A pro­pó­si­to de suje­tos polí­ti­cos y femi­nis­mo «mix­to»- Vic­to­ria Aldu­na­te Morales

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des­apa­re­cen las muje­res y los hom­bres no. Las agen­cias de finan­cia­ción están muy intere­sa­das tam­bién en estas pro­pues­tas… Es una made­ja muy enre­da­da que sue­na a más Inclu­sión en la Dominación… 

“Pen­sar como un hom­bre ha sido un hala­go no una limi­ta­ción para las muje­res que han que­ri­do esca­par a la tram­pa del cuer­po. No es extra­ño que muchas muje­res inte­li­gen­tes y crea­ti­vas hayan insis­ti­do en que eran “seres huma­nos” pri­me­ro, y muje­res sólo acci­den­tal­men­te, que hayan mini­mi­za­do su bio­lo­gía o sus víncu­los con otras muje­res. El cuer­po ha ter­mi­na­do sien­do tan pro­ble­má­ti­co para las muje­res que a menu­do han pre­fe­ri­do pres­cin­dir de él y via­jar como un espí­ri­tu incorpóreo”
(Adrien­ne Rich).

El cuer­po sin ser­lo se trans­for­ma en una tram­pa patriar­cal. De la inco­mo­di­dad sur­ge un sen­tir misó­gino, odio­so y des­pre­cia­ti­vo con noso­tras mis­mas que se entre­te­je con la idea de que somos seres incom­ple­tas… Y cla­ro, para estar “com­ple­tas”, nues­tras orga­ni­za­cio­nes –de muje­res y femi­nis­tas- debe­rían ser mixtas.
La femi­ni­dad del Ser Mujer es una cami­sa de fuer­za, un mol­de, al que –demos gra­cias- pare­ce que nun­ca, nin­gu­na –por más que parez­ca- se adap­ta total­men­te. Para sobre­vi­vir todas somos des­adap­ta­das algu­na o muchas veces y otras veces cede­mos. Es pro­ba­ble que exis­tan tan­tas his­to­rias como vidas. La estruc­tu­ra, la colum­na ver­te­bral del patriar­ca­do, sos­tie­ne y pro­du­ce innu­me­ra­bles y com­ple­jas mane­ras de sobrevivirlo.
Mujer es un inven­to que existe
Las pri­me­ras homí­ni­das no eran “Mujer”. La pro­duc­ción del ser Mujer y su cua­li­dad la Femi­ni­dad, se dio en pro­ce­sos de jerar­qui­za­ción, estra­ti­fi­ca­ción y asi­me­trías, o sea en el pro­ce­so de Domi­na­ción. Sin jerar­qui­za­ción no hay géne­ros (no hay cla­ses, razas, nor­ma­li­dad sexual, supe­rio­ri­dad humana).
Gue­rras y eco­no­mía de exce­den­tes en vez de sub­sis­ten­cia comu­nal –entre otras cosas- gene­ra­ron el “Inter­cam­bio de Muje­res” y unos seres fue­ron trans­for­ma­dos en seres para ser­vir a otros.
La mitad de los sapiens podían mane­jar des­de su cuer­po la repro­duc­ción (o no) de la espe­cie com­ple­ta. Ani­ma­les peli­gro­sos –enton­ces- aque­llos que pudie­sen lle­gar a domi­nar los des­ti­nos repro­duc­ti­vos de la comu­ni­dad des­de sus úte­ros. En todo caso, una idea fal­sa por­que no hay evi­den­cia his­tó­ri­ca de domi­nio por par­te de las homí­ni­das y tam­po­co se pue­de ase­gu­rar que las comu­ni­da­des matri­li­nea­les no las con­si­de­ra­ran más como “pari­do­ras” que cómo auto­ri­da­des. Lo que sí pare­ce cla­ro es que millo­nes de siglos ante­rio­res a lo que lla­man His­to­ria y Civi­li­za­ción, no hubo Patriar­ca­do estruc­tu­ral ni Matri­mo­nio, y la Hete­ro­se­xua­li­dad no fue ni un valor ni una nor­ma: No hubo Hete­ro-nor­ma­ti­vi­dad y no se nacía mujer… El Sexo no es a‑histórico.
