Por: Loreley Dorelo*
La escuela coeducativa
Holanda 5Es aquella en la que se corrigen y se eliminan todo tipo de desigualdades o mecanismos discriminatorios por razón de sexo y en la que los alumnos y alumnas puedan desarrollar libremente su personalidad en un clima de igualdad real y sin ningún tipo de condicionantes o limitaciones impuestas en función de su sexo.
Se entiende, entonces, como aquella educación que toma como punto de partida la consideración de las necesidades, expectativas e intereses tanto de hombres como de mujeres y que hace realidad, en la práctica, la igualdad de derechos y oportunidades para ambos sexos.
No es una educación que tenga como objetivo tácito la acomodación de la mujer a las pautas, normas, interacciones y valores masculinos, sino una educación que parta de una igual valoración de lo público y lo privado, lo político y lo doméstico, lo racional y lo afectivo, lo masculino y lo femenino y con base en la aceptación del pluralismo, la diversidad y la diferencia, así como el profundo respeto por dicha diferencia, permita el desarrollo de las individualidades y la plena realización de lo humano de ambos sexos.
Existe gran dificultad de lo que este cambio implica, debido a la invisibilidad de las inequidades, las cuáles han sido “legitimadas” como naturales o derivadas de condicionamientos o determinismos biológicos.
Coeducar No es…
Yuxtaponer en una clase a individuos de ambos sexos, ni tampoco unificar, eliminando las diferencias mediante la presentación de un modelo único.
No es uniformizar las mentes de niños y niñas sino que, por el contrario, es enseñar a respetar lo diferente y a disfrutar de la riqueza que ofrece la variedad.
La coeducación no es enseñanza mixta; mezclar chicos y chicas en las mismas clases con el objeto de darles idéntica educación implica una coinstrucción, que no es más que uno de los aspectos de la verdadera coeducación.
Al respecto, Marina Subirats plantea que:
en un momento en que el acceso de la mujer a todos los niveles de la enseñanza ha hecho de la escuela mixta una realidad mayoritaria, hay que preguntarse si su implantación formal ha supuesto también la superación de los presupuestos que justificaban las diferencias educativas vigentes hasta una etapa histórica muy reciente, o si, por el contrario y bajo esta apariencia de igualdad, se continúa tratando a unos y otras de manera distinta, porque en el fondo no han cambiado las expectativas educativas en relación a la adopción de roles diferenciados según el sexo.
Sexismo en la igualdad de la educación mixta
Holanda 3Lo antes señalado, en definitiva, nos lleva a pensar que bajo la aparente igualdad de la educación mixta subsisten elementos de discriminación sexista que falsean la coeducación y siguen modelando a la niña y a la mujer como personas dependientes.
Es así que, hombres y mujeres socializados discriminatoriamente en todos los sistemas en los cuales participan desde su nacimiento –primero la familia, después la escuela‑, generan identidades masculinas y femeninas incompletas y estereotipadas, las cuáles permiten la reproducción ideológica de los modelos de “ser” y “actuar”, haciendo invisibles (aún para los propios protagonistas) las inequidades, discriminaciones y exclusiones.
De manera que en la escuela o en cualquier centro educativo, los rasgos sexistas aparecen en múltiples formas de manifestación, desde el lenguaje hasta las relaciones de autoridad, las relaciones entre iguales, en las expectativas de rendimiento o en los resultados académicos, y desde los aspectos más ligados a lo académico hasta los que tienen que ver con la formación ética y los esquemas de pensamiento aprehendidos.
Superando obstáculos a favor de la Coeducación
Holanda La coeducación, plantea como objetivo la desaparición progresiva de los mecanismos discriminatorios, no sólo en la estructura formal de la escuela, sino también en la ideología y en las prácticas educativas.
Pero, el orden sexista aparece hasta en la desigualdad y desvalorización de las mujeres enseñantes frente a sus colegas varones. La proporción de profesoras disminuye en los ciclos superiores, o en los cargos jerárquicos mejor remunerados, esto tiene efectos negativos como modelo “normal” de subordinación para el alumnado.
Una de las funciones básicas de la educación es la transmisión de conocimientos, saberes acumulados a través del tiempo. El análisis de las características de ese saber trasmitido en la enseñanza pone en evidencia tres cuestiones:
* la casi total inexistencia de referencias a las aportaciones que han hecho a la cultura las mujeres;
* la falta de atención a los aspectos que pueden ser especialmente interesantes para ellas;
* las frecuentes afirmaciones sobre las mujeres en base a prejuicios y no sobre comprobaciones objetivas.
Otras limitaciones, son las siguientes:
1. La jerarquización androcéntrica de los saberes en el currículo escolar.
2. Respecto a la evaluación, es preciso hacer notar, la existencia de prejuicios sobre las aptitudes y capacidades diferentes de niños y niñas ante las asignaturas.
3. No se perciben los factores de discriminación de género.
4. La mayoría de los/as docentes creen que tratan a varones y mujeres por igual y que deben permanecer “neutrales” en este tema.
5. Se piensa que otros problemas educativos, como las desigualdades socioeconómicas del alumnado, son mucho más importante y urgentes y no se la relacionan con desigualdades de género.
6. Temores a que cualquier intervención en este aspecto produzca cambios en la orientación sexual de los chicos/as y/o provoque futuros problemas en sus relaciones interpersonales y familiares.
7. Temores a despertar resistencias y juicios negativos de estudiantes, padres, colegas e instituciones religiosas y sociales.
8. Falta de información y capacitación en el tema.
9. Creencias y valores que justifican la existencia de diferencias naturales y por tanto inmodificables entre mujeres y varones.
10. Falta de apoyo político (política educativa del Estado).
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* Tomado del artículo “La perspectiva de género en la educación: la coeducación, un desafío”, editado y adaptado por Palabra de Mujer. La autora es Directora de Enseñanza Media, en Montevideo, Uruguay. Postgraduada en: “Especialización en currículo y evaluación”, UCUDAL y “La práctica de los Valores en contextos Educativos”, Univ. de Barcelona.. Encargada del Área de Ciencias de la Educación de ISEF, Montevideo.