Una memo­ria para el pre­sen­te- Jose Mari Espar­za Zabalegi

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El otro día nos tocó hon­rar a los fusi­la­dos de Larra­ga. A Manuel Andía, a los Eldua­yen, Julián Bidon­do con sus sie­te hijos, los Zufía, los Sues­cun, los Vidar­te, los Gar­cía, los Maca­ya, los Leu­za y tan­tos otros ape­lli­dos que qui­sie­ron borrar has­ta de los regis­tros. Y aque­llas muje­res del ricino, la Paqui­ta, la Seve, Flo­ren­cia, Anas­ta­sia, Bár­ba­ra… Las motxas, de pelo tras­qui­la­do como a las mulas, que cria­ron 60 huér­fa­nos y vela­ron el can­dil de la memoria.

La nove­na del entie­rro que no tuvie­ron duró más de 40 años, en los cua­les solo la pri­ma­ve­ra pudo poner flo­res sobre la tie­rra que los cubría. Años bien apro­ve­cha­dos para que la tie­rra comu­nal se asen­ta­ra en los regis­tros de la pro­pie­dad de los mato­nes. Y para que estos ocu­pa­ran las ins­ti­tu­cio­nes nava­rras como antes ocu­pa­ran las corra­li­zas. Recor­da­mos sus deman­das, sim­ples, con las que gana­ron las elec­cio­nes en aque­lla pri­ma­ve­ra de 1931 y que hoy día sue­nan a metá­fo­ra de nues­tras penu­rias: don­de ellos pedían levan­tar las mugas tira­das por los ricos, hacer el des­lin­de y repar­tir la tie­rra, hoy noso­tros lee­mos poner mugas al capi­ta­lis­mo, recu­pe­rar lo que nos están roban­do y repar­tir la riqueza.

Y si los rague­ses se que­ja­ban anta­ño del tra­to de la Guar­dia Civil a favor de los ricos y de la situa­ción de las escue­las, lo vemos igual hoga­ño, en unas cas­tas corrup­tas y en unas ins­ti­tu­cio­nes empe­ña­das en per­pe­tuar­se, mien­tras nos des­nu­dan los ser­vi­cios públi­cos, muti­lan los dere­chos socia­les y cas­tran las liber­ta­des. Están arra­san­do, que­ri­dos fusi­la­dos, los cam­pos cul­ti­va­dos por el pro­le­ta­ria­do duran­te dos siglos, cam­pos ger­mi­na­dos por vues­tras ideas igua­li­ta­rias y abo­na­dos, para más inri, con vues­tro pro­pio fos­fa­to de calcio.

Aquel pri­mer olvi­do no pudi­mos evi­tar­lo. Fran­co, el Con­de Rodezno y el Cha­to Ber­bin­za­na murie­ron en la cama en hedor de san­ti­dad. ¡Qué le vamos a hacer! No siem­pre es tiem­po de cere­zas. Es el retra­so pos­te­rior el que más due­le. Por­que si el olvi­do del fran­quis­mo resul­ta has­ta com­pren­si­ble, el de la lla­ma­da demo­cra­cia fue una cana­lla­da grotesca.

Hace más de trein­ta años que muchos qui­si­mos pasar del terror a la espe­ran­za y comen­za­mos a recons­truir sus esque­le­tos y, con ellos, su memo­ria. Y con su memo­ria, el arma­zón de la ideo­lo­gía eman­ci­pa­do­ra. Y cono­ci­mos enton­ces a Mara­vi­llas, con sus 14 años, y aque­lla juven­tud liber­ta­ria de Larra­ga, don­de casi la mitad de los fusi­la­dos eran vein­tea­ñe­ros y algu­nos ‑Vic­to­rino, Babil, Félix, Mar­tín- casi ado­les­cen­tes. Cono­ci­mos uno a uno a más de 3.000 fusi­la­dos, les devol­vi­mos nom­bre y filia­cio­nes, les dedi­ca­mos libros, can­cio­nes y pro­cla­mas… Enton­ces fue el momen­to mági­co de hacer jus­ti­cia y home­na­jes, y, sobre todo, de apo­yar­nos en ellos para aca­bar con el fas­cis­mo que los había ase­si­na­do, con el caci­que que los había arrui­na­do, con la Guar­dia Civil que los había macha­ca­do, con la Monar­quía que los había humi­lla­do y con la jerar­quía ecle­siás­ti­ca que los había engañado.