Siem­pre es político

“No se nace mujer, se lle­ga a ser­lo…; es el con­jun­to de la civi­li­za­ción el que ela­bo­ra ese producto…”
(Simo­ne de Beau­voir 1949).

La Mujer se cons­tru­ye social­men­te. El géne­ro es una jerar­qui­za­ción en sí mis­ma. No es “natu­ra­le­za”, se natu­ra­li­za. No es Bio­lo­gía ni bio­lo­gis­mo, no es “geni­ta­li­dad”, si no una pro­duc­ción social his­tó­ri­ca con­cre­ta con el obje­to de Domi­nar. Se crea a la mujer para explo­tar su tra­ba­jo. No se tra­ta de capri­cho, manía o sen­ti­mien­tos de macho, es sólo Polí­ti­ca de la Domi­na­ción y tie­ne, como toda domi­na­ción, inmen­sas ganan­cias de todo tipo para quie­nes domi­nan, espe­cial­men­te para sus jerar­quías. Esto tie­ne con­se­cuen­cias ideo­ló­gi­cas como la crea­ción de un sis­te­ma polí­ti­co para sos­te­ner el orden nece­sa­rio y el sur­gi­mien­to de sen­ti­mien­tos machis­tas de con­trol, sen­ti­mien­tos misó­gi­nos de domi­nio y some­ti­mien­to, y un sin­fín de otros códigos.
Los cuer­pos y su sexua­li­dad se vuel­ven polí­ti­cos en cual­quier con­tex­to y su mani­pu­la­ción y tra­ta­mien­to se trans­for­man en nor­mas que apo­yan los intere­ses de gru­pos hege­mó­ni­cos. Por ejem­plo, las socie­da­des acep­tan ‑abier­ta­men­te como en Gre­cia o sola­pa­da­men­te como en nues­tra épo­ca- la homo­se­xua­li­dad y abu­sos como la pede­ras­tia e inclu­so el inces­to ejer­ci­do por hom­bres, y todo ello sin frac­tu­rar la Hete­ro­nor­ma­ti­vi­dad y el Matri­mo­nio que ase­gu­ran la rique­za que pro­du­ce la Fami­lia para el Esta­do y para la cla­se que lo con­tro­la. Una Fami­lia que las muje­res, como obli­ga­ción natu­ral y entre­ga amo­ro­sa, sos­tie­nen en “lo pri­va­do” y repro­du­cen entre­gan­do pla­cer, cui­da­dos afec­ti­vos y mate­ria­les, tra­ba­jo volun­ta­rio gra­tui­to, tras­pa­so de ener­gías de todo tipo. Y este “rol” se amplía a la socie­dad com­ple­ta: las muje­res fue­ra del matri­mo­nio, aman­tes, pros­ti­tu­tas, madres, hijas, her­ma­nas, ami­gas, com­pa­ñe­ras, secre­ta­rias, cole­gas, cum­plen este mis­mo rol o par­te de él en diver­sas orga­ni­za­cio­nes y con­tex­tos con­si­de­ra­dos públicos.

El Patriar­ca­do se sos­tie­ne con coer­ción, explo­tan­do nece­si­da­des, con chan­ta­jes y mani­pu­la­ción para lograr que las muje­res cedan que no es lo mis­mo que consentir
(Nico­le Clau­de Mathieu, 1979).

Coer­ción es por ejem­plo limi­tar los cuer­pos de las muje­res mate­rial­men­te colo­cán­do­les velos, extir­pán­do­les el clí­to­ris, prohi­bién­do­les la entra­da a luga­res de cul­to reli­gio­so, lapi­dán­do­las, tra­fi­can­do con sus cuer­pos, vio­lan­do a las les­bia­nas como mane­ra de “corre­gir­las”, ase­si­nán­do­las por No ser lo que se espe­ra de ellas. Explo­ta­ción de nece­si­da­des es que sea­mos usa­das como mano de obra más bara­ta y segre­ga­das en deter­mi­na­dos tra­ba­jos. Con esto se logra sos­te­ner la jerar­quía sexual de la Divi­sión Sexual del Tra­ba­jo remu­ne­ra­do y domés­ti­co. La mani­pu­la­ción y chan­ta­jes, se logra en gran par­te con la pro­duc­ción de La Mujer-Madre.
