Coman­dan­te Iván Már­quez: «Pre­ten­der que la gue­rri­lla se entre­gue es creer en ilu­sio­nes»- Anncol

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I

Car­ta de Iván Már­quez a la “poli­tó­lo­go” María Jime­na Duzán: “exis­te en la natu­ra­le­za del hom­bre social un dere­cho inalie­na­ble que legi­ti­ma la insurrección”

María Jime­na

Res­pon­do su misi­va de mar­zo en medio del cla­mor de paz que ince­san­te se ele­va des­de aba­jo, gri­to ron­co del común, sen­ti­mien­to orgu­llo­sa­men­te ple­be­yo, estre­llán­do­se con­tra el muro de la sor­de­ra del poder, con­tra la vio­len­cia y el terro­ris­mo de un Esta­do que hoy osten­ta sin son­ro­jo la indig­nan­te pre­sea de haber­nos con­ver­ti­do en el ter­cer país más des­igual del mun­do. Somos un sue­ño de paz en cons­truc­ción, des­de Mar­que­ta­lia en el 64 y des­de mucho antes. La bús­que­da de la paz con jus­ti­cia social es un prin­ci­pio rec­tor, fun­da­cio­nal, el nor­te ver­da­de­ro de una estra­te­gia. No enfren­ta ni divi­de a las FARC. Cuan­do algún ana­lis­ta esti­pen­dia­do gol­pea el bom­bo mediá­ti­co de la exis­ten­cia de una línea paci­fis­ta y otra gue­rre­ris­ta no deja de arran­car­nos una leve son­ri­sa. La his­tó­ri­ca cohe­sión del Esta­do Mayor Cen­tral de las FARC, que es el gran lega­do de Manuel, no se deja ano­na­dar por diva­ga­cio­nes taciturnas.

En la déca­da de los 80 vi al vie­jo Jaco­bo Are­nas abra­zan­do como un niño, la enso­ña­ción de ver­se en las pla­zas públi­cas como tri­buno, coman­dan­do la alter­na­ti­va polí­ti­ca para Colom­bia y la mar­cha incon­te­ni­ble por la paz. No fue posi­ble, María Jime­na, usted lo sabe. Mata­ron la espe­ran­za de la Unión Patriótica.

CON CIERTA TRISTEZA YA LEJANA, debe­mos admi­tir que Cara­cas y Tlax­ca­la fue­ron una opor­tu­ni­dad per­di­da. Gavi­ria y Hom­mes, poseí­dos ya por el Mefis­tó­fe­les neo­li­be­ral, no admi­tían otra dis­cu­sión que no fue­ra la entre­ga de las armas y la des­mo­vi­li­za­ción de la gue­rri­lla. Abo­rre­cían como sus suce­so­res siguen abo­rre­cien­do el cam­bio de las injus­tas estruc­tu­ras, el sen­ti­mien­to de sobe­ra­nía y el fin de los pri­vi­le­gios, cimien­tos de la ver­da­de­ra paz. Ni ellos mis­mos pue­den enor­gu­lle­cer­se hoy de haber abier­to las puer­tas a la des­na­cio­na­li­za­ción de nues­tra eco­no­mía ni de su infa­me decla­ra­to­ria de gue­rra inte­gral con­tra el pue­blo. Pero debo con­fe­sar­le, María Jime­na, que noso­tros, lec­to­res asi­duos de su colum­na y segui­do­res de sus deba­tes radia­les, casi no la reco­no­ce­mos en su lec­tu­ra un poco pre­ca­ria de los moti­vos que deter­mi­na­ron el fra­ca­so de los diá­lo­gos del Caguán.

¿Por qué no creer­les al expre­si­den­te Pas­tra­na y al exco­mi­sio­na­do de paz Víc­tor G. Ricar­do? Ellos han afir­ma­do en todos los tonos, que bus­ca­ron el diá­lo­go como una manio­bra para ganar tiem­po fren­te a pro­ble­mas cla­ra­men­te iden­ti­fi­ca­dos como la sequía de recur­sos para la gue­rra y la urgen­cia de una rein­ge­nie­ría del ejér­ci­to y de la estra­te­gia con­tra­in­sur­gen­te. No impor­ta­ba des­pe­jar cin­co muni­ci­pios si lo que se bus­ca­ba era sal­var un régi­men tambaleante.

Y de hecho, cuan­do con­si­de­ra­ron alcan­za­do este pro­pó­si­to, ya dise­ña­do el Plan Colom­bia por los estra­te­gas del Coman­do Sur del ejér­ci­to de los Esta­dos Uni­dos, decla­ra­ron rotas las con­ver­sa­cio­nes. Y ni siquie­ra aten­die­ron el pro­to­co­lo de res­pe­tar el tiem­po de espe­ra con­ve­ni­do para el reini­cio de las accio­nes béli­cas. Tenien­do en cuen­ta estas cir­cuns­tan­cias pode­mos afir­mar que los diá­lo­gos del Caguán nacie­ron muer­tos. ¿Quién bur­ló enton­ces al país?

