Se trata de una herramienta de intercambio beneficiosa para la cooperación entre nuestras naciones. Se fundamenta en los principios de complementariedad, solidaridad y respeto a la soberanía de los pueblos, los cuales «representan la base de todos los procesos de integración», señaló el vicepresidente del Banco Central de Venezuela, Eudomar Tovar.
A casi un mes del hecho bochornoso de la destitución de Fernando Lugo, a manos del Parlamento Nacional que violó el desarrollo del proceso de debida defensa y derechos elementales de la democracia. El momento histórico que vive la Nación Latinoamericana permite que, más allá de las contramarchas, siempre existan argumentos que consoliden el paso de unidad con el que firmemente se alinea la mayoría de la región.
Claro que no solo fue la destitución de Fernando Lugo, también las corporaciones mediáticas. Ante tan opaco escenario teñido por la negativa que Sudamérica le propinó a las autoridades golpistas, intentaron relacionar al gobierno bolivariano de Venezuela con la movida destituyente, o mejor dicho, con una supuesta contraofensiva a la misma.
Fue a través de un montaje de edición audiovisual, que suponía al canciller venezolano Nicolás Maduro ‑uno de los principales cuadros políticos estratégicos del proyecto latinoamericano- en reuniones confidenciales con la cúpula militar paraguaya instantes previos al golpe.
Por suerte ‑y por oficio- la cadena multiestatal Telesur se encargó de desarticular dicha operación político-mediática promovida por Telefuturo de Paraguay. Además Maduro obtuvo el honorable premio de ser nombrado “persona no grata” por el gobierno de facto que encabeza Federico Franco.
Pero la nota sobresaliente de la semana que demuestra el avance popular en la región está vinculado a números arrojados por la Agencia Venezolana de Noticias (AVN). En los informes de AVN se demuestra una contundente consolidación del Sistema Unitario de Compensación Regional (Sucre) como moneda de intercambio intrarregional en América del Sur.
El presidente del Consejo Monetario Regional del Sucre, Eudomar Tovar, afirma con notoria seguridad que «vamos en el camino correcto», al referirse al impulso que las relaciones comerciales intraregionales, entre actores de los países miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), han otorgado al Sucre como mecanismo de integración financiera.
Tovar fue aún más explícito a la hora de volcar cifras que sustenten su testimonio acerca del éxito de la implementación del Sucre, pues a dos años y medio de su puesta en marcha, las operaciones a través del dicho sistema pasaron de seis en el 2010 a 667 en los primeros cinco meses de este año. «El mecanismo ya está generando confianza entre los empresarios», enfatizó.
Esas 667 operaciones en lo que va de 2012 representan 228 millones de sucres, equivalentes a 285 millones de dólares. La meta del 2012, según Tovar, es que se transen 750 millones de sucres (unos 900 millones de dólares). El año pasado se efectuaron un total de 431 operaciones, por un monto de 216 millones de sucres (245 millones de dólares).
Actualmente, 112 empresas transan en Sucre, entre las que se encuentran empresas grandes, medianas y pequeñas, de propiedad privada, pública, social y/o mixta. De este grupo, el 86,23 por ciento son empresas privadas; 9,72 por ciento pertenecen al sector público; y 4,04 por ciento son de propiedad mixta, según la actualización de datos del 7 de junio del Consejo Monetario Regional.
El Sucre: realidad y perspectivas
Según la definición de Tovar, el Sucre no tiene limitaciones desde el punto de vista del tipo de producto para hacer transacciones, la única condición a cumplir es que se trate de un producto originario. Se presenta abierto a todas las alternativas comerciales que puedan desarrollarse, respetando desde luego, las leyes internas de cada país.
Según un muy conocido dicho «el tiempo es oro» y, en ese sentido, el Sucre representa una gran ganancia para los comerciantes porque los tiempos de transferencia del dinero de un país a otro son rápidos. De hecho, el Consejo Monetario Regional asegura que prácticamente las transacciones son en tiempo real.
