El coche Rojo, “La Maco­ri­na”, y Gabrie­la Mis­tral des­de la otra ori­lla- Mai­té Campillo

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Ésto que les voy a con­tar suce­dió a prin­ci­pios del siglo XX, es la his­to­ria de una mujer leyen­da, de la que se dijo fue muy her­mo­sa ¿De quién hablamos?

“En la tie­rra sere­mos reinas,

y de verí­di­co reinar,

y sien­do gran­des nues­tros reinos,

lle­ga­re­mos todas al mar. (*)

Ove­ja des­ca­rria­da dije­ron por ahí… 

Ésto que les voy a con­tar suce­dió a prin­ci­pios del siglo XX, es la his­to­ria de una mujer leyen­da, de la que se dijo fue muy her­mo­sa ¿De quién habla­mos?, de la céle­bre, la coti­za­da, pin­ta­da, can­ta­da, ama­da, bur­la­da. Ella, la“ Maco­ri­na. Musa que vibró en el can­dor del can­to que la vene­ró y acer­có a nues­tros días.

Así, “la Maco­ri­na”, es que triun­fó sobre todos sus hom­bres gra­cias a otra mujer, que lle­gó a com­par­tir jun­to al can­tan­te bra­si­le­ro Barro­so, la Cha­ve­la, una par­te de su vida que hábil­men­te supo res­ca­tar el astu­riano Alfon­so Camín.

Ella, la más soli­ci­ta­da y cotizada.

Fue la pri­me­ra mujer chó­fer de Cuba, y cuen­tan que más de una men­te coin­ci­dió en que dicho “con­sen­ti­mien­to” repre­sen­tó un ver­da­de­ro escán­da­lo, corrían los años 20!!! Así es como pasó el expe­dien­te nues­tra ple­be­ya, “la más bella”, por un tiem­po. Otor­ga­do por el Muni­ci­pio de La Haba­na, y expe­di­do a nom­bre de María Cal­vo Nodar­se; la“ Maco­ri­na, asen­tó el principio.

Pri­me­ra mujer que tuvo licen­cia para con­du­cir en La Habana.

La voz de Cha­ve­la Var­gas, la que recién aban­do­nó “su pro­pio paraí­so” que paseó por el mun­do y logró a gol­pe de bala­ce­ra, tra­go de tequi­la, y can­ción… Pon­me la mano aquí, Maco­ri­na, pon­me la mano aquí. La“ Maco­ri­na entró en can­ti­nas de su mano, casas y esce­na­rios por la puer­ta ancha; abrió gar­gan­tas y recla­mos, esti­mu­ló ape­ti­to sexual, aga­rra­di­ta al pecho de la con­sa­gra­da como mexi­ca­na, Cha­ve­la Var­gas, la que vivie­ra has­ta hace ape­ni­tas una sema­na y aban­do­na­ra nues­tro mun­do de la natu­ra­le­za huma­na del doble filo de la expe­rien­cia, con más de noven­ta “cas­ta­ñas” como popu­lar­men­te se diría de éste lado del planeta.

Así, has­ta nues­tros días ha lle­ga­do su imagen. 

Aquí, aquí, pon­me la mano aquí, Maco­ri­na. Sí, la voz de Cha­ve­la Var­gas acer­có la leyen­da, supo hacer­la fami­liar entre noso­tros de esa mane­ra pro­pia que sólo ella supo, tan sin­gu­lar, a nues­tros días y noches pri­sio­ne­ras de las flo­res, que can­ta y gri­ta la can­ción que fal­ta, la distancia.

Envuel­ta en músi­ca y pintura.

Vene­ra­da por artis­tas, has­ta por el pro­pio pin­tor cubano Cun­do Ber­mú­dez, 1978; a trein­ta y cua­tro años del cua­dro de la“ Maco­ri­na, ella, la mujer de car­ne y hue­so apa­re­ce posan­do sobre un des­ca­po­ta­ble rojo; el men­cio­na­do «carro colo­rao», pre­sen­te en la com­po­si­ción, can­ta­da a viva voz por Abe­lar­do Barro­so derro­chan­do nos­tal­gia de ena­mo­ra­do, como la Cha­ve­la, has­ta el ama­ne­cer entre con­cier­tos y tra­go lar­go. Por­que es del amor y vie­ne cuan­do se com­par­te su vue­lo, el de la“ Maco­ri­na. Ay, Maco­ri­na de mi vida y corazón.