Pero enton­ces algu­nos dije­ron que no era el momen­to, y hubo que espe­rar 30 años más, en un olvi­do mucho más ultra­jan­te que el ante­rior. Y por no apo­yar­nos en su memo­ria, en sus ideas, en su lucha, han sali­do vic­to­rio­sos sus ente­rra­do­res. Hoy la ultra­de­re­cha sigue man­dan­do en Nava­rra, con el apo­yo ade­más de algu­nos que lucen sus mis­mas siglas. El capi­ta­lis­mo más feroz nubla nues­tro hori­zon­te cer­cano; la Guar­dia Civil sigue lle­ván­do­se jóve­nes y sigue pro­te­gien­do ban­que­ros como antes pro­te­gie­ra caci­ques. La Monar­quía sigue rién­do­se de noso­tros mien­tras mata ele­fan­tes, otra metá­fo­ra de su esen­cia anti­na­tu­ra. Y la Igle­sia ya ni se preo­cu­pa de enga­ñar­nos, y roba nues­tro patri­mo­nio y nues­tro dine­ro a ple­na luz del día.

En los años 70 des­en­te­rra­mos el fos­fa­to de cal­cio y deja­mos las ideas en la fosa. Y esas ideas son las que algu­nos siem­pre remem­bra­mos en los home­na­jes, por más que a algu­nos les due­la. (Entre ellos algu­nos curas majos que acu­den a los home­na­jes, pero que olvi­dan que si la Repú­bli­ca hubie­ra con­ti­nua­do, hoy segui­rían sien­do públi­cos todos los bie­nes inma­tri­cu­la­dos por la Iglesia).

Insis­ti­mos: dos cosas tuvo tiem­po de plan­tear el Fren­te Popu­lar Nava­rro antes de que fue­ra masa­cra­do poco más tar­de: el repar­to de la tie­rra y la uni­dad de Nava­rra con el res­to del País Vas­co, como medio de for­ta­le­cer las izquier­das y fre­nar al caci­quis­mo foral. De nue­vo, los fusi­la­dos nos indi­can el camino que no debi­mos aban­do­nar hace 30 años. La refor­ma agra­ria se lla­ma hoy con­trol de la rique­za por las mayo­rías, cam­bio total del sis­te­ma eco­nó­mi­co. Y fre­nar al caci­quis­mo nava­rro pasa por la uni­dad de todos los sec­to­res pro­gre­sis­tas y aber­tza­les para echar­lo de las ins­ti­tu­cio­nes, ponien­do fin a una polí­ti­ca anti­vas­ca en Nava­rra que nie­ga nues­tros dere­chos fora­les, nacio­na­les y socia­les, y nos man­tie­ne unci­dos al yugo de la Espa­ña más negra.

Posi­ble­men­te ya este­mos en tiem­po de cere­zas. La uni­dad pro­gre­sis­ta en el Ayun­ta­mien­to de Larra­ga ha per­mi­ti­do ori­llar al caci­quis­mo local y orga­ni­zar el home­na­je a los fusi­la­dos, al tiem­po que recha­za la refor­ma labo­ral, apo­ya el eus­ke­ra, defien­de los dere­chos de los pre­sos… En suma, está indi­can­do a todo Nava­rra por dón­de pue­den ir las polí­ti­cas de alian­zas del futuro.

Y ese sería el mejor, el úni­co home­na­je posi­ble, para Vicen­tón, Manuel, Flo­ren­cia, Cha­bo­rra, Eldua­yen, Maravillas…

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