Al respecto, la socióloga Valeria Fernández Hansan reflexiona: «Aunque todas, o casi todas las mujeres biológicas tengamos la posibilidad de engendrar, ser madres, debiera poder ser una decisión tomada tras una reflexión personalísima. Ser madre por propia voluntad o llegar a serlo porque así lo indica un deber ser social o familiar, son vivencias completamente diferentes que nos llevan a vivir la maternidad o la no maternidad, también de maneras distintas».
En ese sentido opina María José Bernasconi, Coordinadora Nacional de Red Latinoamericana y del Caribe por la Humanización de Partos y Nacimientos (Relacahupan). «Nosotras trabajamos con mujeres que están embarazadas y han decidido ser madres. Pero pensamos que no es natural serlo. Creemos que lo primero que tiene la mujer es un territorio que es su cuerpo, y a partir de ahí hablamos de autonomía para tomar las decisiones», opina.
¿Qué lleva a las mujeres a elegir si quieren ser o no madres? Seguramente la respuesta tiene muchos argumentos, como mujeres y madres existen. En el libro «Madre no hay una sola», la historiadora Karina Felitti se explaya sobre las diferentes maneras de ser madres, y nos saca raudamente de las estructuras.
Consultada por Los Andes, dijo: «Como seres sociales es evidente que no podemos abstraernos por completo de nuestro entorno y por eso es muy difícil aun pensar diferentes modelos de familia y de maternidades. Por otra parte la decisión de no ser madre es algo que cada vez más mujeres plantean pero todavía puede seguir causando asombro, sospecha y a veces estigmatización. En estas semanas de promociones de juguetes para el Día del Niño veamos cuántos bebés y cochecitos se venden para las niñas, la maternidad como lugar de realización de las mujeres sigue estando muy presente aunque hoy conviva con otras alternativas», asegura.
Escapar del mandato
El libro «Equis, la igualdad y la diversidad de género desde los primeros años» también da cuenta de la necesidad de prestar especial atención a los juguetes con los que juegan nuestros niños y niñas, que influirán en sus futuras elecciones. «Si somos niñas, se esperará que imitemos la cotidianidad de un hogar, que juegos a ser maestras pacientes y cariñosas, y si somos varones, que seamos competidores fuertes, superhéroes valientes y que no lloremos si se nos pincha la pelota», dice este libro.
Sin embargo, pese a todo lo que nos enseñan desde pequeñas, no todas crecemos con las mismas expectativas. Elena tiene 36 años, es licenciada en Ciencias Políticas y sostiene que nunca quiso tener hijos. «Siempre lo supe, ahora no estoy en pareja, pero cuando lo estaba, mi pareja coincidía conmigo, no íbamos a tener hijos». ¿Cuesta decirlo en público? «Cada vez menos me cuesta decirlo delante de otras mujeres. Hace diez años era difícil que entendieran esta posición, todas mis amigas decían que ya me iban a llegar las ganas. Tenía muy claro que no quería tener hijos, siempre usé métodos anticonceptivos para evitar un embarazo».
La doctora en investigaciones feministas de la Universidad española Pablo de Olavide, Rosana Rodríguez , agrega: «Hay tantos aspectos que nos influyen para tomar la decisión de no ser madres, como diversas son las mujeres.
No ser madre es una manera de transitar el mundo tan válida como serlo, nunca se nos ocurriría pensar en esos términos respecto de los varones.
Las presiones constantes de la maternidad no son compatibles con el desarrollo profesional, obliga a las mujeres a tener que elegir por una u otra, postergándose. La no adhesión a los roles de género, escapar del mandato, por no querer ser madres, implica una lucha contra todas las instituciones patriarcales, pues estas mujeres (como las lesbianas, o las mujeres que abortan) se alejan de su género, y suelen ser asimiladas al modelo masculino, también consideradas excepcionales, es decir fuera de lo «normal” ».