María Cal­vo Nodar­se, ensal­zó su cuer­po con­tor­neán­do­lo al rit­mo que la espu­ma del mar de La Haba­na brin­ca sobre el male­cón, alzó su ima­gen bella como una alti­va torre alta a des­ho­ras de la madru­ga­da; arro­lla­da en el vacío de las sába­nas soli­ta­rias del deseo por los mis­mos que la disputaran .

Pari­da en Gua­na­jay (1892).

Nació para vivir como la Cha­ve­la aven­tu­ra tras aven­tu­ra, tras­la­dán­do­se a escon­di­das de su fami­lia a La Haba­na, a los 15 años. Dicen que si “rap­ta­da” por la pasión del por enton­ces novio o fil­treo, qui­zá har­to de la nega­ción de la fami­lia a for­ma­li­zar tales amo­ríos, nun­ca lo vamos a saber. Lo que sí sabe­mos es que la her­mo­sí­si­ma capi­tal cuba­na sin paran­gón en el sen­ti­do más amplio de la pala­bra, La Haba­na, la de por enton­ces ofre­ció mucho a la belle­za des­pier­ta que al pare­cer tenía la bella; ideas cla­ras, defi­ni­das, de cómo que­ría vivir y soñar en un mun­do que se la abrió, tan­to para la vida como para la decadencia.
Se habló de las estre­che­ces del ini­cio de su vida entre cua­tro pare­des, con el supues­to pri­mer novio; de que tomó cono­ci­mien­to rápi­do de las posi­bi­li­da­des que se la abrían en la coque­ta, atra­yen­te y suge­ren­te gran ciu­dad, y apar­tó con deci­sión a un lado al “rap­ta­dor de joyas huma­nas”. A los pocos meses aque­lla flor qui­so abrir­se por si sola a la socie­dad, y hacer valer su perfume.

La“Macorina se lan­zó de for­ma atre­vi­da a la vida, barran­co aba­jo. Empe­zó des­de la pro­pia cima apos­tan­do sobre ella lo máxi­mo. Entró al rue­do, círcu­lo defi­ni­do de machos, hom­bres con bue­na posi­ción económica.

Maco­ri­na pasó a coti­zar­se en estos ambien­tes de for­ma selec­ti­va. Comen­zó atra­ve­san­do un camino direc­to y rápi­do de la opu­len­cia, y según decla­ró ella mis­ma, en una entre­vis­ta que le hicie­ra Gui­ller­mo Villa­rron­da, para la revis­ta Bohe­mia, un 26 de octu­bre de 1958:

«… más de una doce­na de hom­bres per­ma­ne­cían ren­di­dos a mis pies, ane­ga­dos de dine­ro, supli­can­tes de amor.»

La her­mo­sa flor joven, ino­cen­te que un día lle­ga­ra sin un peso a La Haba­na pasó a rodear­se de casas de lujo, caba­llos, pie­les, joyas de un incal­cu­la­ble valor, auto­mó­vi­les prin­ci­pal­men­te euro­peos los pre­fe­ri­dos, y más etcé­te­ras. Según se cuen­ta, los gas­tos men­sua­les ascen­dían a $2.000 men­sua­les, sin con­tar las can­ti­da­des extras, con las que al pare­cer ayu­da­ba la más de las bellas a su nume­ro­sa fami­lia; ver­da­de­ra for­tu­na, si tie­nen en cuen­ta que se habla de la déca­da de los años veinte.

Direc­ta al podium del des­ho­nor, degra­da­ción; coti­za­da por todo lo alto entre los más ricos haba­ne­ros de la épo­ca dedi­ca­dos de lleno a la polí­ti­ca y hom­bres de los más diver­sos nego­cios. Maco­ri­na subió como la pól­vo­ra den­tro de ese podri­do mun­do. Y, de la mis­ma mane­ra aca­bó con poco más de cua­ren­ta años, en la más abso­lu­ta pobre­za recha­za­da por la mis­ma ava­ri­cia pues­ta ya en otros ojos quinceañeros.