Mater­ni­dad femenina 

Ser madre es un sal­vo con­duc­to de mora­li­dad y decencia
(Adrien­ne Rich, 1976).

La Mater­ni­dad es un pro­ce­so regla­men­ta­do legal y moral­men­te, al que se le entre­ga por par­te del Esta­do, de la Socie­dad y/​o la Comu­ni­dad una cuo­ta impor­tan­te de poder feme­nino, lo que es un buen gan­cho y a la vez una vía para chan­ta­jear a las madres y decir­les: “uste­des crían, les hemos entre­ga­do el poder, en con­se­cuen­cia uste­des son las cul­pa­bles del machis­mo y de todo lo que no esté bien en la fami­lia. Tam­bién sus erro­res se extien­den a toda la socie­dad, delin­cuen­tes, locos, cri­mi­na­les, son cul­pa de sus madres”.
Pero no todo es así de duro, el Esta­do pue­de lle­gar a con­de­co­rar a las que más paren, dar­les sub­si­dios por hijo, rega­lar­les leche y otros ali­men­tos mien­tras crían futu­ros ciu­da­da­nos. Lue­go, los patro­nes esca­ti­man salas cunas y fue­ros mater­na­les. El Esta­do da rega­los y hala­ga a las madres; los patro­nes con buen cálcu­lo las recha­zan en pri­me­ra ins­tan­cia para lue­go con­tra­tar­las por pocos pesos. Todo muy con­cer­ta­do entre ambos. El Esta­do apa­re­ce como un pro­tec­tor de madres, pero nun­ca des­tru­ye de raíz la doble y tri­ple jor­na­da ni los tra­ba­jos pre­ca­rios, sino que inclu­so los pro­mue­ve y los lla­ma “opor­tu­ni­da­des”. Las madres deben acep­tar­los y agra­de­cer. Otras deci­den tra­ba­jar en nego­cios fami­lia­res. En sec­to­res rura­les, lo hacen en cha­cras fami­lia­res en vez de tra­ba­jar­le a un patrón ajeno hacien­do gra­tis lo mis­mo que a otros les pagan, o en reali­dad hacién­do­lo a cam­bio de habi­ta­ción, comi­da, sumi­nis­tros bási­cos, etc.(es una espe­cie de true­que nun­ca visi­bi­li­za­do que ter­mi­na sien­do el rol “natu­ral”). Tam­bién pue­den inten­tar ganar­se unos pesos que nun­ca alcan­zan, ela­bo­ran­do peque­ñas pro­duc­cio­nes case­ras. Cuan­do ese nego­cio cre­ce, las lla­man “micro­em­pre­sa­rias” y ellas ya pue­den comen­zar a trans­for­mar­se en patro­nas de otras mujeres.
En cual­quier caso, no hay jor­na­da úni­ca para las muje­res ni en la fami­lia ni en el rol mater­nal ni en la empre­sa patro­nal. El tra­ba­jo remu­ne­ra­do no es “Libe­ra­ción”. El Esta­do lo sabe y lo con­ser­va así, y para con­gra­ciar­se entre­ga unos meses más de post natal, pro­po­ne pagar­les sala­rio a las amas de casa y en un ges­to de géne­ro muy siglo 21, deja que los padres tomen el post natal en vez de las madres. La “equi­dad de géne­ro” en ple­na vigen­cia, mix­ta como gus­ta hoy.
