Susana Méndez
Recientemente fue celebrada en La Habana una reunión de la Articulación Regional de los Afrodescendientes de América Latina y el Caribe, en la que participaron importantes personalidades intelectuales cubanas y de la región, luchadores por los derechos de los afrodescendientes y en contra del racismo y la discriminación racial en nuestro continente.
Por la parte cubana, entre otros estudiosos, investigadores y especialistas, asistió el doctor en Ciencias y director honorario del Centro de Estudios sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana, Esteban Morales Domínguez, que accedió a realizar declaraciones al Periódico Cubarte, acerca del evento y del tema de la racialidad en la Cuba de hoy.
Antecedentes
En primer lugar se han dado muchos eventos sobre afrodescendientes en América Latina desde finales de los 90 y fundamentalmente después de la cumbre de Durban en el 2001, que trazó una plataforma para la lucha de los afrodescendientes; un amigo decía que a Durban habíamos entrado negros y habíamos salido afrodescendientes.
Nosotros realmente aquí en Cuba, aunque habíamos participado ―particularmente yo he participado en varias conferencias en Venezuela, en Panamá y recientemente en Salvador de Bahía―, no obstante hay que decir que nuestra presencia era como intelectuales y aunque habían invitado también a miembros del gobierno, por ejemplo al encuentro de Panamá no fue ningún representante gubernamental, aunque me acompañó un funcionario de la embajada nuestra allí durante todo el evento.
A Salvador de Bahía sí fue un representante del gobierno, en este caso Abel Prieto, que era aún ministro de Cultura y que siempre ha sido una persona de la cual hemos recibido, durante todos estos años un gran apoyo para el desarrollo del tema racial en Cuba, como lo hemos tenido también de la UNEAC, de Miguel Barnet, y de otras instituciones, pero fundamentalmente de esas dos.
Conjuntamente con Abel fue Zuleica Romay, presidenta del Instituto Cubano del Libro, y coincidimos una serie de amigos que nos habíamos encontrado en otros eventos; estaba Agustín Laó Montes, el puertorriqueño, que estuvo estos días con nosotros, Roberto Zurbano, que había ido a presentar la revista Casa de las Américas y Heriberto Feraudy, de la Comisión Aponte de la UNEAC.
Se planteó entonces allí la posibilidad de hacer una reunión en Cuba, porque nuestros amigos y colegas históricos en este asunto siempre nos habían manifestado que Cuba era una plaza importante por su experiencia, para desarrollar un foro de este tipo y que podía ser un factor significativo en el proceso de articulación del movimiento de afrodescendientes en América Latina y el Caribe; eso fue muy bien acogido por Abel y se fijó el mes de abril para efectuarlo, pero no se pudo hacer y finalmente lo hemos dado ahora.
Participantes
Ha venido una representación importante de luchadores por la causa de los afrodescendientes durante muchos años, que son personas que tienen un gran trabajo en sus comunidades, que tienen una comprensión teórica, yo diría ética y política de cómo es el proceso del movimiento afrodescendiente.
Un salto significativo
Me parece que hemos dado un salto significativo no tanto desde el punto de vista de ellos sino de nosotros que siempre habíamos participado más bien a título personal como académicos, como intelectuales, y ahora esta es una actividad que acoge Cuba, que tiene el respaldo del gobierno a través del Ministerio de Cultura y que tiene el apoyo de nosotros, de las instituciones y de las organizaciones de la sociedad civil, representadas por todos los intelectuales que trabajamos en esto y por otros que están agrupados en organizaciones no gubernamentales como La Cofradía de la Negritud, y la Comisión Aponte de la UNEAC, de lucha contra el racismo y la discriminación racial.
Hemos logrado aquí una cosa muy importante, en primer lugar entrar realmente en el proceso de articulación del movimiento que tiene mucha relevancia; esta reunión nos da una herramienta de incalculable valor para tratar de resolver nuestros problemas internos si somos capaces de utilizarla.