No la fun­cio­nó el res­tau­ra­dor de sueños. 

Maco­ri­na, ter­mi­nó vivien­do como cuan­do lle­gó, en un cuar­ti­to alqui­la­do, de una casa fami­liar haba­ne­ra. La que lle­ga­ra a ser tan popu­lar, la“ Maco­ri­na que tie­ne en su honor que se sepa, dos com­po­si­cio­nes musi­ca­les, y la pin­tu­ra de Cun­do Ber­mú­dez, ade­más de inmor­ta­li­za­da en las famo­sas cha­ran­gas de Beju­cal, don­de en los des­fi­les de per­so­na­jes apa­re­cía una muñe­co­na con care­ta deba­jo de la cual esta­ba su crea­dor, el alba­ñil lla­ma­do Loren­zo Rome­ro Miño­so. Así cuen­ta que fue como María, se con­vir­tió en “La Maco­ri­na”, y pese a detes­tar el apo­do, cier­to es, que pasó con él, por la gra­cia del humo­rís­ti­co alba­ñil, a la fama popu­lar y a la his­to­ria que mejor supo dig­ni­fi­car­la, a par­tir del triun­fo sos­te­ni­do de la can­ción can­ta­da y musi­ca­li­za­da por Cha­ve­la Vargas.

Maco­ri­na tie­ne más leyendas…

His­to­rias como la con­ta­da, o como la que afir­ma que fue una gue­rri­lle­ra, una lucha­do­ra por la liber­tad (?), pue­da, qui­zá basa­ra su elec­ción en libe­ra­ción per­so­nal. Tam­bién se cuen­ta que su ver­da­de­ro nom­bre es María Cons­tan­za Cara­za Val­dés, el cual se cam­bió por el de María Cal­vo Nodar­se, ¿qué impor­tan­cia tie­ne? Una cosa es bien cier­ta, que en el per­mi­so para con­du­cir expe­di­do por el Muni­ci­pio de La Haba­na apa­re­ce con el nom­bre, con el que ella mis­ma se ha dado a cono­cer. Tam­bién se la ha des­cri­to como hija de negra y chino (?), pero las fotos que de ella se publi­ca­ron (inclui­da la que apa­re­ció en el per­mi­so de con­du­cir), mues­tra otra reali­dad, ras­gos mar­ca­da­men­te dife­ren­cia­dos, pero ésto en sí mis­mo tam­po­co tie­ne nin­gu­na impor­tan­cia, la his­to­ria que estoy con­tan­do, la de “La Maco­ri­na”, es otra historia.

Sí, es otra his­to­ria, otra leyenda…

Nadie podrá negar que letra, y evi­den­te­men­te músi­ca, han logra­do triun­far a la “Maco­ri­na; indu­da­ble­men­te ha sido la Cha­ve­la, con letra de Alfon­so Camín (1890−1982): astu­riano lle­ga­do a La Haba­na a los 15 años, que al pare­cer sobre­vi­vió como pudo entre muy dife­ren­tes empleos, has­ta redac­tor del Dia­rio de la Mari­na, perió­di­co que lo envió como repor­te­ro de gue­rra a Euro­pa en la I Gue­rra Mun­dial. Se cuen­ta, que fue un pro­lí­fi­co autor de agi­ta­da vida que publi­có muchas obras, y que a los pocos días de nacer, Alfon­so Camín… los padri­nos que le lle­va­ban a la igle­sia para bau­ti­zar­lo dis­cu­tie­ron, y en un arre­ba­to aca­lo­ra­do, deja­ron al recién naci­do aban­do­na­do en un pra­do, se les olvi­dó reco­ger­lo!!! Pero siem­pre apa­re­ce un buen sama­ri­tano, en éste caso un labra­dor. Autor de 123 libros, regre­só a Astu­rias tie­rra natal en 1967. Murió en con­di­cio­nes de mise­ria como la“Macorina, un 12 de diciem­bre de 1982 con más de noven­ta años.

En 1936 se encon­tra­ba en Madrid don­de con­tra­jo matrimonio.