La “Equi­dad de géne­ro” es mix­ta y heterosexual
El auto­en­ga­ño neo­li­be­ral es que toda la his­to­ria social con­cre­ta y mate­rial de las muje­res y la femi­ni­dad sería simé­tri­ca con la de los hom­bres o que gra­cias a la inclu­sión actual, se borra la asi­me­tría. La coer­ción bru­tal, los pac­tos mas­cu­li­nos en el cam­po de la polí­ti­ca, los chan­ta­jes de las jerar­quías de cla­se, la mani­pu­la­ción a las madres, fue­ron borra­dos y/​o supe­ra­dos. La his­to­ria es nega­da y las muje­res tam­bién por­que ya no existen.
El acce­so al mun­do labo­ral remu­ne­ra­do nos fue devuel­to a las muje­res por el capi­tal cuan­do ya esta­ba segu­ra la estruc­tu­ra del Matri­mo­nio y enton­ces el sala­rio feme­nino ya no pudo ser auto­no­mía si no “una ayu­da para la fami­lia”. Tam­bién se nos entre­gó el voto en todo el mun­do, pen­san­do que las “madres” sere­mos con­ser­va­do­ras por­que “debe­mos ocu­par­nos de la tran­qui­li­dad” ‑aun­que sea pre­ca­ria- de las wawas [hijxs peque­ñxs]. Y es ver­dad, nos ocu­pa y preo­cu­pa. Parir ya no res­pon­de al deseo de hacer­lo, de lamer y pegar al cuer­po al cacho­rro para ense­ñar­le la auto­no­mía, o de abor­tar en situa­cio­nes ame­na­zan­tes. La Mater­ni­dad se trans­for­ma en una ins­ti­tu­ción en sí mis­ma patriar­cal­men­te deli­mi­ta­da. Por eso, entre otras cosas, el Esta­do regu­la el abor­to y muje­res de par­ti­dos o cer­ca­nas a ellos se lo entre­gan en ban­de­ja. Los gobier­nos deci­den si abor­ta­mos o no “tera­péu­ti­ca­men­te”, y ellos defi­nen “tera­péu­ti­co” (te indi­can que “si te vio­la­ron, pue­des”, pero por elec­ción, no…). Un ser que pue­de mane­jar­se y regu­lar­se por sí mis­mo, apren­dió a no hacer­lo y a creer que la vida que se le asig­na es “Natu­ra­le­za”.
Sin esen­cias, histórico
No hay nada ante­rior a lo social. Todo se pro­du­ce a la par de un cuer­po naci­do, sus viven­cias jamás son neu­tra­les. Mis deseos no depen­den de mis geni­ta­les. No ten­go nin­gu­na esen­cia, no soy antes de haber vivi­do. La ana­to­mía no sig­ni­fi­ca nada sin una expe­rien­cia social his­tó­ri­ca que es una expe­rien­cia polí­ti­ca. No pare­ce haber un ser mujer sin vivir pro­ce­sos de asig­na­ción de un rol con el que ese ser se deba­te y dis­cu­te. Se con­fi­gu­ra alguien que inter­pre­ta sus viven­cias, lo que ve, cede, renie­ga, escapa…
Ser Mujer no es un cua­dro fijo, ina­mo­vi­ble, está­ti­co. Es una expe­rien­cia con­cre­ta que a tra­vés de la His­to­ria ha orga­ni­za­do resis­ten­cias, fugas, refor­mas y/​o des­man­te­la­mien­tos del sis­te­ma que la opri­me, y lo ha hecho colec­ti­va­men­te por­que no hay femi­nis­mo indi­vi­dual, pue­de haber sen­ti­mien­tos femi­nis­tas en cada una, pero la acción es colec­ti­va. Son pro­ce­sos ínti­mos (una sola­men­te per­ci­be cómo los está vivien­do a cada segun­do) y son a la vez colec­ti­vos por­que en la iden­ti­fi­ca­ción con otras se com­pren­de la domi­na­ción y se cons­tru­ye cami­nos para destruirla.
