¿En qué hemos fallado para no sacar mejores resultados?. ¿Qué podemos hacer para que dentro de cuatro años saquemos mejores resultados?. Estas son las preguntas clave que básicamente se desprenden de muchos de los análisis que hemos podido escuchar y leer desde el ámbito soberanista de izquierda tras las elecciones autonómicas españolas en relación a EH Bildu. Claro está, cuando ha existido cierta objetividad (difícil siempre) y auto-crítica, que suelen ser los mejores ingredientes para avanzar.
Algunos otros análisis en cambio han preferido no salirse del círculo de seguridad, alardeando de datos históricos para la izquierda abertzale, olvidando quizás que la izquierda abertzale no se ha presentado (en solitario) y que la media histórica del MLNV es de 16%, (con EAE-ANV/votos ilegalizados-2007 o II-SP-2009 se mantuvo esa media). Por lo tanto, un 9% más de esa cifra a nivel global, teniendo en cuenta que le unimos lo aportado por Aralar, Alternatiba y EA, más el efecto unitario multiplicador, da como resultado unos muy buenos resultados pero ciertamente no para tirar cohetes mientras se llora de alegría, ni afirmar solemnemente que hayan sido los mejores resultados del soberanismo de izquierda a lo largo de la historia de este país. Alguien podría alegar que EA por ejemplo hace años no tenía ese perfil escorado hacia la social-democracia y optaba por una estrategia autonomista pero también es cierto que EH Bildu tampoco ha tenido un perfil marcadamente socialista y energía rupturista igual que las candidaturas del MLNV. Cosa que tiene cierta lógica, por otra parte.
Pero a lo que íbamos. ¿Cómo ganar las elecciones?
En primer lugar, mostrar un rechazo profundo a Euskadi Ta Askatasuna, y a cualquier expresión que se asemeje aunque sea de refilón a cualquier tipo de violencia revolucionaria. Esa es la base, no solo ya para poder ponerse a la altura del reto de poder ganar unas elecciones sino simplemente para que te dejen presentar. Si ya de paso dejamos de lado cualquier cosa que pueda incomodar, mejor que mejor. Mensaje políticamente correcto siempre también.
Sigamos. La sociedad vasca no es socialista, a lo sumo de una izquierda capitalista difusa y ciertamente algo conservadora. Por lo tanto se hace necesario olvidar todo tipo de referente revolucionario ya sea de nuestro propio país, de nuestra historia o de cualquier marco internacional. Los países nórdicos europeos pueden servir o cualquier tipo de sociedad capitalista tipo guatemala en vez de guatepeor.
La sociedad vasca en general no es muy aventurera. Afirmar que queremos un Estado en Europa no es suficiente y puede llevar a la duda. Habría que remarcar que lo queremos en la UE directamente. Aunque pensándolo bien, quizás lo del Estado tampoco sea la opción más adecuada. Estado asociado quizás, o algo que muestre nuestra voluntad unitaria al estilo federal aunque no lo deje muy claro. Quizás dejarlo en el aire sea lo mejor. Ni pa tí, ni pa mí.
Gestión. Nada más importante. La gente (seguimos en general), no quiere participar ni perder el tiempo en cosas que lo puedan hacer otros. Un grupo de tecnócratas bien cualificados pueden cumplir el papel y quitarnos el peso de encima de todo el rollo de asambleas. Además daremos imagen de seriedad.
Y es que la imagen es importante en estos tiempos que corren, y si no hay corbatas y vestiditos no hay seriedad, y unos desgarramantas no pueden ganar.
¿Se va pillando la idea no?
Efectivamente, si verdaderamente se quieren ganar las elecciones y no existe ningún otro baremo a considerar, no queda otra más que convertirse en un PNV de izquierda moderadita. Ahora bien, ¿Es eso lo que queremos para nosotros y nosotras y para este pueblo?.
¿Qué podemos hacer para que dentro de cuatro años saquemos mejores resultados?. Esa pregunta tiene que ser secundaria, ya que el impulso de priorizarla, el rebanarse los sesos para optimizar como será la solución de esa pregunta olvidándose de muchas cosas solo lleva, aunque pueda ser lentamente y sin darnos cuenta, a un recorrido como el explicado antes. Y es que es precisamente la pregunta clave que se lleva haciendo el PNV en cada reunión del EBB desde hace décadas.
Sin embargo, el soberanismo de izquierda debe hacerse prioritariamente la pregunta de cómo alcanzar el Estado independiente y socialista. Y ahí, en el marco de esa pregunta, surge la necesidad de una ampliación electoral que esté bien sujeta a unos baremos ideológicos, unido a otras muchas necesidades que no pueden ser solapadas cuando el horizonte es el Estado libre y socialista. Y alguien se preguntará: ¿Cuáles?. Un lector del blog resumía algunas de ellas recientemente en un comentario:
La gente no llega a final de mes y por muy bien que EH Bildu gobierne en una Diputación, en un ayuntamiento…en una larga temporada los recortes al sector público, los despidos, la desaparición de ayudas… van a llegar a cotas todavía mayores. Podemos decir que hay alternativa, desglosarla por sectores,tras una u otra rueda de prensa, hablar de construcción nacional y emplazar a partidos, sindicatos y movimientos sociales… pero eso no es suficiente. Es hora de encauzar ciertos debates desde la base, sin quedarnos en florituras, de priorizar luchas sociales, de identidad, de cambio de modelo… de retomar las calles, los barrios… (+)
Y claro, ¿Cómo se va a hacer eso con los mejores resultados de la historia mundial y cuando nos encerramos en las cuatro paredes de los cálculos electoralistas?. Y aunque parezca alucinante para algunos, EH Bildu no es, ni puede ser, la herramienta única que hará ganar las elecciones. Que por supuesto habrá que ganarlas, desde el independentismo y un proyecto de izquierda sin complejos para nuestro país.
Como decía un “bloguero”: “Por que lo uno no quita lo otro. Y por que lo uno es necesario para que avance lo otro. Y lo uno siempre tiene que seguir siendo la calle, que es donde verdaderamente se gana el poder social que luego se materializa en un momento dado también en lo otro, las instituciones.”. (+)
Cómo hacer que “lo uno” alcance las cotas requeridas quizás si que sea una pregunta prioritaria que necesita de un análisis muy profundo. La receta a buscar por tanto, sigue siendo como crear una ruptura democrática y avanzar hacia ella. Y digo ruptura democrática, porque claro, decir que vivimos en democracia también puede servir para acotar “la confrontación democrática” e incluso ganar algún voto pero va a ser que aún no.