En cuan­to esta­lló la gue­rra civil, cuan­do otros cuba­nos y emi­gran­tes en Cuba de la Penín­su­la lle­ga­ban a defen­der a la Repú­bli­ca, unién­do­se a las Bri­ga­das Inter­na­cio­na­les, éste se dio el piro hacia la isla sin pen­sar­lo dos veces. A media­dos de los años cin­cuen­ta, cuan­do Cuba se decan­ta­ba por la revo­lu­ción, se des­pi­de de ella defi­ni­ti­va­men­te y se mar­cha a México.

María Cal­vo Nodar­se murió en La Haba­na un 15 de junio de 1977.

Lo más sor­pren­den­te, “para la cuba­nia”, es que hayan sido dos extran­je­ros ‑una mexi­ca­na de ori­gen cos­ta­rri­cen­se y un penin­su­lar astu­riano- quie­nes inmor­ta­li­za­ran a Maco­ri­na… el escán­da­lo de La Haba­na. Así es como, Alfon­so Camín, que no pasó a la pos­te­ri­dad por sus nume­ro­sas obras, toma pul­so su nom­bre por la letra de “La Maco­ri­na”, en voz de la “Cha­ve­la:

Pon­me la mano aquí, Macorina/​pon­me la mano aquí.
Tus pies deja­ban la estera/​y se esca­pa­ba tu saya
bus­can­do la guardarraya/​que al ver tu talle tan fino
las cañas azucareras/​se echa­ban por el camino
para que tú las molieras/​como si fue­ras molino.
Tus senos, car­ne de anón/​tu boca una bendición
de gua­ná­ba­na madura/​y era tu fina cintura
la mis­ma de aquel danzón/​calien­te de aquel danzón.
Des­pués el amanecer/​que de mis bra­zos te lleva,
y yo sin saber qué hacer/​de aquel olor a mujer,
a man­go y a caña nueva/​con que me lle­nas­te al son
calien­te de aquel danzón.

‑II-

Des­de la otra orilla…

Sole­dad crió sie­te hermanos

y su san­gre dejó en su pan,

y sus ojos que­da­ron negros

de no haber vis­to nun­ca el mar.”

Por­que la Liber­tad no debe men­di­gar­se, ni colec­ti­va ni indi­vi­dual, es que se me ocu­rre pen­sar en mujer, que pue­da dar tama­ña altu­ra a esta nota, en la lucha por su libe­ra­ción, podía pen­sar en tan­tas de ellas en el mun­do! Pro­pon­go dis­fru­tar esta nue­va jor­na­da acer­can­do al hilo de la lec­tu­ra a Luci­la Godoy Alka­ya­ga, cono­ci­da popu­lar­men­te como …

(*) Gabrie­la Mistral

La que supo abrir­se camino tra­ba­jan­do con empe­ño des­de los 15 años y comen­za­ra sus estu­dios en una escue­li­ta rural, y luchó, mucho luchó has­ta lle­gar a edu­ca­do­ra, poe­ta, inclu­so nom­bra­da emba­ja­do­ra de la cul­tu­ra lati­no­ame­ri­ca­na, la que ésta pri­ma­ve­ra del 2012, hubie­se cum­pli­do 123 años. Tiem­po que ron­da­ba la opor­tu­ni­dad de ofre­cer mi mano para el salu­do al mun­do de Lucila…

Dedi­co éste pre­sen­te a la lla­ma­da «rei­na de la lite­ra­tu­ra lati­no­ame­ri­ca­na». A ella, a la que nacie­ra en el villa­re­jo andino de nom­bre Vicu­ña, allá en Chi­le, en el mis­mo Chi­le que sega­ran la vida al pre­si­den­te Allen­de, Vic­tor Jara, y tan­tos hom­bres y muje­res del pue­blo… Lugar en el que hoy exis­te un museo en su memo­ria, y la calle don­de nació un her­mo­so mes de abril.

Hija de Juan Jeró­ni­mo Godoy y Petro­ni­la Alka­ya­ga, de ascen­den­cia vas­ca (Fran­cis­co Alka­ya­ga Barra­za, abue­lo materno).