Matan­do a la mensajera
Si hay algo que las muje­res orga­ni­za­das de mane­ra femi­nis­ta ‑inclu­so cuan­do no se nom­bra­ron como tales- han apre­cia­do a tra­vés de la His­to­ria, es orga­ni­zar­se entre muje­res, auto­ges­tio­nar­se entre muje­res, actuar jun­tas para encon­trar y des­mon­tar –o al menos frac­tu­rar- el ger­men de las depen­den­cias y los estig­mas, y para cele­brar el goce que sig­ni­fi­ca lle­var­les la con­tra. El áni­mo ha sido siem­pre autó­no­mo, la por­fía tam­bién. La auto­no­mía libe­ra, no apar­ta ni sepa­ra. Es anti­co­lo­nial por­que se repre­sen­ta a sí mis­ma y deve­la lo que se ha ocul­ta­do his­tó­ri­ca­men­te. La auto­no­mía ha sido la estra­te­gia fun­da­men­tal para fugar­se. Hemos segui­do habi­tan­do los mis­mos mun­dos que los demás y jun­to con eso cons­tru­yen­do los espa­cios pro­pios nega­dos. Con la auto­no­mía de unas no se nie­ga la exis­ten­cia de los otros, al revés, es la nega­ción de la auto­no­mía la que borra a gru­pos ente­ros de seres en este sis­te­ma.
Hay millo­nes de seres, y de seres huma­nos ‑no solo hem­bras- a quie­nes se les ha muti­la­do deseos, liber­tad, par­tes de su cuer­po, en una car­ni­ce­ría patriar­cal. Hay millo­nes que sien­do par­ti­cu­la­res hor­mo­nal­men­te, gené­ti­ca­men­te, bio­ló­gi­ca y geni­tal­men­te, han sido obli­ga­dos a entrar en un sis­te­ma dual mas­cu­lino-feme­nino, es ver­dad, no se nie­ga. Tie­nen su his­to­ria pro­pia y con­cre­ta de opre­sio­nes, resis­ten­cias y accio­nes des­man­te­la­do­ras, noso­tras también.
Noso­tras nos hemos orga­ni­za­do iden­ti­fi­cán­do­nos en viven­cias y pro­pues­tas. Los femi­nis­mos no son res­pon­sa­bles del bina­ris­mo patriar­cal, al con­tra­rio lo des­ca­li­fi­can, lo enfren­tan, y varios femi­nis­mos lo des­ar­man. No hay que matar a las men­sa­je­ras de la horri­ble noti­cia que des­tro­za vidas y cuer­pos de per­so­nas que no quie­ren ser lo que se les obli­ga. Sabe­mos que vivir no es una ope­ra­ción mate­má­ti­ca. Jus­ta­men­te es mucho más com­ple­ja, por eso negar lo que se ha vivi­do no va ter­mi­nar con el Patriar­ca­do y es más, pue­de for­ta­le­cer­lo con la idea de que ya esta­ría superado.
¿Des­apa­re­cen las muje­res y se que­dan los hombres?
No sólo la femi­ni­dad, si no la mas­cu­li­ni­dad son pro­duc­cio­nes patriar­ca­les, pero des­apa­re­cen las muje­res y no los hom­bres, ¿por qué? Hom­bres y defen­so­ras, recla­man entrar a los encuen­tros femi­nis­tas nacio­na­les, lati­no­ame­ri­ca­nos y cari­be­ños, y movi­mien­tos de la Diver­si­dad Sexual dicen que las muje­res no exis­ti­mos. Las agen­cias de finan­cia­ción están muy intere­sa­das tam­bién en estas pro­pues­tas… Es una made­ja muy enre­da­da que sue­na a más Inclu­sión en la Dominación.
Lo pri­me­ro que sal­ta a la vis­ta es lo hete­ro­nor­ma­ti­vo del pri­mer recla­mo. ¿Debe haber hom­bres en el femi­nis­mo para que éste sea com­ple­to? ¿Son la fuer­za que nos fal­ta­ba?… Este celo par­ti­cu­lar por “lo mix­to” pare­ce garan­ti­zar que las muje­res no anda­re­mos solas, que no deja­re­mos de ser el sopor­te domés­ti­co, secre­ta­rial y subal­terno en las organizaciones.
