Comu­ni­ca­do de las FARC-EP recha­za pro­pues­tas de San­tos como «mues­tra de deses­pe­ro»- Anncol

En un comu­ni­ca­do lle­ga­do a nues­tra redac­ción, las FARC-EP comen­tan y recha­zan las pala­bras del pre­si­den­te Juan Manuel San­tos, el 11 de junio, en la Escue­la Mili­tar José María Córdoba.

En ese even­to, el man­da­ta­rio de los colom­bia­nos hizo enten­der que la úni­ca solu­ción al con­flic­to social y arma­do de medio siglo es la mili­tar o la capi­tu­la­ción por par­te de la insurgencia.

La gue­rri­lla de las FARC-EP recha­za tal actitud:

“La retó­ri­ca de San­tos pone cada día más al des­nu­do su ver­da­de­ro con­te­ni­do. El úni­co acuer­do de paz que espe­ra es un con­tra­to de adhe­sión, en el que una gue­rri­lla arre­pen­ti­da y llo­ro­sa se rin­de de rodi­llas ante el gran capi­tal, agra­de­ci­do de haber sido per­do­na­da como el hijo pródigo”.

EL SECRETARIADO DEL ESTADO MAYOR CENTRAL de las FARC-EP ade­más con­si­de­ra “eli­tis­ta y sober­bia” la “acti­tud oli­gár­qui­ca, que pre­ten­de cen­trar el deba­te en si el Coman­dan­te de las FARC pue­de ser o no con­gre­sis­ta, como si se tra­ta­ra de que la lucha del pue­blo colom­biano y la insur­gen­cia apun­ta­ra ape­nas a una sim­ple rein­ser­ción a su podri­do régi­men político”.

Según los sie­te coman­dan­tes del Secre­ta­ria­do “la solu­ción polí­ti­ca al con­flic­to colom­biano es par­te inse­pa­ra­ble de nues­tro acer­vo ideo­ló­gi­co y polí­ti­co, no es el pro­duc­to de nin­gu­na pre­sión mili­tar. Las FARC-EP somos pue­blo colom­biano en armas, segui­mos com­ba­tien­do y segui­re­mos com­ba­tien­do has­ta que des­apa­rez­can las cau­sas que die­ron ori­gen y siguen ali­men­tan­do el con­flic­to colom­biano. Nues­tra volun­tad de paz se enmar­ca en ese cri­te­rio elemental”.

A CONTINUACIÓN EL COMUNICADO EN SU TOTALIDAD:


FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS DE COLOMBIA-EJÉRCITO DEL PUEBLO (FARC-EP)

Decla­ra­ción pública

En torno a la paz y la solu­ción polí­ti­ca al con­flic­to interno Juan Manuel San­tos, en una nue­va mues­tra de deses­pe­ro, expre­só ante el país el pasa­do 11 de junio, en la Escue­la Mili­tar José María Cór­do­ba, que si las gue­rri­llas está­ba­mos hablan­do de paz era gra­cias a la con­tun­den­cia de las Fuer­zas Arma­das. Y aña­dió otra mani­fes­ta­ción que dice mucho de su com­pro­mi­so con la recon­ci­lia­ción y la paz demo­crá­ti­ca: sólo se pro­du­ci­rá la posi­bi­li­dad de diá­lo­gos cuan­do se ten­ga la segu­ri­dad de que estos se rea­li­za­rán “bajo nues­tras con­di­cio­nes y nues­tro dominio».

Tan dis­pa­ra­ta­da inter­pre­ta­ción de la reali­dad pone de pre­sen­te la con­cep­ción que ins­pi­ra el dis­cur­so ofi­cial. La vía pací­fi­ca, demo­crá­ti­ca, dia­lo­ga­da, para solu­cio­nar el gra­ví­si­mo con­flic­to que aque­ja a Colom­bia, ha sido ban­de­ra de las FARC des­de su naci­mien­to. La levan­tó el movi­mien­to agra­rio de Mar­que­ta­lia al cono­cer­se en1962 la pro­yec­ta­da agre­sión ofi­cial. La gue­rra, el aplas­ta­mien­to vio­len­to de la orga­ni­za­ción popu­lar y la opo­si­ción polí­ti­ca, ha sido el his­tó­ri­co meca­nis­mo de domi­na­ción de la oli­gar­quía colom­bia­na y su amo imperialista.