Cuen­tan de ésta abne­ga­da mujer, que aun­que su padre aban­do­nó el hogar, cuan­do Luci­la ten­dría unos tres añi­tos, ésta le qui­so con deli­rio y defen­dió has­ta que­dar sin alien­to. Con­tó públi­ca­men­te años más tar­de que, «revol­vien­do pape­les», encon­tró unos ver­sos suyos «muy bonitos»…

«Esos ver­sos de mi padre, los pri­me­ros que leí, des­per­ta­ron mi pasión poética»

Pri­me­ra per­so­na y mujer, de Indoa­mé­ri­ca, en ser galar­do­na­da con el Pre­mio Nobel de Lite­ra­tu­ra, 1945. Ya en 1924, había publi­ca­do en Madrid, “Ter­nu­ra”, libro en el que prac­ti­ca una nove­do­sa «poe­sía esco­lar» Luci­la Godoy Alka­ya­ga, reno­vó los géne­ros tra­di­cio­na­les de la poe­sía infantil.

Car­ni­ce­ría has­ta enton­ces para sus ojos, inimaginable…

Tenía 26 años cuan­do esta­lló la 1º gue­rra mun­dial. Vivió la con­tra­ofen­si­va capi­ta­lis­ta mar­ca­da por el fas­cis­mo en Ita­lia, Por­tu­gal , Ruma­nia, y el ascen­so incon­te­ni­ble de Hitler. Se encon­tra­ba entre los pri­me­ros que advir­tie­ron del peli­gro fas­cis­ta en el mun­do avi­va­do por los nazis. En 1932, fue desig­na­da cón­sul par­ti­cu­lar de libre elec­ción, tras­la­dán­do­se a Géno­va. Una vez decla­ra­da su posi­ción anti­fas­cis­ta, dejó el car­go, y se negó a ser cón­sul de la ciu­dad ita­lia­na mien­tras gober­na­ra Mus­so­li­ni. En 1933, fue incor­po­ra­da al mis­mo en Madrid, y más tar­de en Lisboa.

Apo­yó ardien­te­men­te la lucha de Sandino.

Con­tra los inva­so­res nor­te­ame­ri­ca­nos en Nica­ra­gua, y lla­mó a los jóve­nes lati­no­ame­ri­ca­nos a defen­der con las armas esa cau­sa impo­si­ble, por la infi­ni­ta des­pro­por­ción de los adver­sa­rios, en la que San­dino y “su peque­ño ejér­ci­to de locos” con­ta­ban esen­cial­men­te con su arro­jo, valor para luchar por la dig­ni­dad y la justicia.

Gabrie­la recla­ma­ba auten­ti­ci­dad, y no copia, ori­gi­na­li­dad y no imi­ta­ción; veía que uno de los peli­gros cen­tra­les esta­ba en Esta­dos Uni­dos… Luci­la Godoy Alka­ya­ga, se aden­tró tras las hue­llas de José Mar­tí en Nues­tra Amé­ri­ca y tam­bién de la visión de Fran­cis­co Bil­bao, que veía el futu­ro de Amé­ri­ca Lati­na como tie­rra de pro­mi­sión para la huma­ni­dad uni­da, demo­crá­ti­ca y com­pro­me­ti­da con los idea­les liberadores.

“¿Odio al yankee?

¡No! Nos está ven­cien­do, nos está arro­llan­do por cul­pa nues­tra, por nues­tra lan­gui­dez tórri­da, por nues­tro fata­lis­mo indio. Nos está dis­gre­gan­do por obra de algu­nas de sus vir­tu­des y de todos nues­tros vicios racia­les. ¿Por qué le odia­ría­mos? Que odie­mos lo que en noso­tros nos hace vul­ne­ra­bles a su cla­vo de ace­ro y oro: a su volun­tad y a su opulencia”.

Su apo­yó incon­di­cio­nal a la cau­sa, a la lucha por impo­ner la lega­li­dad de la República… 

