De haber vivido
El 30 de octubre Miguel hubiera cumplido 102 años.
De no haber sido torturado hasta dejarlo morir de todo, hasta impedirle su libertad, cuando ya de él no quedaba sino una sombra débil, como hoy décadas después sigue sucediendo con los presos políticos con la misma saña y odio que durante el triunfo del nazismo tras el levantamiento contra la República. De haber vivido el que tanto amara la vida,
raíz de tierra fecunda, cantor de ruiseñores atravesando trincheras agitando los vientos a favor, lanzando aliento a la palabra ensalzaba la cultura, hasta desfallecer enardeciendo la poesía, el teatro, el pregón, el mensaje, la agitación, la entrega, el amor, y también supo de la traición; lanzó el puño y el fusil, sobre el canto de las balas al corazón del despotismo fiero y mordaz de dentro y fuera, amotinados contra un pueblo que quiso hacer revolución, sediento de evolución, justicia y libertad.
Por todo lo soñado, peleado, resistido
Fase de intimidación… te dejamos seco, enero de 1936:
Los cuerpos represivos del fascismo seguían en el poder. Hasta dieciocho intelectuales se unieron a través de un manifiesto de protesta sobre dicha detención intimidatoria con amenaza criminal, que contó con las firmas de Federico G. Lorca, José Bergamín, Cossío, J. Sender, Pablo Neruda, Teresa León, Rosa Chacel, Rafaél Alberti, Antolagirre, Cernuda, Salinas… ¿Qué sucedió aquél lunes 7 de enero, donde los cuerpos represivos seguían actuando como en el reino del imperio? Que un sencillo paisano, cabrero como medio de sustento, y poeta como potencia humana, en uso de su libertad, y sin disfrazarse previamente de señorito excursionista (el mentado Miguel Hernández), tuvo la ocurrencia de pretender sentir el campo cerca de la ciudad, y subirse a un tren en Madrid apeándose del mismo en San Fernando, enfilando los pasos de la misma manera que cualquier otra persona del pueblo, con su habitual aspecto natural a cuestas, hacía el campo, en busca de una pacífica jornada de bucólico solaz y nostálgico regocijo. Pero estando ensimismado en la dicha de sus asuntos, alejado de sus cabras y del bullicio de la gran ciudad capitalina, paseando a orillas del Jarama, inspirándose en lo que sería su próxima obra, fue detenido por la siniestra Guardia Civil, y preguntado con la arrogancia y prepotencia que les caracteriza que, qué hacía por aquellos lugares. Contestó sonriente al parecer, “el sospechoso”, que no era sino un escritor que estaba allí por gusto. Pero aquél desafortunado paseo campestre tomó cuerpo de guerra!. La forma de ser, de vestir campechana por sencilla ‑tan común al mismo tiempo- modesta al nivel económico que caracterizaba a un paisano sencillo de ámbito rural, llevó a la Guardia Civil acostumbrada a respetar sólo al señorito, a manifestar su repudio racial y tratarle con prepotente violencia, además de conducirle arrestado al cuartelillo de San Fernando. Cuentan, que durante el trayecto…
Fue golpeando su rabia e impotencia por la humillación provocada, dándole pataditas a las piedras que encontraba por el camino, con sus manitos metidas en los bolsos, pensando, pensando… cuán difícil es ser gente en la vida. Y, es que es ahí observado con más rabia si cabe, por su “manifiesto desafío”, y amenazan de muerte: “si no es por aquella mujer que viene andando detrás de nosotros te dejamos seco.” Rudas, ásperas, tersa y pastoril, ácidas palabras, una agreguería, obvia amenaza viniendo de tan siniestro cuerpo.
Versión del poeta, que no se disfraza de señorito para salir al campo. Fase primera, a cargo del cabo:
Al entrar en el cuartelillo y sin más explicaciones, gollerías impertinentes en tales maniobras, el cabo le abofeteó. Siguieron golpes y humillaciones.