PRETENDER HOY EN DÍA LA ENTREGA DE LAS ARMAS y la des­mo­vi­li­za­ción de la gue­rri­lla, con el some­ti­mien­to a una jus­ti­cia, que pre­ci­sa­men­te que­re­mos des­tro­nar, es tan solo una ilu­sión será­fi­ca. Diría­mos que un irres­pe­to más a un país que está sien­do des­po­ja­do por las trans­na­cio­na­les y enga­ña­do por leyes de prestidigitadores.

Debe­mos parar esa «loco­mo­to­ra del desa­rro­llo» que todos los días se lle­va el petró­leo, el car­bón, el oro y el ferro­ní­quel, recur­sos que debie­ran emplear­se en la solu­ción de los gra­ves pro­ble­mas socia­les del país. El impac­to ambien­tal es un desas­tre. A la hora de hablar de paz, estos temas no deben des­apa­re­cer de la agen­da, no se pue­de borrar la supera­ción de las cau­sas gene­ra­do­ras del con­flic­to, la rever­sión de la polí­ti­ca neo­li­be­ral…, y el pue­blo no pue­de que­dar por fue­ra de la mesa.

Res­pe­ta­mos, María Jime­na, su con­vic­ción con­tra la lucha arma­da, pero al mis­mo tiem­po alber­ga­mos la espe­ran­za de que la inte­li­gen­cia entien­da que esta­mos hacien­do uso de un dere­cho uni­ver­sal. Bolí­var nos dice que «aun cuan­do sean alar­man­tes las con­se­cuen­cias de la resis­ten­cia al poder, no es menos cier­to que exis­te en la natu­ra­le­za del hom­bre social un dere­cho inalie­na­ble que legi­ti­ma la insu­rrec­ción». Sin embar­go, esta­mos dis­pues­tos a la fir­ma de un tra­ta­do de regu­la­ri­za­ción de la gue­rra, que reco­ja las espe­ci­fi­ci­da­des del con­flic­to colom­biano para hacer menos dolo­ro­sas sus con­se­cuen­cias, al tiem­po que pro­pen­de­mos por un acuer­do de paz, un nue­vo con­tra­to social que pon­ga fin a la con­fron­ta­ción béli­ca remo­vien­do las cau­sas que la generan.

LAMENTABLEMENTE EN COLOMBIA el acto de la rebe­lión ha sido des­fi­gu­ra­do en su carác­ter al pri­vár­se­le la cone­xi­dad con con­duc­tas que le son inhe­ren­tes, todo en desa­rro­llo de una estra­te­gia para disua­dir con penas seve­ras la resis­ten­cia, que ni siquie­ra pre­vé que la opo­si­ción de hoy pue­de maña­na acce­der al poder, y que, siem­pre será nece­sa­rio invo­car un tra­ta­mien­to más bené­vo­lo hacia el opo­si­tor. Algu­nos se escan­da­li­zan por­que un pri­sio­ne­ro de gue­rra pase 14 años con­fi­na­do en la sel­va, pero se tor­nan cie­gos y mudos cuan­do hay gue­rri­lle­ros como Simón Tri­ni­dad con­de­na­dos a 60 años de pri­sión en el des­tie­rro, y con cade­nas físi­cas. Nin­guno de los dos casos debie­ra ser.

Dice usted que no nos cree cuan­do anun­cia­mos el fin de las reten­cio­nes eco­nó­mi­cas, y en cam­bio nos exi­ge más y más ges­tos de paz, y ni uno solo al gobierno. Tal vez se ha des­va­ne­ci­do en su memo­ria que hemos libe­ra­do uni­la­te­ral­men­te a unos 500 pri­sio­ne­ros de gue­rra cap­tu­ra­dos en com­ba­te, reci­bien­do del Esta­do reci­pro­ci­dad cero.

El esta­ble­ci­mien­to, ni siquie­ra per­mi­tió al gru­po de muje­res ges­to­ras de paz –que inter­ce­die­ron para la libe­ra­ción de sus pri­sio­ne­ros de gue­rra- la visi­ta a las cár­ce­les para veri­fi­car las con­di­cio­nes de reclu­sión de los gue­rri­lle­ros y de los miles de pri­sio­ne­ros políticos.