Donó a los “niños vas­cos” ‑des­pla­za­dos por el ata­que fas­cis­ta- los dere­chos de autor de su libro “Tala”. A Luci­la, la cono­ci­da como poe­ta Gabrie­la Mis­tral, le impac­tó el des­po­tis­mo san­gui­na­rio, los miles de muer­tos y des­pla­za­dos, la furia en como el fascismo/​nazismo se cebó con­tra el pue­blo y su elec­ción sufra­gis­ta; un pue­blo prác­ti­ca­men­te rural, inde­fen­so, humil­de, empren­de­dor, que supo mos­trar con­cien­cia, dig­ni­dad, heroís­mo e inte­li­gen­cia. La recau­da­ción que se obtu­vo por la publi­ca­ción de “Tala” en Bue­nos Aires (1938) fue des­ti­na­da a las ins­ti­tu­cio­nes que alber­ga­ron a los niños duran­te la gue­rra. Abo­mi­na­ba de Fran­co, y su des­pre­cio lo dejó bien mar­ca­do, no vol­vió nun­ca a pisar tie­rra penin­su­lar. En sus memo­rias se encuen­tra “Ani­ver­sa­rio” A Miguel Her­nán­dez, y un …

Elo­gio fúne­bre a Pablo De la Torriente

(Joven comu­nis­ta de ori­gen puer­to­rri­que­ño (cria­do en Cuba), bri­ga­dis­ta caí­do en com­ba­te; des­ta­ca de él su heroís­mo y gene­ro­si­dad, con­clu­ye que su muer­te no habrá sido en vano): “Si este mun­do satá­ni­co, de hie­rro color par­di­ne­gro color de fie­ra que desean dar­nos se disuel­ve como una pesa­di­lla antes de cua­jar… antes de cua­jar! Si esa inven­ción de calen­tu­ras pasa no más que como un come­ta vesá­mi­co, cor­tan­do nues­tro aire y no se que­da, sino que se va a disol­ver­se en el espa­cio, enton­ces tu has logra­do tu fae­na en la Euro­pa ente­ra. Pablo el sacri­fi­ca­do, buen Hér­cu­les lim­pia­dor de los pese­bres de Augías, gene­ro­so De la Torrien­te, hijo de Cuba.”

Pablo De la Torrien­te, 34 años.

Comi­sa­rio polí­ti­co de la uni­dad de tra­ba­jo don­de ubi­ca­ron a la gue­rri­lle­ra Rosa­rio “La Dina­mi­te­ra”, tras la pér­di­da en el fren­te de una de sus manos. Era natu­ral de San Juan de Puer­to Rico, aun­que se había cria­do en La Haba­na des­de los cin­co años. El padre era natu­ral de Can­ta­bria (Her­mo­sa). Pablo había via­ja­do por pri­me­ra vez sien­do niño, 1903, a San­tan­der, al entie­rro de su abue­lo paterno, el inge­nie­ro Fran­cis­co De la Torriente.

A fina­les de sep­tiem­bre de 1936

Pablo lle­ga a Madrid pro­ce­den­te de Nue­va York, don­de se encon­tra­ba exi­lia­do des­de la pri­ma­ve­ra de 1935, por su mili­tan­cia acti­va con­tra el régi­men cubano. Al pare­cer fue un mitin a favor del Fren­te Popu­lar, en Unión Squa­re, el que le esti­mu­ló en la deci­sión de via­jar hacia el cora­zón de la lucha anti­fas­cis­ta. Lo hizo como corres­pon­sal de gue­rra del dia­rio “El Mache­te”, órgano del PC Mexi­cano, y de New Mas­ses, revis­ta de los comu­nis­tas nor­te­ame­ri­ca­nos. Escri­be a su fami­lia días antes de partir…

«He teni­do una idea mara­vi­llo­sa (…), en Cuba se dice por el can­to popu­lar jubi­lo­so… allá me voy, me voy aho­ra, a la “revo­lu­ción espa­ño­la”, en don­de pal­pi­tan hoy las angus­tias del mun­do ente­ro de los opri­mi­dos (…). Cómo no se me ocu­rrió antes la idea? La cul­pa es de Nue­va York. Aquí, en medio del exi­lio polí­ti­co, no he hecho otra cosa que car­gar ban­de­jas y lavar pla­tos. Me puse estú­pi­do. Me vol­ví tor­ni­llo. He sido uno de los diez millo­nes de tuer­cas. Algún día me ven­ga­ré de Nue­va York. Pero aho­ra yo me voy a ser arras­tra­do por el gran río de la revo­lu­ción. A ver un pue­blo en lucha. A cono­cer héroes. A oír el trueno del cañón y sen­tir el vien­to de la metralla (…).»