Fase segunda, la del registro minucioso:
Se le intervino, bolsillo superior derecho, parte interior de la chaqueta, una cuartilla encabezada por un nombre de inequívocas resonancias contubernicoauríferas: Juan de Oro.
Fase tercera, se busca la evidencia:
La evidencia se tenía, y si las pesquisas no rindieron mayores frutos, no fue por falta de sagacidad ni de entusiasmo por parte de los beneméritos encargados de resolver el caso.
- Juan de Oro, este es un cómplice… confiesa, insistieron los interrogadores.
- Es un título para una obra de teatro… contestó el “sospechoso”
Fase cuarta, la del total desprecio, no se inmuta ningún mando:
Y así, diezmado, golpeado, insultado, vejado permaneció varias horas en el cuartelillo, hasta que le permitieron telefonear a un amigo, persona influyente, que respondió por él.
Fase cuarta, “la brillante” operación toca a su fin:
- Patinazo, jefe.
- Darle boleta.
Y Miguel, más cara de tierra que nunca, de hambre de cultura, de impotencia y revolución; ya con una conciencia imperante tomando forma desbocada en su cuerpo, caminó con tres heridas, la de la vida, la de la muerte, la del amor, y desanduvo el camino hacia la estación; toma el primer tren y se apea en el centro de la capital llamada Madrid. Vaya con el día de campo!
Fase quinta, la de la aberración, día siguiente de ser liberado:
Aquí paz y después gloria, “Don Miguel”, hágase cargo, lamentable error, producto del exceso de celo de unos guardias aislados, negligencia, en fin, que conviene archivar. . . Y, lograron que la prensa lo silenciara, a excepción de, “Mundo Obrero” (órgano del P.C. dirigido por José Díaz). Corría el mes de enero del 1936.
Fase revolución, hubo quién pensó de otra manera:
“Protestamos de la vejación que representa abofetear a un hombre indefenso, protestamos de esta clasificación (se refiere a la diferencia de trato), entre señoritos y hombres del pueblo que la Guardia Civil hace constantemente.“ En este caso que denunciamos, Miguel Hernández es uno de nuestros poetas jóvenes de más valor […] .
Este manifiesto fue firmado por dieciocho solidarios militantes de la cultura, poetas, escritores, y dos arquitectos-escultores. Pero, como ellos bien dijeron, ¿cuántas arbitrariedades como ésta se estaban cometiendo a diario, sin que nadie se enterara? Seis meses después…
TEATRO DE GUERRA
“El 18 de julio de 1936, frente al movimiento de los militares traidores, entré yo, poeta, y conmigo mi poesía, en el trance más doloroso y trabajoso, pero más glorioso al mismo tiempo, de mi vida. No había sido hasta ese día un poeta revolucionario en toda la extensión de la palabra. Había escrito versos y dramas de exaltación del trabajo y de condenación del burgués, pero el empujón definitivo que me arrastró a esgrimir mi poesía en forma de arma combativa me lo dieron los traidores.
Aquel 18 de julio…
Intuí, sentí venir contra mi vida como un gran aíre, la gran tragedia, la tremenda experiencia poética que se avecinaba, y me metí pueblo adentro, mas hondo de lo que estoy metido desde que me parieran, dispuesto a defenderlo firmemente de los provocadores de la invasión. Desde entonces acá vengo luchando de muchas maneras, y sólo me canso y no estoy contento cuando no hago nada. Una de las maneras miás de luchar, es haber comenzado a cultivar un teatro hiriente y breve.
Un teatro de guerra…
La Cola, El Hombrecito, El Refugiado, Los Sentados, son una manifestación del teatro que he dado comienzo. Creo que el teatro es un arma magnífica de guerra contra el enemigo de enfrente y contra el enemigo de casa. Entiendo que todo teatro, toda poesía, todo arte, ha de ser hoy más que nunca, un arma de guerra, y ahora, en estos momentos de revolución y renovación de tantos valores, más al desnudo y al peligro que nunca.
Es la de hoy, la hora más apropiada para mi.