La deuda con África
El problema de la trata esclavista y la propia esclavitud, es una deuda extraordinaria que en Durban se planteó con mucha fuerza y que se sigue planteando, incluso el tema de las reparaciones, que se refiere un poco a pagar esa deuda con África, porque África no volvió a ser, pues perdió a toda su juventud, a los que durante siglos hubieran podido contribuir al desarrollo del continente y vinieron para América y el Caribe precisamente personas jóvenes, fuertes, saludables a trabajar en el proceso de colonización, en la producción de azúcar, en los albores de lo que se podría llamar la acumulación originaria del capital.
Esa es una gran deuda que tiene la humanidad con el continente africano y nosotros también la tenemos.
Hemos avanzado pero es mucho lo que nos falta
A pesar de los 53 años de Revolución, se observó claramente, sobre todo después de la ocurrencia de la crisis económica de finales de los 80s y principios de los 90s, que hemos avanzado pero que es mucho lo que nos falta, porque además en nuestro país se cometieron errores en su momento; nosotros tuvimos una política social extraordinariamente humanitaria que nos ayudó a elevarnos a todos, pero en esa política no se tuvo en cuenta el color de la piel y al no tenerse en cuenta no se atiende a una variable sociodemográfica que es de diferenciación social.
En Cuba no es lo mismo ser negro, que ser blanco, que ser mestizo, y de eso no tiene la culpa nadie, es un proceso estructural de desarrollo que ha venido durante más de 500 años, en el que todavía en nuestro país ―a pesar de todo lo que la Revolución ha hecho y todo lo que ha elevado la posibilidad de negros y mestizos―, se observan las diferencias porque son ancestrales. Además nosotros hemos luchado mucho por ser independientes desde el punto de vista económico, hemos tenido sobre nosotros el bloqueo económico de Estados Unidos, una política agresiva que nos ha obligado a defendernos, y la cuestión racial ha quedado un poco subsumida, digamos, sin una prioridad.
Miedo al tema
Porque también hay que decir que en un momento determinado se le tuvo miedo al tema, en el sentido de que se consideraba que podía dividirnos, en unas circunstancias como las de principios de los 60s en que teníamos que estar muy unidos para luchar contra el enemigo principal y en medio de esas condiciones había organizaciones revolucionarias que no tomaban en cuenta los problemas del color sino que eran organizaciones muy pluridimensionales, pluriculturales, pluriraciales, que ayudaban bajo un proyecto general a que todos los ciudadanos avanzaran. Pero las consecuencias que dejó la esclavitud y que la República no atendió, fueron cosas que quedaron ahí y nos pareció en medio de los 70s y 80s que avanzábamos y el mismo negro no tenía una conciencia clara de que en realidad no estábamos avanzando tan rápido como pensábamos, ni estábamos solucionando los problemas como creíamos, y la crisis económica puso de manifiesto que éramos idealistas al considerar que el problema estaba resuelto.
Surgieron también los prejuicios hasta por parte de personalidades del propio gobierno, de las instituciones que no entendían ni lo que estábamos diciendo, ni que habláramos de racismo y discriminación racial en Cuba, en este país socialista, pero por fin al pasar de los años, poco a poco en esa lucha, discutiendo, escribiendo, analizando el problema, para la inmensa mayoría de la gente ya está claro que el problema existe.
Estereotipos raciales, discriminación y racismo
En nuestro país lamentablemente aún existen estereotipos raciales, discriminación y racismo, y eso no es culpa de la Revolución; al contrario, la Revolución trató de resolverlo, pero en medio de las circunstancias favorables que se presentaron para el avance de toda la población cubana y para la lucha contra la pobreza y la desigualdad, el problema de la importancia que tenía el color como diferenciación, como punto de partida de un sector de la población que partió de más atrás, se subsumió en estos objetivos y ciertamente mereció, ―como yo defiendo ahora― ciertas políticas de acción afirmativa, porque realmente nuestras personas negras y mestizas no pueden esperar comúnmente lo que puede esperar cualquier ciudadano, hay que tratar de ayudarlos con políticas específicas. De eso se dio cuenta Fidel y empezó a hacer investigaciones muy concretas para hallar la diferencia y la pobreza allí donde estuviera y se puso claramente de manifiesto que eran negros y mestizos los que más sufrían la crisis.