Y de yapa, la anu­la­ción de nues­tra exis­ten­cia, la des­au­to­ri­za­ción de nues­tra pala­bra. Algo re-cono­ci­do por noso­tras que siem­pre debe­mos pro­bar inocencia.
¿La his­to­ria con­cre­ta no corro­bo­ra que vivi­mos y hemos actuado?…
Si no exis­ti­mos, la mayo­ría de los más de 2 mil millo­nes de indi­gen­tes en la actua­li­dad en todo el mun­do son seres neu­tros, sin his­to­ria polí­ti­ca y sin reali­dad polí­ti­ca. No se requie­re de des­agre­ga­ción de cifras de pobre­za, no tie­ne caso denun­ciar explo­ta­cio­nes de cla­se y racis­mo espe­cí­fi­cas con­tra unas no muje­res. Ya no se dice Vio­len­cia con­tra las Muje­res, si no Vio­len­cia “De Géne­ro”, el fenó­meno de la Vio­len­cia machis­ta deja de ser un fenó­meno polí­ti­co estruc­tu­ral para pasar a ser el lado oscu­ro de la “equi­dad”. Des­apa­re­cen las agra­van­tes para un tipo de cri­men en razón de un sexo, que­dan escri­tas en leyes, pero en la vida con­cre­ta se disuel­ven – ape­nas se visi­bi­li­zó el femi­ci­dio se trans­for­mó en una ley inservible-…
Es bueno refle­xio­nar, con­ver­sar, dis­cu­tir, coor­di­nar coin­ci­den­cias que bus­quen des­man­te­lar los géne­ros, sus pri­vi­le­gios, el patriar­ca­do y sus meca­nis­mos de explo­ta­ción, y hacer­lo con dis­tin­tas agru­pa­cio­nes. Pero no pare­ce jus­to que “la” con­di­ción sea: “¡Admí­tan­nos y lue­go habla­mos!”, sino más bien una mues­tra más de prepotencia.
Los femi­nis­mos han naci­do con mate­ria ínti­ma y colec­ti­va, des­de un cuer­po y viven­cias con­cre­tas. No es que sea­mos “geni­ta­li­dad hege­mó­ni­ca” ni esen­cia, es que la piel nos ha cica­tri­za­do así. Son expe­rien­cias con­cre­tas que se con­fi­gu­ran dis­tin­tas de acuer­do a terri­to­rios, cla­ses socia­les, a la His­to­ria de cada pue­blo y a viven­cias par­ti­cu­la­res. Es un cuer­po vivi­do –no un espí­ri­tu incorpóreo‑, indi­vi­dual y colec­ti­vo –no universal‑, pro­pio y autó­no­mo, que no nece­si­ta ser com­ple­ta­do ni trans­for­mar­se en “mix­to”.


Algu­nas fuentes
MÉNDEZ, LOURDES. Antro­po­lo­gía femi­nis­ta. Ed. Sín­te­sis. Madrid 2007
SANAHUJA YLL, María Encar­na. La coti­dia­ni­dad en la pre­his­to­ria. La Vida y su sos­te­ni­mien­to. Ed. Ica­ria Antrazyt. Bar­ce­lo­na, 2007.
RODRIGAÑEZ BUSTOS, CASILDA. La Sexua­li­dad y el Fun­cio­na­mien­to de la Domi­na­ción. Para enten­der el ori­gen social del males­tar indi­vi­dual. La Rebe­lión de Edi­po, IIª Par­te. Reedi­cio­nes Sarri Sarri Edi­to­rial, Stgo. 2010.
GONZÁLEZ MARTÍN, ANA Mª. La Pre­his­to­ria. Vida y Cos­tum­bres en la Pre­his­to­ria. Ed. Edi­mat, Madrid 2006.
RICH, ADRIENNE “Nace­mos de Mujer. La mater­ni­dad como expe­rien­cia e ins­ti­tu­ción”. Ed. Caté­dra, Uni­ver­si­tat de Valèn­cia, Ins­ti­tu­to de la Mujer, Valen­cia, 1996. 
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