O ellos, o noso­tros- Anto­nio Maira

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Creo que casi todos somos cons­cien­tes de que la oli­gar­quía finan­cie­ra, indus­trial y polí­ti­ca nos ha que­bra­do el país, dejan­do atrás cin­co millo­nes y medio de para­dos en cre­ci­mien­to vertiginoso.

Aho­ra esta­mos ante el acto final, de natu­ra­le­za cri­mi­nal, de una cri­sis que nos con­du­ce a la mayor tra­ge­dia social que podía­mos imaginar.

El Gobierno, en com­pa­dreo des­ca­ra­do con la opo­si­ción, está apre­tan­do a nues­tra empo­bre­ci­da base social para bom­bear ren­ta a los sec­to­res de la oli­gar­quía que se han enri­que­ci­do has­ta lími­tes inimaginables.

Se está inven­tan­do un mode­lo nue­vo de «inter­ven­ción a la espa­ño­la» y de «res­ca­te a la espa­ño­la» en un últi­mo esfuer­zo para absor­ber los aho­rros, los dere­chos labo­ra­les y las pres­ta­cio­nes socia­les de dece­nas de millo­nes de personas.

Les que­da poco más de un mes para «que­brar defi­ni­ti­va­men­te» la Segu­ri­dad Social, el sis­te­ma públi­co de Salud, el sis­te­ma públi­co de Edu­ca­ción, y todas las empre­sas públi­cas en los ámbi­tos esta­tal, auto­nó­mi­co y local.

Cien­tos de miles de tra­ba­ja­do­res y tra­ba­ja­do­ras del sec­tor públi­co se irán a la calle, y nues­tros ser­vi­cios públi­cos se pri­va­ti­za­rán a pre­cio de ban­ca­rro­ta y para mayor lucro de esa oli­gar­quía capi­ta­lis­ta que sigue la «ley de hie­rro de ese sis­te­ma social»: apro­piar­se de toda la plus­va­lía indi­vi­dual y social de los trabajadores.

Toda la rique­za nacio­nal será bom­bea­da hacia arri­ba, hacia las oli­gar­quías eco­nó­mi­cas que gobier­nan, país a país, pue­blo a pue­blo, Euro­pa entera.

Nue­vas gue­rras de natu­ra­le­za colo­nial y expro­pia­to­ria, geno­ci­da y de saqueo, de bru­ta­li­dad ili­mi­ta­da y vio­la­do­ras de los dere­chos huma­nos ele­men­ta­les, serán lan­za­das para que el impe­rio y sus secua­ces absor­ban todas las mate­rias pri­mas mine­ra­les, ener­gé­ti­cas o de la bio­di­ver­si­dad que hay en el mun­do, en espe­cial en los paí­ses colo­ni­za­dos y empobrecidos.

Tales gue­rras serán pro­cla­ma­das como «gue­rras huma­ni­ta­rias» por Fal­si­me­dia, es decir, por todo el sis­te­ma de mono­po­li­za­ción de la infor­ma­ción que se rea­li­za en «occi­den­te» a tra­vés de los «medios de comu­ni­ca­ción» pri­va­dos o públi­cos, en poder de esa mis­ma oligarquía.

La pro­pa­gan­da de gue­rra y el mie­do será uti­li­za­do de mane­ra masi­va para inmo­vi­li­zar a toda la pobla­ción tra­ba­ja­do­ra, espe­cial­men­te a los jóvenes.

Se tra­ta, sobre todo, de rom­per todo lazo de soli­da­ri­dad, toda iden­ti­fi­ca­ción de natu­ra­le­za comu­ni­ta­ria, labo­ral, o colec­ti­va, todas las raí­ces huma­nas que pue­dan vin­cu­lar­nos los unos a los otros. El patrio­tis­mo de los cana­llas y los ladro­nes va a actuar a tope duran­te el pró­xi­mo verano.

Todo el apa­ra­to de pro­pa­gan­da de Fal­si­me­dia poten­cia­rá has­ta el fre­ne­sí el patrio­te­ris­mo del fut­bol y del fol­clo­re más ran­cio, para que en estos pró­xi­mos cua­ren­ta días nos deje­mos saquear has­ta el últi­mo euro.

La men­ti­ra ‑como prin­ci­pal ins­tru­men­to de los polí­ti­cos pro­fe­sio­na­les- nos está ven­dien­do al Dios Mer­ca­do. Está sonan­do de nue­vo el penúl­ti­mo gri­to de ¡Que vie­ne el lobo!.

