Ni siquiera un memorial podría contener la totalidad de vidas que se han entregado por la causa de los humildes, de los humillados, de los explotados y oprimidos de nuestro país. Siempre será difícil cuantificar las cuotas de sacrificios y de generosidad que tantas generaciones de hombres y mujeres, obreros y estudiantes, intelectuales y profesionales brindaron a la causa del Socialismo y la justicia social, y que en términos materiales concretos, significó en nuestra historia patria dignificar la vida de tantos y tantos excluidos del derecho a ser felices.
La verdad simple, es que cuando un revolucionario nace a la opción de consagrar su energía y su propia vida a la lucha por un mundo justo e igualitario, no está en sus cálculos postular a la condición de mártir o héroe de la causa que eligió. Lejos y muy lejos de este afán, casi ególatra;su conciencia lo sitúa ante las circunstancias materiales y son estas las que interpelan y comprometen su razón y voluntad para realizar la tarea de transformar el mundo. El revolucionario posee la predisposición a cumplir con una vocación esencialdel ser humano, cuyo llamado exige y obliga a cambiar la realidad a favor de la justicia, es decir, desarrollar a partir de este llamado de la historia, una tendencia favorable a la vida y contraria a las tendencias conservadoras y reaccionarias que favorecen condiciones de pobreza, miseria y muerte para las mayorías de nuestros pueblos.
Retrógrados y progresistas, conservadores y revolucionarios, necrófilos y biófilos, han sido a lo largo de la historia de la humanidad, los contrarios que resolviendo sus antagonismos, han posibilitado que la humanidad a través de avances y retrocesos haya alcanzado los niveles de desarrollo y progreso hasta ahora conocidos.
Marx y Engels, descubrieron estas leyes y los movimientos dialécticos del desarrollo histórico y consecuente con aquello, dedicaron gran parte de su vida a dar sustento a una visión de mundo, que precisamente tomaba partido por la vida al tomar partido por la clase más desposeída que había parido el capitalismo: el proletariado. En el Manifiesto Comunista ellos nos señalan que la historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días, es la historia de la lucha de clases y junto con esta afirmación nos muestran a los antagonistas de esta historia: “hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos…(1) y con ello, no sólo hacían una interpretación del mundo, sino que lo mismo indicaba las pautas para transformarlo, desafió y deber – según Marx- de todo filósofo y más aún, desafío y deber de todo revolucionario, según el Che.
El MIR nace hace 47 años adherido a esta concepción de la historia. Sus fundadores reconocen filas en un lado de lastrincheras de la lucha de clases y desde una de esas trincheras se convierten en combatientes por la vida. Miguel, Luciano, Bautista, Edgardo y otros tantos camaradas dan cuenta con su compromiso revolucionario de aquella vocación anclada en el ser del hombre, y conscientes y convencidosde este llamado de la historia, organizan un Partido que será aquella herramienta de lucha y de cambio. Como toda gran tarea, la revolución en Chile surge como un desafió hermoso y terrible a la vez. Pasar en el lenguaje del propio Marx, del reino de la miseria al reino de la felicidad, asoma como un oscuro y difícil laberinto, cuyo recorrido se hace intrincado pese a las estrategias y las tácticas que se puedan entretejer para iniciar y desarrollar esa marcha. Pero en este intento, lo más importante es la certeza y la madura voluntad de luchar y luchar hasta vencer o morir en el intento, porque se comprende que esta marcha es colectiva y la historia es la historia de la lucha de clases.El MIR se constituye en un Partido Marxista-leninista y se toma esta opción, porque se quiere que cada uno de sus militantes, tengan la claridad suficiente para asumir el compromiso revolucionario y entender el grado de ese particular compromiso que es cambiar la historia. No se trataba una vez más, de pedir limosnas al “buen” burgués, no se trataba ya de reformas más o reformas menos, peleadas en los salones parlamentarios o surgidas en un palacio de gobierno. Se trataba esta vez, de un proyecto propio de los explotados y oprimidos, de aspirar consecuentemente a una sociedad distinta y alternativa al capitalismo. Se trataba esta vez de un diseño subversivo y rupturista, de un salto histórico, de un asalto al poder que ostenta la burguesía como clase parasitaria, y también de un hito en la conciencia y en la voluntad de la clase obrera y el pueblo como clase productora. El proyecto revolucionario del MIR propone a los trabajadores convertirse como clase proletaria, en el segundo eslabón armado, después de los patriotas de la independencia, para conquistar la soberanía integral y la definitiva liberación de Chile.
Han pasado 47 años desde aquel 15 de agosto del año 65, en elque la convergencia de un grupo de revolucionarios dieron inicio a un compromiso de connotación radical, organizar en Chile la fuerza social necesaria para la toma del poder por los trabajadores y el pueblo. La mayoría de ellos dejó en ese compromiso su vida y con ello establecieron con los explotados y oprimidos de nuestro país una alianza sangrante e irresistible, una promesa de justicia, de igualdad y de libertad, por la que habrá que continuar la lucha revolucionaria que ellos iniciaron con su generoso ejemplo.
Hoy cuando la clase dominante representada por la “Alianza por Chile” y la “Concertación”, convierten a las mayorías oprimidas en espectadoras de sus grandes negociados y de sus jugosas y descaradas ganancias, cuando con el cinismo que ya le es connatural justifican sus malabarismos políticos y cuando sin ningún tapujo y vergüenza decoran para sus propios intereses su estructura político-jurídica, perfeccionando cada vez más su sistema de odio, robo y opresión. Hoy cuando como clase burguesa y patronal ya han mostrado todas sus cartas de ambición y avaricia, corresponde que los revolucionarios volvamos a poner en alto, y como una gran bandera, esa hermosa promesa de justicia y libertad que ofrecieron nuestros camaradas caídos en la lucha revolucionaria.
La nueva generación de revolucionarios debemos tomar en nuestras manos, como una eficaz arma y como una hermosa bandera, ese legado de amor y de combate que desde los albores de nuestra patria nos han dejado José Miguel Carrera, Manuel Rodríguez, Camilo Henríquez y también aquel legado que nos viene de aquel año 65 con Miguel, Luciano, Bautista, Diana, Lumi, Dagoberto y esa larga lista de los héroes de nuestros días.
El MIR en sus 47 años de lucha revolucionaria llama a los trabajadores y al pueblo a:
CONTINUAR EXTENDIENDO Y PROFUNDIZANDO LA REACTIVACIÓN SOCIAL.
INSTAURAR Y MULTIPLICAR EL DEBATE POLÍTICO POR LAS DEMANDAS Y LOS DERECHOS DEL PUEBLO, EN CADA LUGAR DE TRABAJO, EN CADA ESCUELA, EN CADA UNIVERSIDAD, EN CADA POBLACIÓN POPULAR.
AISLAR SOCIAL Y POLITICAMENTE A LA CLASE DOMINANTE Y A LOS SECTORES REFORMISTAS Y CONCILIADORES.
PORQUE CHILE ES UNA PROMESADE JUSTICIA Y LIBERTAD PARA SUS HIJOS,
¡!LUCHAREMOS HASTA EL FIN ¡!
(1) Marx-Engels. Manifiesto Comunista Pág.30 Alba Editores mayo 2003 Chile.
Movimiento de Izquierda Revolucionaria
SECRETARIADO NACIONAL