Se aden­tró sobre el cam­po de lucha, entre­vis­tan­do “al Cam­pe­sino”, y sumán­do­se al 5º Regi­mien­to, Unidad/​brigada diri­gi­da por el gue­rri­lle­ro entre­vis­ta­do al com­ba­te des­de los pri­me­ros días, pelean­do con plu­ma, fusil y con­cien­cia; orga­ni­zó míti­nes, actos polí­ti­cos man­te­nien­do el estí­mu­lo sobre la moral del mili­ciano; con los poe­tas, Miguel Her­nán­dez y Anto­nio Apa­ri­cio, incor­po­ra­dos al comi­sa­ria­do de cul­tu­ra, idea­ban jun­tos mura­les, y la edi­ción del perió­di­co: ¡Al Ataque!

«… Escri­bo des­de la Sie­rra de Gua­da­rra­ma, don­de me he pasa­do ocho días con la colum­na de Paco Galán, asis­tien­do a las asam­bleas de los mili­cia­nos, sufrien­do todas las maña­nas el caño­na­zo matu­tino e hijo de puta de los fas­cis­tas y subien­do a los para­pe­tos y dis­pa­ran­do a la canalla»

Pablo no fue el úni­co cubano de dicha bri­ga­da, tam­bién pelea­ba en ella Poli­car­po Can­dón, 30 años, natu­ral de Cádiz, tam­bién cria­do des­de peque­ño en Cuba. Ambos, lucha­do­res con­tra la dic­ta­du­ra del pre­si­den­te Gerar­do Macha­do, y como su com­pa­trio­ta, ha via­ja­do como bri­ga­dis­ta a defen­der la Repú­bli­ca y luchar con­tra el fas­cis­mo *Rosa­rio “La Dina­mi­te­ra”, hizo rela­ción con los dos en la uni­dad de tra­ba­jo, y por supues­to con Migue­li­to, el poe­ta, el que la con­sa­gra­ra entre sus poe­mas como “Rosa­rio la dina­mi­te­ra”. Tam­bién a su que­ri­do Pablo De la Torrien­te, com­pa­ñe­ros incon­di­cio­na­les, le dedi­có un her­mo­so poe­ma, una elegía:

(…) Des­de el sol­da­do al duro comandante,

todos te ven, te cer­can y te atienden

Con ojos de gra­ni­to amenazante,

Con cejas incen­dia­das que todo el cie­lo encienden.

(…) Ya no habla­rás de vivos y de muertos,

Ya dis­fru­tas la muer­te del héroe, ya la vida

No te verá en las calles ni en los puertos

Pasar como una ráfa­ga garrida. 

Pablo de la Torriente

(…) Nun­ca se pon­drá el sol sobre tu frente,

here­da­rá tu altu­ra la montaña

Y tú valor el toro del bramido.

Pasad ante el cubano generoso,

hom­bres de su bri­ga­da, con el fusil furioso

Las botas ira­cun­das y la mano crispada.

(…) Ante Pablo los días se abs­tie­nen ya y no andan.

No temáis que se extin­ga su san­gre sin objeto,

Por­que éste es de los muer­tos que cre­cen y se agrandan

Aun­que el tiem­po devas­te su gigan­te esqueleto.

Pablo De la Torrien­te como “Gabrie­la Mis­tral”, como Migue­li­to, era poe­ta, ade­más de dra­ma­tur­go, ensa­yis­ta, perio­dis­ta, nove­lis­ta, gue­rri­lle­ro internacionalista.

Cuba y Puer­to Rico, del mis­mo ave las dos alas…

El lucha­dor cubano/​puertorriqueño, comi­sa­rio polí­ti­co, mili­tan­te, gue­rri­lle­ro caí­do entre el fue­go del com­ba­te, cuan­do aca­ba­ba de cum­plir los 35 años; su que­ri­do ami­go y com­pa­ñe­ro, Miguel, estu­vo pre­sen­te en ese terri­ble momen­to, Pablo de cuer­po pre­sen­te aún, ves­tía la zama­rra de piel de cor­de­ro que solían usar los pas­to­res, de Miguel Her­nán­dez, se la había rega­la­do sema­nas antes. El poe­ta de los pue­blos, como gus­ta decir a muchos segui­do­res, pre­sen­te en el sim­bó­li­co acto de des­pe­di­da, leyó “Ele­gía segun­da”, escri­ta por él entre el dolor y el recuer­do de todo lo com­par­ti­do, vivi­do, apren­di­do jun­tos, tes­ti­mo­nia­da en su libro “Vien­tos del Pueblo”.