Rajoy nos quie­re hacer tra­gar el sapo de que va a «res­ca­tar» Ban­kia y su matriz BFA ‑y todo el sis­te­ma finan­cie­ro, detrás-; inyec­tan­do en los acti­vos deu­da públi­ca, que no es más que papel sin valor alguno.

Otra terri­ble vuel­ta de tuer­ca en el «garro­te vil» que aho­ga a los tra­ba­ja­do­res y tra­ba­ja­do­ras de este país.

Se está desa­rro­llan­do ante una ciu­da­da­nía asom­bra­da y toda­vía per­ple­ja por tan­to des­ca­ro, una cam­pa­ña de defen­sa ins­ti­tu­cio­nal a ultran­za. El obje­ti­vo es sal­va­guar­dar a cual­quier pre­cio, a cual­quier cos­te social, unas ins­ti­tu­cio­nes degra­da­das por una corrup­ción e irres­pon­sa­bi­li­dad ram­pan­tes que se extien­de a todos los pode­res del Esta­do empe­zan­do por la Monarquía.

La defen­sa de la Cons­ti­tu­ción «otor­ga­da» de 1978 ‑aho­ra envuel­te en el papel higié­ni­co de la corrupción‑, se hace en nom­bre de una sobe­ra­nía total­men­te inexis­ten­te. La sobe­ra­nía que la pro­pia oli­gar­quía, fran­quis­ta y pos­fran­quis­ta ha entre­ga­do al BCE, la UE, el FMI y la OTAN.

En los últi­mos meses se están gene­ra­li­zan­do meca­nis­mos de «expro­pia­cion», vía mul­tas, tasas de todo tipo, e impues­tos loca­les, que están des­car­gan­do las «deu­das sobe­ra­nas» sobre las espal­das de los ciudadanos.

Para­le­la­men­te se están ponien­do en mar­cha, ace­le­ra­da­men­te, meca­nis­mos de con­trol y repre­sión poli­cial sobre los ciu­da­da­nos, que pre­ten­den aho­gar el enor­me movi­mien­to de indig­na­ción y de pro­tes­ta que reco­rre el país depun­ta a punta.

En un país en el que el robo de la rique­za es la nor­ma supe­rior de la oli­gar­quía que gobier­na, el ejer­ci­cio de los dere­chos ciu­da­da­nos y el esta­lli­do de la pro­tes­ta social tie­ne que ser des­le­gi­ti­ma­do, cri­mi­na­li­za­do y penalizado.

Nues­tros jóve­nes están sien­do dete­ni­dos, ficha­dos, ame­dren­ta­dos, gol­pea­dos, y cas­ti­ga­dos con mul­tas impagables.

Las nue­vas refor­mas del Códi­go Penal están ulti­man­do el aumen­to expo­nen­cial de las penas de cár­cel para aque­llas per­so­nas que hayan come­ti­do pre­via­men­te algún deli­to. Al mis­mo tiem­po se están con­vir­tien­do en deli­tos o fal­tas gra­ves mani­fes­ta­cio­nes y actua­cio­nes ciu­da­da­nas abso­lu­ta­men­te legí­ti­mas que repre­sen­tan el ejer­ci­cio de los dere­chos labo­ra­les, socia­les y polí­ti­cos fundamentales.

Poli­cías loca­les de pai­sano y guar­dias de segu­ri­dad pri­va­dos cam­pean por las ciu­da­des porra en mano y pis­to­la en el bolsillo.

Vie­jas leyes repre­si­vas, inter­pre­ta­das por jue­ces corrup­tos, y agi­ta­das como «nor­mas lega­les de obli­ga­do cum­pli­mien­to» por orga­ni­za­cio­nes para­fas­cis­tas que han naci­do y cre­ci­do bajo el ampa­ro y las sub­ven­cio­nes públi­cas, sir­ven para per­se­guir y ate­rro­ri­zar mani­fes­ta­cio­nes de liber­tad per­so­nal y de ejer­ci­cio de liber­ta­des públi­cas no sólo abso­lu­ta­men­te legí­ti­mas, sino tam­bién nece­sa­rias en la defen­sa de los dere­chos de todos.

Ha lle­ga­do la hora de decir ¡bas­ta!

ha lle­ga­do la hora de decir: ¡O ellos o nosotros!

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