de los hombres, etcétera. Desgraciadamente, el proyecto de pasar a la sociedad socialista no es más que un horizonte lejano para las fuerzas del progreso en Europa. Destrozados por el paro masivo y la «guerra de todos contra todos» en un mercado de trabajo mundializado, la clase obrera en Europa tiene dificultades para producir direcciones sindicales y políticas capaces de resistir eficazmente a los asaltos del capitalismo. La burguesía saca fuerzas de la debilidad de sus enemigos de clase.
Sin embargo, hay revueltas un poco por todos los lados. Todavía son tímidas, dispersas, aisladas las unas de las otras, efímeras y sin un proyecto realmente socialista. Pero la huída hacia adelante de la burgesía en las políticas de aussteridad va a agravar todavía maś la situación material de amplias capas de la población: los trabajadores y el conjunto de las víctimas del capitalismo en Europa deben prepararse para nuevos combates si no quieren ver empeorar su existencia. Las fuerzas del progreso, en cada país, primeramente, deben amplificar las movilizaciones que ya existen y seguidamente extenderlas a toda Europa. La lucha contra el capitalismo envejecido no debe limitarse a una guerra de escaramuzas contra sus efectos. Es necesario trabajar al mismo tiempo en la propia desaparición del capitalismo y en la construcción del socialismo.
Mohamed BELAALI
29 de marzo de 2012
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