Jor­ge Bri­ce­ño, “El Mono”, con su decla­ra­ción en don­de sub­ra­ya que “Jamás hemos pro­cla­ma­do el prin­ci­pio de la gue­rra por la gue­rra, nues­tros obje­ti­vos son los de lograr cam­bios pro­fun­dos en la estruc­tu­ra del país”, y con­clu­ye; “No naci­mos para ser ven­ci­dos, sino para ven­cer”. Obra de la gue­rri­lle­ra INTI MALEYWA.

La into­le­ran­cia del régi­men se corres­pon­de con los intere­ses hege­mó­ni­cos del gran capi­tal trans­na­cio­nal, expre­sa­dos para nues­tro con­ti­nen­te des­de el lla­ma­do Con­sen­so de Washing­ton. Libre comer­cio, pri­va­ti­za­cio­nes, fle­xi­bi­li­za­ción labo­ral, aper­tu­ra total a la inver­sión extran­je­ra direc­ta, es decir, la más pura orto­do­xia neo­li­be­ral en el cam­po de la eco­no­mía, requie­re para su impo­si­ción la abso­lu­ta domi­na­ción ideo­ló­gi­ca y cul­tu­ral en el cam­po de la política.

El extra­or­di­na­rio esfuer­zo de San­tos por entre­gar en lotes el terri­to­rio nacio­nal a las cor­po­ra­cio­nes mine­ras y agro­in­dus­tria­les, su des­pre­cio por las con­di­cio­nes de vida de las comu­ni­da­des y las con­di­cio­nes labo­ra­les de la mano de obra colom­bia­na, sus reite­ra­dos pri­vi­le­gios al gran capi­tal en des­me­dro del medio ambien­te y la pro­duc­ción nacio­nal han sido con­ver­ti­dos en dog­mas sagra­dos. A nadie se le per­mi­te poner­los en duda o dis­cu­tir­los. Se tra­ta ni más ni menos que de los dere­chos del capi­tal, mucho más impor­tan­tes que los dere­chos de la socie­dad, los dere­chos huma­nos o cual­quier otra cate­go­ría de derechos.

Si has­ta hoy, pese a los suce­si­vos espa­cios con­quis­ta­dos por la lucha popu­lar para hablar de paz en los últi­mos 30 años de his­to­ria, ha sido impo­si­ble lle­gar a un acuer­do de solu­ción dia­lo­ga­da, ha sido pre­ci­sa­men­te por la nega­ción de las cla­ses domi­nan­tes a admi­tir la míni­ma varian­te en sus pro­yec­tos de domi­na­ción eco­nó­mi­ca y polí­ti­ca. Eso vuel­ve a poner­se de pre­sen­te con el actual gobierno.

Una de las víc­ti­mas del Terro­ris­mo de Esta­do colom­biano, una mujer ase­si­na­da en el barrio Poli­car­pa en el muni­ci­pio de Apar­ta­do solo por ser mili­tan­te de la Unión Patrió­ti­ca, movi­mien­to polí­ti­co fun­da­do en el 1985 como resul­ta­do del acuer­do de Cese de Paz entre el gobierno de Beli­sa­rio Betan­court y las FARC-EP. Pero el esta­do come­tió a un geno­ci­dio polí­ti­co con­tra la UP, ase­si­nan­do casi 5.000 de sus mejo­res cuadros.

Lo que el régi­men pre­ten­de a cos­ta de las FARC y de los dere­chos de la inmen­sa mayo­ría de com­pa­trio­tas es rele­gi­ti­mar ante el con­cier­to mun­dial su mode­lo terro­ris­ta de Esta­do. Borrar de un plu­ma­zo la horri­ble y lar­ga noche de crí­me­nes y horror median­te la cual el gran capi­tal y los terra­te­nien­tes, repre­sen­ta­dos en los pode­res públi­cos, han acu­mu­la­do for­tu­nas y pro­pie­da­des para ade­lan­tar sus gigan­tes­cos pro­yec­tos de enri­que­ci­mien­to. Por ello se escu­da hipó­cri­ta­men­te en una supues­ta inter­ven­ción de la jus­ti­cia inter­na­cio­nal en con­tra de los alzados.

No son los gue­rri­lle­ros colom­bia­nos quie­nes deben res­pon­der por las prác­ti­cas atro­ces y geno­ci­das que el Esta­do colom­biano, por mano de sus fuer­zas arma­das ofi­cia­les y para­mi­li­ta­res, bajo la orien­ta­ción de las agen­cias de inte­li­gen­cia nor­te­ame­ri­ca­nas y el Pen­tá­gono, se ha encar­ga­do de prac­ti­car de modo sis­te­má­ti­co con­tra su pobla­ción duran­te muchas décadas.