Y no quiero dejarme dormir ni distraer, porque quiero ver cuajados los sentimientos y los pensamientos de mi gente en una vida de dignidad, de gran dureza, y para eso pongo mis cinco sentidos en este trabajo de engrandecimiento, como puedo y como sé, con mi poesía y con mi teatro, las dos armas que más relucen en mis manos con más filo cada día, trato de hacer de la vida materia heroica frente a la muerte. Y no he de parar hasta hacerla. Yo me digo…
Hay que sepultar las ruinas del obsceno y mentiroso teatro de la burguesía, que todavía andan moviendo polvo y ruina en nuestro pueblo.¡¡Fuera de aquí!!
De los ojos y las orejas de aquí, aquellos espectáculos que no sirven para otra cosa que para mover la lujuria, dormir el entendimiento y tapar el corazón reluciente del pueblo.
La gran tragedia que se desarrolla.
Necesita poetas que la contengan, la exprese, la orienten y la lleven a un término de victoria y de verdad. Cuando descansemos de la guerra, y la paz aparte los cañones de las plazas y los corrales de las aldeas, me veréis por ellos celebrar representaciones de un teatro que será la vida misma, sacada limpiamente de sus trincheras, sus calles, sus campos y sus paredes.”
NOTA
En 1925 Miguel Hernández tiene que abandonar los estudias y ponerse a trabajar al cuidado de un rebaño de cabras. Pero ferviente de seguir aprendiendo, se une a una de las pocas alternativas que había en el pueblo, la tertulia de los hermanos Fenoll donde conoce a “Ramón Sijé”. Con apenas 15 años, ya comienza a introducir poesía en diarios, locales y provinciales. En 1927 aparecen los primeros manuscritos y poemas del poeta.
Durante su primera estancia madrileña.
Diciembre de 1931 y mayo de 1932, Miguelito se entera de nuevas interpretaciones literarias, sobre todo del neogongorismo de la famosa “Generación del 27”, y otras corrientes de vanguardia artística. Esta visita y contactos le van reafirmando su interior y conciencia, regenerando otros sentimientos, apartándole, del hasta entonces guía e instructor, R. Sijé.
A los 23 años crea, “Perito en lunas”, tras su regreso a Orihuela.
Publicada a principios de 1933, donde ya manifiesta referencia evidente de la influencia de estos modelos. Y con 26 años, fruto de esa fiebre y educación autodidacta arrolladora, creadora, surge , “El rayo que no cesa”. En marzo de 1934, el poeta, realiza su segundo viaje a Madrid.
Donde conoce a un gran número de escritores, artistas e intelectuales. Tras otro nuevo regreso a Orihuela en abril. Miguel vuelve a partir de nuevo hacia Madrid a mediados de julio para ver a José Bergamín. Fue entonces en la tertulia, Cruz y Raya, que tuvo lugar el primer encuentro entre Miguel Hernández y Pablo Neruda:
Yo lo conocí cuando llegaba de alpargatas y pantalón campesino de pana desde sus tierras de Orihuela, en donde era pastor de cabras. […] Miguel era tan campesino que llevaba un aura de tierra en torno a él. Tenía una cara de terrón o de papa que se saca de entre las raíces y que conserva frescura subterránea. […] Era ese escritor salido de la naturaleza como una piedra intacta, con virginidad selvática y arrolladora fuerza vital. Pablo Neruda, un 4 de enero de 1935… responde desde Madrid a la carta de Miguel (se da cuenta que su nuevo amigo Miguelito está en la encrucijada), y le aconseja de alejarse de la religiosidad conservadora de Sijé:
Querido Miguel, siento decirle que no me gusta El Gallo Crisis, le hallo demasiado olor a iglesia ahogado en incienso. ¡Qué pesado se pone el mundo, por un lado los poetas comunistas, por el otro los católicos, y por suerte en medio Miguel Hernández hablando de ruiseñores y cabras! Ya haremos revista aquí querido pastor, y grandes cosas.