La inmediatez es una de las características propias del Sucre por las cuales obtuvo en pocos años prestigio en gran parte de la región; y sobre todo en círculos de pequeños y medianos productores de la “Zona Alba”, como Bolivia o Venezuela.
Sería un paso definitorio para el proceso latinoamericano que este tipo de articulaciones involucre a la totalidad de los países latinoamericanos para reforzar a la moneda como unidad de cambio común, unidad de cuenta común y depósito de valor.
De esta forma se ganaría terreno en cuanto a soberanía económica, ya que la moneda que media la mayor cantidad de relaciones socio-económicas de una geografía determinada, es la que controla el territorio referido.
A partir de esta concepción se entiende aquel gran objetivo ‑que estuvo muy cerca del cumplir- del Partido Republicano para el año 2003. Se propuso entonces dolarizar Argentina como puntapié para avanzar sobre el resto de la región. Ante cualquier duda, véase la plataforma de la fórmula presidencial conformada por Carlos Menem y Juan Carlos Romero de dicho año.
Brasil y Argentina serían los actores que desnivelarían la relación de fuerzas entre monedas circulantes de la región, por la importancia de su economía, de su producto bruto anual, de su desarrollo en términos industrialistas ‑sobre todo en la última década‑, y por la potencialidad de su biodiversidad.
Un avance ante la crisis mundial
Siempre se remarca que la crisis del sistema financiero global está atada a pugnas internas del capitalismo mundial, que nuestra región debe aprovechar para poder crecer y consolidarse como bloque de poder.
Precisamente, en el mismo año que se profundiza la pelea al interior del capital con la caída del Lehman Brothers, el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronosticaba una «recesión moderada» para los Estados Unidos por el colapso del mercado de hipotecas de alto riesgo en ese país: «El impacto se ha notado en todo el sistema financiero mundial, incluidos los mercados emergentes que lo sienten con una intensidad cada vez mayor «, afirmaba el FMI.
El informe sobre Perspectivas de la Economía Mundial, de octubre del 2008 del FMI, sentenciaba: «No hay indicios de la recuperación y es probable que esta sea gradual cuando aparezca». Era el inicio de lo que hoy se reconoce como la crisis económica mundial, que afecta duramente a Europa, y lanza drásticos coletazos por el resto del mundo.
La respuesta del Alba ante ese panorama donde Estados Unidos, el país emisor de dólares ‑la moneda internacional del sistema monetario mundial desde 1944- estaba visiblemente afectado por una crisis financiera interna, fue proponer un sistema que permitiera el incremento de las relaciones comerciales pero disminuyera el uso de la divisa.
Tanto en el Sucre como en el resto de políticas de los países del Alba, se manejan valores como: la complementariedad, la cooperación, la solidaridad y respeto a la soberanía de los pueblos. El objetivo supremo es «que la fortaleza de los países sean complementarias a sus debilidades» agrega Tovar.
Quizás estas palabras para un economista formado en alguna universidad con enfoque neoliberal en la materia, signifiquen poco o nada. Pero el gran abismo de diferencias entre la moneda latinoamericana y las demás radica en los objetivos genuinos por los cuales desea consolidarse.
Es muy distinto crear una moneda con fines de complementariedad y solidaridad, que simplemente con el fin de acumular poder real para enfrentar a otras potencias, una tan devoradora como la otra, y simplemente a manera de disputa financiera como prefacio a una disputa en el terreno militar.
Para dicho objetivo, volviendo al Sucre, es importante que las transacciones de importación y exportación mantengan una relación estable, es decir, que no existan países con grandes déficit de importación o países con déficit de exportación. Los déficit advierten que «un país está trabajando en función de otro, es decir, está generando un desequilibrio entre un país que tiene producción y un país que no tiene producción», aclara Tovar
Por último, Tovar, que también se desempeña como vicepresidente del Banco Central de Venezuela remató: «El Sucre está diseñado para tener conexión con cualquier proceso de integración en la región, como es el caso de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), el Mercado Común del Sur (Mercosur) y cualquiera de los procesos que se están creando en el Caribe y América Latina”.
Fuente: http://www.apasdigital.org/apas/nota_completa.php?idnota=5620