En la primera semana de Abril del presente año, una noticia estremeció a todo el mundo, Dimitris Christoulas jubilado farmacéutico griego, de 77 años, se suicidó de un tiro en la cabeza frente a una multitud en una plaza de Atenas, en su bolsillo y en su casa dejó una carta en la que decía:
“…El Gobierno de Tsolakoglou ha aniquilado toda posibilidad de supervivencia para mí, que se basaba en una pensión muy digna que yo había pagado por mi cuenta sin ninguna ayuda del Estado durante 35 años. Y dado que mi avanzada edad no me permite reaccionar de otra forma (aunque si un compatriota griego cogiera un kalashnikov, yo le apoyaría) no veo otra solución que poner fin a mi vida de esta forma digna para no tener que terminar hurgando en los contenedores de basura para poder subsistir. Creo que los jóvenes sin futuro cogerán algún día las armas y colgarán boca abajo a los traidores de este país en la plaza Syntagma, como los italianos hicieron con Mussollini en 1945.”
La trágica muerte de Dimitris, más que una actitud de impotencia y frustración como lo ha presentado la prensa internacional, representa un hecho político de resistencia y dignidad, que se suma a la movilización de miles de griegos que hoy toman las plazas de Atenas en protesta contra el drástico paquete de ajustes neoliberales que el gobierno impone por exigencia del poder financiero y tecnocrático Europeo.
En el contexto de estos hechos, encontramos que en Grecia las pensiones de jubilación se han recortado desde el inicio de las medidas de austeridad del gobierno en 2010 alrededor de 15 por ciento, y que las de más de 1.200 euros se han reducido en un 20 por ciento adicional. Ciudadanos que toda su vida ahorraron disciplinada y pacientemente para lograr el sosiego en su vejez, hoy encuentran que todo se ha venido abajo, su dinero no existe, otros lo gastaron o mal invirtieron en los juegos de títulos que se evaporaron con la crisis financiera desatada desde el 2008.
La seguridad social, o la previsión, es una institución enraizada en las diversas sociedades desde hace muchos siglos, surgió como una práctica solidaria alrededor de la preocupación por los desvalidos o por el futuro incierto. En la postguerra, después de la declaración formal de los derechos humanos en 1948, la seguridad social desarrolla una estructura normativa internacional y nacional que la formalizó como derecho; los estados nacionales crean estructuras de previsión o seguridad social y dentro de éstas los fondos de pensiones, los cuales desde el ahorro de los trabajadores, garantizaban la vejez de la población.
Pero desde la década de los años 70, la voracidad neoliberal destruye el sentido solidario de esta institución y lo convierte en un botín, se da el paso a la privatización de los fondos de pensiones. Estos fondos entran a ser manejados ya no por los Seguros Sociales Públicos, sino, por los fondos privados de pensiones.
El suculento bocado del ahorro de la gente, comienza a llenar las arcas del capital financiero, éste de manera rápida comienza a invertir estos fondos en títulos y otras dudosas inversiones en el exterior. En Chile por ejemplo para 2008, según datos del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo alternativo CENDAS, “el 95.2% de los fondos invertidos en el exterior lo estaban en renta variable, en países fuertemente impactados por la crisis y en instrumentos altamente riesgosos. Desde el inicio de la crisis el 25 de julio del 2007 y hasta el 30 de septiembre del 2008, los fondos de pensiones habían perdido 20.37 millones de dólares de hoy, que equivalen a un ‑18.97%”. Todo esto, ha sido responsabilidad de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) privadas, las cuales juegan y pierden el dinero de los viejos, mientras se presentan ante el mundo como los expertos en eficiencia.
El credo capitalista Neoliberal soportado en la prédica de Hayek y Fridman, destruyen la solidaridad como valor y hacen hegemónica una nueva antropología desde el egoísmo y el utilitarismo; sin embargo, una y otra vez, su modelo colapsa y se muestra como lo que es, un modelo gansteril de desposesión, de robo disfrazado, dirigido a incrementar la riqueza de los ya muy, muy ricos.
Pero hay otra alternativa para construir la sociedad y la vida, es posible construir la sociedad desde criterios socialistas, es posible recuperar la solidaridad como centro de las relaciones sociales y construir políticas que garanticen el buen vivir y la felicidad social.
En Venezuela, tras la derrota del modelo neoliberal por parte de la insurgencia popular, instaurada en el caracazo y en los levantamientos cívico militares de 1992, la alternativa socialista se valida desde realizaciones tangibles, los fondos de pensiones se preservan como parte de lo público y el estado nacional como garante de los derechos. Durante estos 12 años de gobierno Bolivariano, el número de pensionados ha venido en aumento, para 1998 existían 211.040 pensionados, para el 2010, el número ascendía a 1.544.856 pensionados.
Hoy Europa asiste a una crisis, producto de la dura receta neoliberal de austeridad y privatizaciones; mientras Venezuela avanza tejiendo su futuro en clave de solidaridad: En clave socialista.¡
Jesse Chacòn
Director GISXXI
www.gisxxi.org
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