Noso­tras. Las muje­res- Ane Izarra

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Mujer y revolución

Somos y sen­ti­mos como muje­res. Con idén­ti­cas ganas de expri­mir la vida que voso­tros, los hom­bres. Tan sen­ci­llo de enten­der como com­pli­ca­do a la hora de hacer­lo reali­dad. Tene­mos en fren­te quie­nes pro­ce­den de un pasa­do cer­cano y cuya misión es la de obs­ta­cu­li­zar nues­tras qui­me­ras. Inten­tan maqui­llar su fas­cis­mo de demo­cra­cia. Ejer­cen su poder en el mar­co polí­ti­co y reli­gio­so. Me estoy refi­rien­do a la Igle­sia y a quie­nes mane­jan nues­tras vidas con polí­ti­cas de derechas.

No entien­den de igual­dad de opor­tu­ni­da­des en el ámbi­to labo­ral. Lo que para los hom­bres no es más que un ejer­ci­cio de supera­ción, para noso­tras supo­ne muchas veces un momen­to cla­ve en el que se nos miden con doble rase­ro por nues­tra con­di­ción de mujer en un mun­do como es el labo­ral dise­ña­do por y para los hom­bres. Desea­mos ser eco­nó­mi­ca­men­te inde­pen­dien­tes, para no estar supe­di­ta­das a nada, ni a nadie. Que­re­mos que se nos reco­noz­ca el tra­ba­jo rea­li­za­do den­tro del hogar, por­que aun­que se tra­te de un tra­ba­jo no remu­ne­ra­do, es de vital impor­tan­cia. Por­que en esta socie­dad don­de el capi­ta­lis­mo es el rey por exce­len­cia todo se tasa, todo tie­ne su pre­cio y aque­llo que care­ce de él está infravalorado.

Que no per­te­ne­ce­mos a nadie, más que a noso­tras mis­mas. Ni somos terri­to­rio de con­quis­ta. Son muchas las muje­res ase­si­na­das por que­rer reha­cer sus vidas. Por que­rer ale­jar­se para siem­pre de la tor­tu­ra físi­ca y sico­ló­gi­ca que supo­ne el com­par­tir vida con un tor­tu­ra­dor. Esta últi­ma mas dolo­ro­sa al no dejar hue­lla visi­ble, pero si una hue­lla imbo­rra­ble den­tro de la auto­es­ti­ma. Por­que el deseo machis­ta de hacer­nos sen­tir vul­ne­ra­bles, de que no somos váli­das para la vida, que somos invi­si­bles ante los ojos aje­nos, es otra for­ma de ejer­cer la humi­lla­ción y vio­len­cia de géne­ro. Y aun­que úni­ca­men­te se tra­ta­ra de una mujer ase­si­na­da por esta degra­dan­te con­duc­ta, se hubie­ra tra­ta­do de una cifra dema­sia­do alta.

Que no que­re­mos dis­po­ner en el calen­da­rio de fechas anual­men­te seña­la­das para decir alto y cla­ro que ya está bien de agre­sio­nes a las muje­res, como ocu­rre todos los 25 de noviem­bre. Ni que­re­mos cele­brar de for­ma rei­vin­di­ca­ti­va todos los 8 de mar­zo para exi­gir mis­mo tra­to labo­ral que nues­tros cole­gas mas­cu­li­nos. Por­que ni somos ni más, ni menos que ellos, somos igua­les. Cele­bra­ría­mos dicha fecha recor­dan­do y home­na­jean­do en ese día a las 148 muje­res tra­ba­ja­do­ras que murie­ron cal­ci­na­das por luchar por sus idea­les, por lo que creían jus­to. Rei­vin­di­ca­ron has­ta el final mejo­ras en sus sala­rios y en sus con­di­cio­nes infa­mes de trabajo.

Por­que no somos mero ins­tru­men­to de repro­duc­ción. Ele­gi­mos la mater­ni­dad libre­men­te, sin impo­si­cio­nes. Nues­tro cuer­po úni­ca­men­te a noso­tras nos per­te­ne­ce. Noso­tras tene­mos la últi­ma pala­bra en cuan­to a deci­dir sobre él. Exi­gi­mos dere­cho a la libre inte­rrup­ción del emba­ra­zo, de for­ma segu­ra y gra­tui­ta, sin el que abor­tar supon­ga un gra­ve e irre­ver­si­ble pro­ble­ma para nues­tra salud.

Por­que nos gus­ta el sexo. Nadie debe impo­ner­nos cómo y con quien desea­mos acos­tar­nos. Por­que en esta socie­dad hipó­cri­ta car­ga­da de fal­sas liber­ta­des a toda con­duc­ta sexual que va con­tra corrien­te se la eti­que­ta. Se la til­da de anti­na­tu­ral. Y no. No debe­mos dejar­nos eti­que­tar. Tene­mos un cuer­po que nos da pla­cer. La mas­tur­ba­ción feme­ni­na va dejan­do de ser tabú. Duran­te lar­go tiem­po nos han veni­do ocul­tan­do y negan­do nues­tra sexua­li­dad ligán­do­la úni­ca­men­te a la repro­duc­ción. Nos pusie­ron un dis­co raya­do don­de con­ti­nua­men­te sona­ba el estri­bi­llo: “eso no se mira…eso no se toca”.

Por­que nos gus­ta dis­fru­tar de las fies­tas, de la calle que es de todxs. A cual­quier hora del día y de la noche. Sin que nadie nos moles­te. Por­que nues­tra for­ma de ves­tir no es sinó­ni­mo de pro­vo­ca­ción sexual. Por­que no, es no. Sig­ni­fi­ca que no acep­ta­mos ni per­mi­ti­mos la apti­tud de otra per­so­na que quie­ra impo­ner su volun­tad y en muchas oca­sio­nes uti­li­zan­do la fuerza.

Por­que la lucha y la revo­lu­ción lle­va nom­bre de mujer. Sin noso­tras la lucha no late con toda su fuer­za, ni inten­si­dad. Nos nece­si­ta tan­to como noso­tras la nece­si­ta­mos a ella. Tene­mos un lar­go camino por delan­te para reco­rrer al lado de esos hom­bres que nos mues­tran su soli­da­ri­dad y apo­yo en este camino con­jun­to. Por­que más allá de la gue­rra de sexos, somos per­so­nas, como tal nos debe­mos de tra­tar, inde­pen­dien­te­men­te del sexo con que naci­mos. Por­que naci­mos libres y así desea­mos seguir.

Por eso, muje­res del mun­do nos vemos en las barricadas.

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