La carta que Miguelito dirige desde Madrid a Juan Guerrero Ruiz, junio de 1935, en ella reniega, toda la precedente fase religiosa de su propia obra:
“Tiene que perdonarme que no le enviara mi auto sacramental […]. Ha pasado algún tiempo desde la publicación de esta obra, y ni pienso ni siento muchas cosas de las que digo allí, ni tengo nada que ver con la política católica dañina , ni mucho menos con la exacerbada y triste revista de nuestro amigo Sijé…
Vengo muy satisfecho de librarme
de la serpiente de las múltiples cúpulas,
la serpiente escamada de casullas y cálices”
El poeta, ni podía ni quería ocultar el cambio de su cosmovisión a Ramón Sijé. En julio de 1935, escribe desde Madrid a su novia Josefina:
“Mi amigo Pepito (se refiere a Ramón Sijé) está disgustado conmigo porque le dije hace tiempo que está demasiado metido en la iglesia siempre.”
Durante el verano de 1935
Hernández redactó la “Oda entre sangre y vino a Pablo Neruda”
El texto de ese poema formó parte del “folleto-homenaje” que Miguel Hernández junto con otros admiradores había entregado a Neruda en Madrid en el mes de junio de 1935, poco antes de componer esa oda.
Ya relampaguean las hachas y las hoces con su metal crispado, ya truenan los martillos y los mazos…
Ramón Sijé, veía escapar al antiguo discípulo de su control. Le envía una carta “preocupado” desde Orihuela en noviembre de 1935:
Es terrible lo que has hecho conmigo. Es terrible no mandarme Caballo Verde… Por lo demás, Caballo Verde no debe interesarme mucho. […] Caballo impuro y sectario. […] Quien sufre mucho eres, tú, Miguel. Algún día echaré a alguien la culpa de tus sufrimientos humano-poéticos actuales. Transformación terrible y cruel. […] Efectivamente, camino de caballos melancólicos. Mas no camino de hombre, camino de dignidad de persona humana. Nerudismo (¡qué horror, Pablo y selva, ritual narcisista e infrahumano de entrepiernas, de vello de partes prohibidas y de prohibidos caballos!); aleixandrismo; albertismo. […] ¿Donde está Miguel, el de las batallas?.
Sijé, percibe con gran claridad las amistades literarias, “peligrosas”, de Miguelito en la capital, que además de Pablo Neruda, Vicente Aleixandre y Rafael Alberti, eran amigos muy representativos para él. No obstante, el poeta le dedicaría un impulso de nostalgia de su infancia y juventud en Orihuela: Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma, tan temprano…
“Me llamo barro aunque Miguel me llame”
Tan sólo a un mes de la carta citada, la noche del 23 al 24 de diciembre de 1935, fallece Ramón Sijé; mientras que Miguel Hernández estaba preparando el poemario mentado arriba, “El rayo que no cesa”, para la imprenta. Pese al anterior distanciamiento entre ellos, Miguelito sintió la tristeza de la muerte ante sus ojos, la nostalgia de sus primeros años de adolescencia con sus mitos y sus penas; compuso inmediatamente una elegía para el amigo difunto, logrando incluirla en su nuevo libro a tiempo para la publicación. En 1936, ingresa voluntario en las milicias del ejército popular; es nombrado comisario de cultura, donde pelea como miliciano y poeta del pueblo.
Julio de 1937 (tuvo lugar en Valencia y Madrid)
“II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura”
Encuentro de los más importantes entre intelectuales antifascistas de toda Europa. Entre muchos otros escritores participaron, Miguel Hernández y Pablo Neruda, que hallándose de nuevo esos días en Madrid, el poeta Pablo sintió el deseo de visitar su antiguo domicilio en Argüelles (con el mismo nombre de la casita, de la que escribe esta nota, un orgullo): “Casa de las Flores”, donde fue acompañado por Miguelito. Pablo Neruda tras el encuentro de intelectuales antifascistas regresa a Francia, y Miguel Hernández sale de viaje hacia la Unión Soviética. Estando el poeta aún en Moscú, es que apare en Valencia, septiembre de 1937, su 1º poemario de guerra titulado “Vientos del pueblo”.