Un elemento importantísimo fue el inicio de la llegada de las remesas a Cuba, pero estamos hablando de solamente el 15% de la población, porque hacia Estados Unidos, que es el país del cual se mandan más remesas hacia Cuba, los negros emigraron tarde, después de los 80, recién salidos de las cárceles, cuando ya ese no era realmente el país de las oportunidades y emigraron en pequeña cantidad, sin apoyo filial ni familiar, y esa es la razón por la cual las remesas llegan fundamentalmente a blancos e intelectuales.
Yo he pasado varias veces por el aeropuerto de Miami, de regreso a Cuba, y en una larga fila de personas que vienen para Cuba apenas usted se encuentra una o dos familias negras, porque no son los que tienen los mejores empleos ni las mejores condiciones para ayudar a su familia aquí; hasta eso se produce y también el hecho de que las llamadas personas blancas ―porque en realidad no hay blancos en Cuba, por eso decimos que todos somos afrodescendientes― pueden buscar sus apellidos en España, y eso les da ciertas facilidades, pero ¿dónde los negros y mestizos vamos a buscar nuestros apellidos en nuestras familias ancestrales para que nos ayuden?
Un proceso de lucha que es nuestro también
Este movimiento para nosotros tiene gran importancia para ayudar a articularnos dentro de un proceso de lucha que es nuestro también, aunque tenga ciertas peculiaridades, porque muchas de las cosas que nosotros hemos logrado para ellos aún son objetivos a alcanzar como la educación y la salud gratuitas, igual empleo-igual salario, trato social, trato humanitario; pero nosotros todavía estamos muy aliados a ellos en la lucha de lo que es propiamente la discriminación racial, aunque esta en Cuba no se pueda comparar a la que existe en otros países, mucho menos a la que existe en Estados Unidos. Pero existe y es un proceso en el que hemos involucionado un poco en los últimos 20 años, en medio de la crisis económica, y por tanto tenemos ahí una lucha que encauzar, que no la encaucemos solos es una gran ventaja para nosotros.
Por eso decía que me siento contento por lo que significa este encuentro para nosotros, porque aún existen sus reservas, sus incomprensiones, hay la necesidad de empujar, y esta es una oportunidad excelente para nosotros tomar esta bandera internamente y tratar de impulsar la lucha contra la discriminación racial, aunque haya personas que ni quieren oír hablar de eso y haya personas que no entienden cuando uno les habla de ese asunto.
Debemos decir, no obstante, que hemos avanzado en los últimos años aunque no estemos como debemos estar en la televisión, ni en la prensa, ni en los medios; todavía no tenemos la presencia que debemos tener en la economía del dólar y del turismo; todavía no tenemos realmente un equilibrio en la presencia social cultural; esta es una sociedad multicolor, multirracial, con un nivel de consolidación cultural muy alto pero aún negros, blancos y mestizos no ocupan un lugar equilibrado incluso dentro del propio proceso de la integración cultural.
El racismo sobrepasa la estructura de clase, la estructura social y el modo de producción
Este movimiento que nosotros al principio no entendíamos, que decíamos que no éramos afrodescendientes, que nos negábamos a que los norteamericanos nos llamaran afrocuban, es una cosa que se ha ido comprendiendo y del que se ha visto el elemento de positividad tan extraordinario que tiene articular nuestra lucha porque nosotros tenemos experiencias que aportar, aunque solo sea que ni en un proceso de construcción socialista es posible acabar con el racismo, porque el racismo sobrepasa la estructura de clase, la estructura social, el modo de producción; el racismo es un monstruo con miles de tentáculos que sencillamente cuando usted le corta uno, otro asume el papel del que no está; es un fenómeno muy difícil de desarticular y de derrotar, y hay que hacerlo con inteligencia.
