¿Carece el independentismo vasco de estrategia?, ¿Ha sufrido la izquierda abertzale un proceso de social-democratización?, ¿Está sabiendo gestionar bien el soberanismo de izquierda las contradicciones?, ¿Existe dogmatismo político?, ¿Existe enfrentamiento entre la vía institucional y otros frentes de lucha?, ¿Estamos ganando?, ¿Estamos perdiendo?, ¿Hemos dejado de ser lo que un día fuimos?, ¿Qué eramos?, ¿Qué somos?
Estas preguntas y otras muchas se están haciendo recurrentes en el debate político y en diversas entrevistas, columnas y artículos que podemos leer últimamente en diversos medios. Lo cual está bien. Nunca está de más hacerse grandes preguntas, incluso las que van a la raíz y el carácter de la propia identidad de un movimiento, pensamiento o metodología de trabajo. Ya que en realidad un escrutinio constante es necesario ya que absolutamente todo está en movimiento y relacionándose entre sí.
Desde una lógica dialéctica es necesario examinar todas las facetas de un objeto en su “desarrollo y auto-movimiento” y en sus “múltiples relaciones” con las demás cosas, la unidad de los contrarios y además la transición y la transformación de una cosa en otra. Nuestro conocimiento nunca estará acabado ni puede llegar a ser inalterable, pero ese conocimiento incompleto e inexacto se vuelve completo y más exacto a través del examen del objeto y mediante el descubrimiento de nuevos aspectos y relaciones. Teniendo en cuenta que en los últimos tiempos se ha intensificado el cambio de relaciones entre los diferentes objetos que inciden en el conflicto político en Euskal Herria, es normal y hasta cierto punto lógico que surjan múltiples análisis y exámenes políticos incluso de los elementos más básicos de nuestra coyuntura e identidad. Lo cual puede crear desasosiego, pero en cualquier caso es un labor necesaria a la que hay que enfrentarse si buscamos la verdad, que no es abstracta sino concreta.
El problema reside en que en esa búsqueda de la verdad, que es la que nos permite entender el pasado, incidir en el presente y dibujar el futuro, no analicemos todas las facetas de los objetos a examen y nos centremos en lo abstracto o centralicemos la lupa en una faceta del objeto que no sea la fundamental para su examen.
¿Genera contradicción el uso de las instituciones políticas intrínsecamente para un movimiento revolucionario?. ¿Es ese el debate central?, ¿La esencia de ese objeto?. O lo es el uso que se hacen de ellas y como se relaciona con los frentes de lucha?. Entraríamos en lo abstracto si centralizamos el análisis en una teórica contradicción entre lucha institucional y el resto de luchas ya que olvidaríamos el auto-movimiento histórico que en el caso de la izquierda abertzale (y todo el movimiento revolucionario clásico en general) ya fue solventada y no existe. Diciendo que no pintamos nada o que lo pintamos todo evita el examen de la verdad que debería empezar por la pregunta: ¿Se ajusta la política institucional a una estrategia independentista y socialista o nos genera nuevas contradicciones que posteriormente no se ponen a examen?.
¿Es la contradicción intrínseca a cualquier accionar político?. Ciertamente. ¿Pero es acaso la esencia de ese objeto saber gestionarlas o señalarlas o realizar un examen de porque surgen, como evolucionan y como se contra-restan?. Nos quedaríamos en lo abstracto con la mera aceptación de ellas en vez de buscar la verdad que pueda surgir de ese examen y nos llevaría a la involución.
¿Es necesaria la auto-crítica?. Evidentemente. La auto-crítica al fin y al cabo es una búsqueda de esa verdad de la que hablamos. ¿Pero qué ocurre cuando la auto-crítica no es auto-crítica sino declaración de intenciones. ¿Ha hecho la izquierda abertzale una auto-critica o se ha reajustado una verdad analizada y compartida previamente al análisis?. Es posible que el nivel de auto-crítica no esté lo suficientemente desarrollado aún. Lo cual entra de lleno en otro concepto, el dogmatismo.
¿Existe un dogmatismo en función a lo que llamaríamos socialismo clásico o un dogmatismo en relación a la negación de ese dogmatismo previo?. Probablemente existen los dos. ¿Pero es acaso eso la esencia del objeto o realmente lo es desplegar una estrategia socialista que sea la posteriormente analizable?. Sería abstracto quedarnos en un análisis de conceptos que no están en la realidad. ¿Qué hace a un movimiento social-democratizarse?. No tener las herramientas para desplegar una estrategia socialista. ¿Cuenta la izquierda abertzale con ellas?. ¿Ha contado con ellas?. ¿Hacen falta nuevas?. Ahí habría que buscar la verdad. Los y las socialistas por mucho que lo sean se convierten en inoperativas sin esas herramientas.
¿Existe una estrategia independentista?. Una estrategia es un conjunto de acciones planificadas sistemáticamente en el tiempo que se llevan a cabo para lograr un determinado fin. Es obvio por tanto que siempre existirán y existen estrategias aunque en muchos casos aparentemente no tengan conexión directa con el fin último. Realmente todo tipo de iniciativa política es parte de una estrategia ya que responde a un fin. Lo fundamental en este caso es saber discernir cuales son los puntos de paso obligado para llegar a tal fin y en función de ello adecuar esos pasos. Uno de los pasos obligados ya fue detectado hace tiempo y consiste en la aplicación del derecho de autodeterminación. La debilidad surge cuando las estrategias son abstractas y no decisivas. ETA tenía una estrategia decisiva que a través de la lucha armada buscaba forzar ese paso obligado de la autodeterminación a través de la negociación. Una vez finalizada la etapa armada habría que poner a examen si la estrategia independentista es decisiva a día de hoy o se queda en lo abstracto. Y es posible que aún hoy no exista ninguna estrategia decisiva. Y no habría que entender esto mediante el pánico sino que sea una fuente para ejercitar el pensamiento de cara a esa estrategia decisiva mediante la cual la sociedad vasca entienda claramente (sino no podrá adherirse) los cómos y los cuándos sin que eso impida la flexibilidad y cintura necesaria tras el examen de la evolución de la coyuntura.
¿Estamos ganando?, ¿Estamos perdiendo?. Serían preguntas que entrarían en el aspecto psicológico y de moral , más basado en lo abstracto, que en la verdad, ya que no se demuestra quien gana hasta que gana. Jugar viéndote ganador puede incidir positivamente en la moral pero también en la auto-complacencia y jugar viéndote perdedor seguro que te lleva a la auto-derrota.
Estas y otras muchas preguntas es lo que hace a un movimiento vivo y dinámico cuando se enfrenta a ellas sin miedo. Y es en ese dinamismo donde el ser está directamente relacionado con el hacer. ¿Qué somos?. Pues somos lo que somos. Y la gente debería pensar, hablar y escribir abiertamente de ello para que ciertos debates no estén clandestinizados ni ocultos en un pequeño rincón. Ya sea porque ahí estén controlables o porque realmente no se busque la verdad. Ni la sociedad vasca ni la masa social abertzale y de izquierda de este país se va a asustar por vernos desnudos o parcialmente desnudos, sino que precisamente así, con nuestras diferentes verdades, deficiencias y valores encima de la mesa ganaremos la hegemonía del proyecto independentista y socialista para el conjunto de nuestro pueblo.