A estas alturas del creciente conflicto político social en el que estamos inmersos el abundar en los porqués para promover y desarrollar una huelga general no parece necesario. Las numerosas razones esgrimidas desde el punto de vista del sindicalismo de clase y desde perspectivas políticas cercanas al interés de nuestro pueblo están coincidiendo con la percepción que de manera muy generalizada, tiene el conjunto de la sociedad en relación a las medidas que están siendo tomadas por gobiernos y partidos defensores del sistema capitalista en general y supeditados a los intereses de la banca y las multinacionales en perjuicio de la mayoría social.
Pero quizá sí habría que subrayar el carácter de auténtico golpe de estado que subyace en esta agresión sin precedentes en lo económico, en lo social, en lo cultural y en lo político y en consecuencia sacar las conclusiones pertinentes. Plantear la huelga desde la perspectiva de la defensa de las conquistas realizadas en otros momentos de mayor conciencia y combatividad no es un mal comienzo, pero es evidentemente insuficiente.
El sistema capitalista está en crisis profunda y necesita imperiosamente reciclarse. Para ello combina todas las formas de intervención de las que dispone, desde las agresiones militares a gobiernos díscolos o no afines a los intereses del imperialismo estadounidense y europeo, pasando por ingerencias y saqueos en los países y estados que, como el español, están bajo su control. El capitalismo intenta imponer sin reservas su ideología para que sean aceptadas, con la menor resistencia posible, todas las restricciones de carácter económico, social o político a favor de la acumulación de capital y así aumentar las ganancias.
En Euskal Herria esta ofensiva de carácter internacional tiene su peculiaridad manifestada en la criminalización previa de la resistencia sociopolítica, que desde formas distintas de lucha, la ha caracterizado. Aquí reside el gran ardid presentado por el imperialismo en Euskal Herria y en otras zonas del mundo. Por un lado, intenta cerrar en falso multitud de conflictos armados y políticos que han permanecido abiertos en sus áreas de influencia para ganar tiempo. Por otro, sus urgencias sistémicas le presionan para abrir enfrentamientos de mayores proporciones allá donde más los necesita con objeto de prolongar su escaso margen de maniobra.
La presión que desde los aparatos represivos del Estado, apoyado en los partidos del Régimen (PSOE y PP) con la apreciable colaboración del PNV, se está sometiendo a la disidencia vasca, no tiene como explicación la falta de libertades del sistema latente en el Régimen español desde los Pactos de la Moncloa, sino que responde a algo más sofisticado y elaborado, tendente a la “domesticación”, primero ideológica y luego política, del núcleo del Movimiento de liberación. En estos momentos de crisis y readecuación global, la promesa de las instancias internacionales para favorecer la resolución del conflicto político vasco esconde el caramelo envenenado de la posibilidad de acceder a la independencia nacional vasca por vía electoral y unilateral mientras no se mueva el “status quo” del sistema capitalista, apuntalando una democracia parlamentarista que cada vez más, hace aguas ante el empuje de las propias fuerzas económicas capitalistas. Es decir, quieren y necesitan romper el binomio que, desde los años 60, superando el enfrentamiento entre bloques y el hundimiento de la URSS, el MLNV ha mantenido como objetivos estratégicos, la independencia y el socialismo.
Si bien es verdad que avanzar en pasos de soberanía nacional mejoraría las posiciones de clase de los trabajador@s vasc@s, desde la dirección de la Izquierda Abertzale, creer que en esas instancias se pueden encontrar apoyos para el objetivo independentista que rompa con este modelo económico es un espejismo. El Estado español es un Estado “democrático burgués” imperialista,consolidado y legitimado internacionalmente, la presión externa hacia Él para que permita la secesión de un territorio tan importante como el vasco y además en clave socialista, no es más que una ilusión. El apoyo internacionalista a nuestra causa deberá venir de los pueblos y naciones que buscan la emancipación.
No son tiempos para desarrollar planteamientos aceptables por el “sistema”, por ese camino nos suicidaríamos como movimiento revolucionario. No es necesario que teoricemos la vinculación de ésta huelga general con las próximas elecciones, objetivamente están relacionadas, pero sí es preciso desarrollar el debate y la coordinación necesaria en el ámbito de la propuesta sociopolítica elaborada hace cincuenta años y que con aciertos y errores ha sido el referente ideológico, político y emocional que nos ha permitido llegar, sin renuncias de principios, hasta donde nos encontramos.
El camino que debemos transitar se adivina tortuoso y no exento de sacrificios, pero es el que iniciamos y el que nos llevará a la construcción de esa nueva sociedad coherente con el pasado de luchas y la conquista del futuro.
Euskal Herria, 25 de Septiembre de 2012
EHK (EUSKAL HERRIKO KOMUNISTAK)