Nosotros podemos demostrar que no es suficiente acabar con el capitalismo para acabar con el racismo. Cuando en 1886 se abolió la esclavitud, aunque no existía oficialmente, siguió. El racismo no se va a abolir, todo lo contrario, lo que ocurrió en nuestro país fue que en años promisorios de desarrollo, se ocultó, y emergió luego en medio de la crisis. No podemos pensar que ha desaparecido, está en nuestras mentes, en nuestra formación y en nuestra cultura.
Todavía no se habla del color en nuestras escuelas, ni se estudian los problemas de la racialidad en las universidades; aún no existe una articulación intelectual investigación-medios, esa que tiene que existir para que un tema avance desde el punto de vista social a partir de que tiene una base científica que lo estudia, una persona preparada que lo conoce y un medio que lo divulga, y hace mucha falta.
Tenemos que seguir avanzando en este sentido porque es algo que ya afecta la consolidación del proyecto social de la Revolución, que es un proyecto de igualdad y de equidad; hasta en términos elementales no tomábamos en cuenta el color de las personas y se sabe incluso que hay enfermedades que atacan más a los negros que a los blancos.
Tenemos aún muchos prejuicios, muchos problemas, que 53 años de Revolución, por muy radical que haya sido ―y yo creo que lo fue, a pesar de los problemas que tenemos ahora―, no son suficientes para extirpar del cuerpo social un fenómeno que existe hace más de 500 años, y es extraordinariamente importante combatir con todas las armas culturales, educacionales, ideológicas, políticas y sociales contra él, porque está en una circunstancia en la cual amenaza con reinstalarse en la macro conciencia de la sociedad cubana.
La importancia de la información y la comunicación
Una de las cosas que yo planteé en el encuentro fue la necesidad de intercambiar información, porque conocer otras realidades aporta experiencias y nosotros podremos aportar, pero ¿cuántos no podrán aportarnos las suyas?; por tanto, el intercambio informativo es esencial.
Nosotros tenemos en Cuba un problema con el censo, incluso en IPS acaban de sacar una entrevista en la que yo le hago una crítica; el censo recoge tal por ciento de blancos, tal de negros y tal de mestizos, a nivel macro, pero lo que hace falta saber es cuántos negros hay en Güines, cuántos están desempleados, cuántos tienen nivel universitario, cuántos no, eso es importante porque nosotros tenemos que construir este país sobre la base de una política social científica donde puedas decir: “allí es donde está la pobreza, la desigualdad”. Por eso Fidel mandó a hacer investigaciones y se le preguntaba a las madres si los niños tenían padres, si había televisor en la casa, si tenían juguetes, si le alcanzaba el dinero para comprar la cuota, porque él se dio cuenta que empezaron a emerger cosas que pensábamos que no existían.
Sí queremos de verdad construir una sociedad de equidad, la estamos construyendo en un país pluriracial y pluricolor, y eso no es simplemente un problema de color de la piel. Cuando usted no tiene en cuenta la variable color de la piel está votando al cesto de la basura 500 años de historia, porque a los negros, blancos y mestizos no les tocó el mismo lugar en el proceso de construcción de esta sociedad y eso se ha arrastrado de generación en generación y es algo que se observa en los barrios, ¿quiénes son los que viven en peores condiciones, o están más veces presos?
Cuando comenzó el período especial yo tenía un aula de 70 estudiantes, de los cuales 14 eran negros y quedaron solo 7, que eran etíopes; los negros cubanos habían tenido que salir del aula a buscar trabajo porque son los que más cerca están de la pobreza, del delito, del mal vivir; no basta con que vivan en el mismo barrio y vayan a la misma piscina, no es suficiente, eso se arrastra.
El primer trabajo de investigación que yo hice fue sobre la entrega de casas a familias de barrios marginales, a las que se les dieron formidables apartamentos y cuando a los dos años regresamos, habían vendido los herrajes y los marcos de las puertas, criaban puercos en las bañaderas; no es un problema solamente de condiciones materiales, es que cuando usted es una persona educada, aprende a aprovechar mejor lo que tiene, vive mejor, mejor educación es mejor vida, aunque usted no gane más salario.