Pablo De la Torrien­te fue ente­rra­do con el gra­do de capi­tán de milicias.

Su memo­ria, aun­que espar­ci­da por el mun­do como ramo que aún rezu­ma en su ausen­cia, se encuen­tra con más com­pa­ñe­ros de la resis­ten­cia (a la espe­ra de unos dere­chos vili­pen­dia­dos por la arbi­tra­rie­dad de la ile­ga­li­dad des­pó­ti­ca del nazis­mo), en Mont­juïc (Bar­ce­lo­na).

Y, con la des­apa­ri­ción del com­ba­tien­te anti­fas­cis­ta, sím­bo­lo de Inter­na­cio­na­lis­mo mili­tan­te y Liber­tad; que supo dar sen­ti­do y cohe­ren­cia al calor de la ener­gía que se fra­gua­ba y des­pun­ta­ba a rebo­sar sobre el alien­to ardo­ro­so del poe­ta, M. Her­nán­dez, que­dó como alma en pena, qui­so meta­fó­ri­ca­men­te des­amor­ta­jar­le, regre­sar­le, besar­le, acer­car­le, y leyó ante él la ele­gía con el can­dor de las aves libres; amó al her­mano, llo­ró y can­tó al cama­ra­da, la unión y res­pe­to que como com­ba­tien­tes anti­fas­cis­tas, se había for­ja­do entre ambos.

Luci­la Godoy Alkayaga…

Fue envia­da por su madre a Vicu­ña para ter­mi­nar la ense­ñan­za bási­ca; a la vez tra­ba­ja­ría como “laza­ri­llo” de la direc­to­ra, para cos­tear­se sus gas­tos y ayu­dar a la fami­lia. Allí apren­dió la pri­me­ra lec­ción amar­ga de la incom­pren­sión, la direc­to­ra le diag­nos­ti­có: “retra­so mental”…

Pro­vo­có en Luci­la esce­nas esco­la­res de humillación.

La estre­chez eco­nó­mi­ca fami­liar y el ais­la­mien­to de la región, deter­mi­na­ron que su for­ma­ción fue­se auto­di­dac­ta, guia­da por su inte­rés hacia la lec­tu­ra y hacia la edu­ca­ción. Para man­te­ner­se eco­nó­mi­ca­men­te, Luci­la debía tra­ba­jar en diver­sos luga­res. Ade­más de escri­bir sus ver­sos, se empleó como ayu­dan­te de pro­fe­so­ra en liceos. A los 15 años comen­zó a tra­ba­jar en un liceo de La Com­pa­ñía, cer­ca de Vicu­ña. Como maes­tra se des­ta­có por su entu­sias­mo y comu­ni­ca­ción con los alum­nos, la carac­te­ri­za­rían como posee­do­ra de un “don peda­gó­gi­co”. Par­ti­da­ria de los cam­bios pro­fun­dos como la refor­ma agra­ria, el lati­no­ame­ri­ca­nis­mo real, el res­pe­to a los indí­ge­nas y mes­ti­zos, el amor por los niños y opri­mi­dos y una preo­cu­pa­ción ejem­plar por la ins­truc­ción y la cul­tu­ra al ser­vi­cio del pue­blo, entre otros cam­bios sociales…

*Mue­re un cru­do invierno en los pri­me­ros días de 1957.

Sus res­tos lle­ga­ron a Chi­le des­de EEUU. Fue­ron vela­dos en la casa cen­tral de la Uni­ver­si­dad de Chile.

En una oca­sión mani­fes­tó que le gus­ta­ría que bau­ti­za­ran un cerro de Mon­te­gran­de en su honor, lo con­si­guió un 7 de abril de 1991. En el que sería su 102 cum­plea­ños, el cerro Frai­le, pasó a lla­mar­se Gabrie­la Mistral.

“Lo que el alma es para el cuer­po, es el artis­ta para su pueblo.»

Mai­té Cam­pi­llo (actriz y direc­to­ra de teatro)

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