No va a ser a cos­ta de acu­sa­cio­nes infa­man­tes y gra­tui­tas con­tra la lucha popu­lar, que los gori­las y mons­truos que han ensan­gren­ta­do y sem­bra­do de tum­bas a Colom­bia van a sal­var su res­pon­sa­bi­li­dad, como de modo cíni­co se con­sa­gra en el lla­ma­do mar­co legal para la paz. El des­ca­ro del Con­gre­so que lo expi­de se refuer­za con la ver­gon­zo­sa refor­ma judi­cial recién apro­ba­da a ins­tan­cias del gobierno.

La retó­ri­ca de San­tos pone cada día más al des­nu­do su ver­da­de­ro con­te­ni­do. El úni­co acuer­do de paz que espe­ra es un con­tra­to de adhe­sión, en el que una gue­rri­lla arre­pen­ti­da y llo­ro­sa se rin­de de rodi­llas ante el gran capi­tal, agra­de­ci­do de haber sido per­do­na­da como el hijo pró­di­go. Un ícono eco­nó­mi­co, mili­tar, ideo­ló­gi­co, polí­ti­co y cul­tu­ral para sellar mate­rial men­te su domi­na­ción de cla­se ante la socie­dad ente­ra, el triun­fo hege­mó­ni­co del capi­ta­lis­mo salvaje.

Juan Manuel San­tos mar­cha al mis­mo rit­mo como sus gene­ra­les, dicen las FARC. En la foto, de Andrés Pis­cov-SIG, San­tos pasa revis­ta a las tro­pas duran­te la cere­mo­nia de ascen­so de 163 cade­tes del Ejér­ci­to al gra­do de sub­te­nien­tes, que se lle­vó a cabo el 11 de junio en la Escue­la Mili­tar José María Cór­do­va, en Bogotá.

Tan eli­tis­ta y sober­bia es su acti­tud oli­gár­qui­ca, que pre­ten­de cen­trar el deba­te en si el Coman­dan­te de las FARC pue­de ser o no con­gre­sis­ta, como si se tra­ta­ra de que la lucha del pue­blo colom­biano y la insur­gen­cia apun­ta­ra ape­nas a una sim­ple rein­ser­ción a su podri­do régi­men político.

Aho­ra se inten­ta poner al señor Uri­be a desem­pe­ñar el papel que en su tiem­po juga­ra el sena­dor Álva­ro Gómez Hur­ta­do, como una espe­cie de sím­bo­lo de la ultra­de­re­cha al que había que mane­jar con cui­da­do y com­pla­cer, así no se estu­vie­ra de acuer­do con él en todo. El Par­ti­do Libe­ral com­par­tía el poder con el hijo de Lau­reano, tal y como hace San­tos con su publi­ci­ta­do rival hoy. El pue­blo colom­biano apren­de de la his­to­ria, la oli­gar­quía pare­ce que no, e insis­te en repe­tir­la neciamente.

Más cla­ro no pode­mos hablar. La solu­ción polí­ti­ca al con­flic­to colom­biano es par­te inse­pa­ra­ble de nues­tro acer­vo ideo­ló­gi­co y polí­ti­co, no es el pro­duc­to de nin­gu­na pre­sión militar.

Las FARC-EP somos pue­blo colom­biano en armas, segui­mos com­ba­tien­do y segui­re­mos com­ba­tien­do has­ta que des­apa­rez­can las cau­sas que die­ron ori­gen y siguen ali­men­tan­do el con­flic­to colom­biano. Nues­tra volun­tad de paz se enmar­ca en ese cri­te­rio ele­men­tal. El régi­men polí­ti­co, el mane­jo eco­nó­mi­co y social del país requie­ren pro­fun­das refor­mas que deben nacer del deba­te abier­to y demo­crá­ti­co con todas las fuer­zas del país. No enten­de­mos por qué si San­tos desea tan­to la paz le tie­ne tan­to temor a eso.

Aho­ra habla de dro­nes y otras locu­ras, como si lo que Colom­bia requi­rie­ra fue­ra de más muer­tes y derro­che. Lo que la nación colom­bia­na está recla­man­do a gri­tos en calles y pla­zas es que se abran las puer­tas del diá­lo­go y la recon­ci­lia­ción, que se le dé la real opor­tu­ni­dad y el dere­cho a hablar, a expo­ner, a movi­li­zar­se y deci­dir acer­ca del futu­ro del país.

SECRETARIADO DEL ESTADOMAYOR CENTRAL DE LAS FARC-EP
Mon­ta­ñas de Colom­bia, 22 de junio de 2011

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