Autoreconocimiento
Tenemos otros problemas, como la cantidad de negros que no se autoreconocen como negros, porque heredamos el fenómeno del blanqueamiento. En el siglo XIX el hacendado blanco que tenía un hijo con la criada negra le compraba el título de blanqueamiento, mire usted qué hipocresía esa. Quiere decir que arrastramos muchas cosas que no son propiamente de nivel material ni económico, sino que son elementos de la cultura, a la que a veces la gente no le presta la debida atención y la cultura se materializa en un modo de vida y en actitudes.
Hay muchas personas que no tienen conciencia de lo que es ser racista
Si a un cubano usted le dice que es machista lo toma como un chiste, pero si le dice que es racista, no lo acepta; porque todo el mundo sabe que es una actitud que demerita. Pero hay muchas personas que no tienen conciencia de lo que es ser racista. En general, cuando yo hablo de racismo no es un problema de los blancos; originalmente fue de blancos contra negros, pero al pasar de los años el negro reaccionó contra eso y se volvió racista.
En nuestro país hoy el racismo no es un problema solo de negros, es de toda la sociedad, es decir, es una disfuncionalidad social; o sea, que las cosas no funcionan de acuerdo a las reglas.
Hay muchas personas que no tienen conciencia de que son racistas, y no porque sean malas personas, es que no ha habido en Cuba un proceso que las ayude a adquirir esa conciencia. En Estados Unidos los negros sí tienen una conciencia de color y de racialidad, pero en este país no, porque el racismo entre nosotros es diferente. Digamos, la colonización española no fue igual que la colonización inglesa ―que fue de apartheid―, y la colonización española aceptó un poco más al negro, porque tampoco eran blancos, ya que con 800 años de colonización árabe no podían serlo, aunque no reconocen sus ancestros africanos.
Pudiera parecer que en Cuba las cosas son más fáciles
El miedo al negro existe, eso viene porque es la actitud ante el otro, es como se forma el estereotipo; tú tienes que aceptar al otro, pero eso es un proceso de aprendizaje, de educación. En medio de esas circunstancias mucha gente no entiende al otro, es una actitud ante el otro y muchas veces las personas desarrollan un miedo determinado; y si ese proceso está ligado a que esa persona de otro color compite contigo en algo, eso se exacerba. Hubo un momento aquí en que nosotros no teníamos ese problema, porque todos los que estudiábamos en el aula universitaria cuando nos graduábamos teníamos una boleta de ubicación; pero el problema empezó a emerger ahora en que cada uno tiene que ir a buscarse trabajo, y el racismo es también un instrumento de poder para demeritar al otro y que no te pueda hacer competencia.
Es un fenómeno con muchas aristas, muchas de las cuales a veces nosotros ni conocemos y que no son iguales en todas partes. En Cuba el racismo no se aprecia con facilidad, es más difícil porque no se manifiesta claramente y ves mucha confraternidad y solidaridad entre las personas, pero eso no quiere decir que no tengan prejuicios raciales; sí los tienen, pero más ocultos, y los sacan cuando se presenta la circunstancia. Es un proceso bien complejo, delicado, no es solamente que el negro y el mestizo estén económicamente igual que el blanco, no basta; la igualdad económica no es suficiente, no elimina el racismo. En Estados Unidos hay negros millonarios que viven en los barrios buenos de los blancos y son tan discriminados como cualquiera.
Son procesos muy complejos contra los cuales hay que luchar; la discriminación nuestra es por el color que lleva implícito un conjunto mayor de subjetividades. Pudiera parecer que en Cuba las cosas son más fáciles, pero no es así porque es una cuestión de sutilezas que no se pueden identificar tan fácilmente. Estos fenómenos nos demeritan, nos hacen retroceder hacia los peores lugares, son cosas con las que tenemos que acabar para que esta sociedad se desarrolle sobre la base de un proyecto social que deje todos esos lastres atrás.
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