Tú preguntas por el corazón, y yo también…
Mira cuántas bocas cenicientas de rencor, hambre, muerte, pálidas de no cantar, no reír: resecas de no entregarse al beso profundo. Pero mira el pueblo que sonríe con una florida tristeza, augurando el porvenir de la alegre sustancia. Él nos responderá. Y las tabernas, hoy tenebrosas como funerarias, irradiarán el resplandor más penetrante del vino y la poesía.
Como Neruda, Miguel Hernández, había cambiado la orientación de su poesía durante el verano de 1936, transformándola en “arma de guerra” al servicio de la causa: república, revolución. En palabras de Neruda podemos leer: Preguntaréis… Y dónde están las lilas?
Y la metafísica cubierta de amapolas?
Y la lluvia que a menudo golpeaba
sus palabras llenándolas
de agujeros y pájaros?
[…]
Preguntaréis por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?
Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!
“Llamo a los poetas. Entre todos vosotros ‑dice Miguelito- con Vicente Aleixandre y con Pablo Neruda tomo silla en la tierra.”
Aún antes del fin de la contienda. Y con Madrid todavía en manos de la república, el poeta miliciano decide visitar a Carlos Morla Lynch, entonces encargado de negocios en la embajada chilena de la capital. Miguel Hernández soñó por algún tiempo idealizando a Pablo Neruda su verdadero amigo del alma, con la idea de salir hacia Chile junto con Josefina y su pequeño hijito, confiando en la amistad y ayuda de Pablito. Pero la embajada chilena no puede garantizar su seguridad personal, le dijeron, así es que, Miguel Hernández descarta la idea.
Tras la victoria del eje fascista, y sin noticias de la suerte de Miguelito, Neruda anotó las frases siguientes, que fueron publicadas años más tarde:
Mi gran amigo, Miguel, cuánto te quiero y cuánto respeto y amo tu joven y fuerte poesía. Adonde estés en este momento, en la cárcel, en los caminos, en la muerte, es igual: ni los carceleros, ni los guardiaciviles, ni los asesinos podrán borrar tu voz ya escuchada, tu voz que era la voz de tu pueblo. (Para nacer he nacido, 76).
Miguel Hernández, fue arrestado el mes de mayo, tratando de cruzar la frontera hacia Portugal. Desde la madrileña cárcel de Torrijos escribió el 26 de junio de 1936 a Neruda, que por esa fecha se encontraba de nuevo en París. Querido Pablo:
[…] Es de absoluta necesidad que hagas todo cuanto esté en tu mano por conseguir mi salida de España y el arribo a tu tierra en el más breve espacio de tiempo posible. […] Sabré de ti por la Embajada, desde donde harán el favor de venir a comunicarme cuanto resuelvas. Me acuerdo como nunca de vosotros. Te necesito como nunca. Da un gran abrazo a Delia, y tú recibe el otro. (OC, 258).
Franco, al recibimiento, de la Junta Técnica de Acción Católica:
«Es nuestra tarea, ahora, recristianizar nuestra nación.»
*CUBA
(últimas noticias)
Mi profundo sentimiento y solidaridad con las víctimas del huracán “Sandy” (no se el pelotudo que bautizó el huracán, quienes son los que ponen nombre a los huracanes?, de seguro es el gringo, podrían haberlo llamado Tío Sam!!!, más realista en cuanto a su ácida crudeza, que toda alusión a la raíz de la “sandia”)… Varios son los huracanes que he vivido en Cuba, el último fuerte sufrido fue en Baracoa, llamado Ike, y la verdad hubo escenas aterradoras.
Abrazo y beso al pueblo de Santiago, protagonista de mil batallas, mis mejores sentimientos.
Vaya con el pueblo de Cuba y su espíritu internacionalista, el video de Silvio Rodriguez, interpretando el poema de Miguel Hernández, dedicado a su amigo y compañero de lucha Pablo de la Torriente.
Maité Campillo (actriz y directora de teatro)