No debie­ra, María Jime­na, colo­car­se esa ven­da sub­je­ti­va sobre sus ojos. Pre­via­men­te al anun­cio, Timo­león Jimé­nez, nues­tro coman­dan­te, hizo una con­sul­ta a todos los Blo­ques, y la ver­dad es que nin­guno de ellos tie­ne per­so­nas rete­ni­das con ese pro­pó­si­to. País libre es una orga­ni­za­ción para-guber­na­men­tal de men­ti­ro­sos que nece­si­ta jus­ti­fi­car las ayu­das inter­na­cio­na­les e ins­ti­tu­cio­na­les que recibe.

Unos de 341 sol­da­dos cap­tu­ra­dos en com­ba­te con las FARC que fue­ron entre­ga­dos a la Cruz Roja Inter­na­cio­nal en junio de 2011.

Ya que recuer­da bru­mo­sa­men­te mi paso fugaz por el Con­gre­so de la Repú­bli­ca con­si­de­ro per­ti­nen­te pre­ci­sar­le que con Alfon­so Cano y Raúl Reyes, y muchos otros com­ba­tien­tes, fui­mos obli­ga­dos por el Esta­tu­to de Segu­ri­dad de Tur­bay Aya­la y el Esta­do de Sitio per­ma­nen­te, a abra­zar la lucha arma­da. Y que muchos de los diri­gen­tes de las movi­li­za­cio­nes popu­la­res de hoy, son los hijos y here­de­ros de una gene­ra­ción de revo­lu­cio­na­rios, des­ca­be­za­da por la intran­si­gen­cia del Esta­do y el geno­ci­dio de la Unión Patriótica.

Esa intran­si­gen­cia de las éli­tes está atrin­che­ra­da tras la máqui­na de gue­rra del Esta­do y tras esa arro­gan­cia vio­len­ta que les vie­ne del apo­yo de Washing­ton, pero no hay que des­es­ti­mar que los nego­cios de esas éli­tes están inmer­sos en la cri­sis sis­té­mi­ca del capi­tal y que la entre­ga dolo­ro­sa de la sobe­ra­nía es gaso­li­na y car­bón que pue­de encen­der la indignación.

Cau­sa cier­ta per­ple­ji­dad su des­co­no­ci­mien­to de las moti­va­cio­nes polí­ti­cas e ideo­ló­gi­cas que ani­man a las FARC, que la lle­van dócil­men­te, sin mucha refle­xión, a equi­pa­rar­nos con las Bacrim. Usted sabe que esa sigla fue inven­ta­da por el gobierno para inten­tar inú­til­men­te des­lin­dar­se de los crí­me­nes de lesa huma­ni­dad del para­mi­li­ta­ris­mo de Estado.

EN LA PLATAFORMA BOLIVARIANA por la Nue­va Colom­bia está pin­ce­la­do un pro­yec­to polí­ti­co de nue­va socie­dad. Dudo que algu­na vez pue­da ver a un coman­dan­te de las FARC hama­queán­do­se, liban­do los lico­res que usted ima­gi­na, des­co­nec­ta­do de la pasión que lo empu­ja sin cesar a la tarea de la cons­truc­ción de la Nue­va Colom­bia, sobe­ra­na, en demo­cra­cia, jus­ti­cia social y paz.

Es obvio que no esta­mos en la ori­lla de los que pillan nues­tros recur­sos y cau­san la pobre­za de 30 millo­nes de com­pa­trio­tas. Mirar las posi­bi­li­da­des de paz des­de la ori­lla del empre­sa­rio Luis Car­los Sar­mien­to Angu­lo, por ejem­plo, que dia­ria­men­te des­po­ja a unas 10 fami­lias de sus casas adu­cien­do no pago cuan­do la gen­te ha can­ce­la­do tres veces y más el valor de las mis­mas, es correr el ries­go de que­dar­nos atra­pa­dos eter­na­men­te en la noche de la gue­rra. ¿A estos tipos debe­mos ren­dir­les pleitesía?

Des­pués de andar todos estos años con un fusil en las manos y la fla­ma de la paz en el cora­zón, recor­dan­do a los caí­dos, pen­san­do en los humil­des, creo tener más razo­nes que nun­ca para luchar por el ideal de dig­ni­dad de un pue­blo has­ta las últi­mas con­se­cuen­cias. Si la paz ha de venir por la vía de la solu­ción polí­ti­ca, bien­ve­ni­da sea. Es lo que anhe­la­mos todos. Tene­mos fe cie­ga en la fuer­za de la movi­li­za­ción y mar­cha del pue­blo por la paz.

Iván Már­quez

* Inte­gran­te del Secre­ta­ria­do del Esta­do Mayor Cen­tral de las FARC-EP. Mon­ta­ñas de Colom­bia, abril 20 de 2012

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