La polí­ti­ca exte­rior de Esta­dos Uni­dos y su opi­nión públi­ca inter­na- Imma­nuel Wallerstein

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Con­for­me se apro­xi­man las elec­cio­nes en Esta­dos Uni­dos, con gran cau­te­la se vuel­ve la polí­ti­ca exte­rior uno de los pun­tos a deba­tir. No es secre­to que duran­te los últi­mos 50 años ha exis­ti­do cier­ta con­sis­ten­cia de lar­go pla­zo en la polí­ti­ca exte­rior esta­du­ni­den­se. Las dife­ren­cias inter­nas más agu­das ocu­rrie­ron cuan­do Geor­ge W. Bush asu­mió la pre­si­den­cia y lan­zó un inten­to super­ma­cho, deli­be­ra­da­men­te uni­la­te­ral, por res­tau­rar la domi­na­ción de Esta­dos Uni­dos en el mun­do median­te las inva­sio­nes de Afga­nis­tán e Irak.

Bush y los neo­con­ser­va­do­res con­fia­ban en inti­mi­dar a todos en el mun­do uti­li­zan­do la fuer­za mili­tar para cam­biar los regí­me­nes que el gobierno esta­du­ni­den­se juz­ga­ra poco amis­to­sos. Como resul­ta cla­ro hoy, la polí­ti­ca neo­con­ser­va­do­ra falló en su pro­pio obje­ti­vo. En vez de inti­mi­dar a todos, tal polí­ti­ca trans­for­mó la len­ta deca­den­cia esta­du­ni­den­se en una pre­ci­pi­ta­da caí­da. En 2008, Oba­ma com­pi­tió con una pla­ta­for­ma que pro­po­nía rever­tir estas polí­ti­cas, y en 2012 ale­ga que ya cum­plió su pro­me­sa y que, por tan­to, des­hi­zo el daño que oca­sio­na­ron los neoconservadores.

Pero, ¿aca­so sí des­hi­zo el daño? ¿Pudo haber des­he­cho el daño? Lo dudo. Pero mi inten­ción aquí no es dis­cu­tir qué tan exi­to­sa es o no la polí­ti­ca exte­rior esta­du­ni­den­se en este momen­to. Más bien quie­ro dis­cu­tir lo que el pue­blo de Esta­dos Uni­dos pien­sa acer­ca de ésta.

En la opi­nión públi­ca el ele­men­to más impor­tan­te rela­cio­na­do con la polí­ti­ca exte­rior esta­du­ni­den­se es la incer­ti­dum­bre y la fal­ta de cla­ri­dad. Las encues­tas recien­tes mues­tran que por vez pri­me­ra una mayo­ría de esta­du­ni­den­ses pien­sa que las inter­ven­cio­nes mili­ta­res que empren­dió Bush en Medio Orien­te fue­ron un error. Lo que todas estas per­so­nas pare­cen ver es que hubo un enor­me derro­che de vidas y dine­ro esta­du­ni­den­ses, con que se obtu­vie­ron resul­ta­dos que a la gen­te le pare­cen muy negativos.

Per­ci­ben que el gobierno ira­quí está más cer­ca en sen­ti­mien­to y en polí­ti­ca al gobierno ira­ní que a Esta­dos Uni­dos. Per­ci­ben que el gobierno afgano tie­ne bases muy ende­bles –con un ejér­ci­to infil­tra­do por los sufi­cien­tes sim­pa­ti­zan­tes tali­ba­nes que pue­den dis­pa­rar a los sol­da­dos esta­du­ni­den­ses con quie­nes tra­ba­jan. Quie­ren que las tro­pas de Esta­dos Uni­dos aban­do­nen Afga­nis­tán en 2014 como lo pro­me­tie­ron, pero no creen que, una vez que las tro­pas se reti­ren, vaya a haber un gobierno esta­ble en el poder, uno que sea rela­ti­va­men­te amis­to­so hacia Esta­dos Unidos.

Es sig­ni­fi­ca­ti­vo que, en el deba­te entre los dos can­di­da­tos a la vice­pre­si­den­cia, el demó­cra­ta Joe Biden haya afir­ma­do con vigor que no envia­rían tro­pas esta­du­ni­den­ses a Irán. Y que el repu­bli­cano Paul Ryan dije­ra que nadie en su ban­do esta­ba pen­san­do en enviar tro­pas. Ambos pue­den o no estar dicien­do la ver­dad acer­ca de sus pos­tu­ras. Lo nota­ble es que ambos pien­sen que cual­quier ame­na­za de su par­te rela­cio­na­da con enviar tro­pas de tie­rra podría las­ti­mar las posi­bi­li­da­des de su par­ti­do con los votantes.

Enton­ces, ¿qué? Ésa es pre­ci­sa­men­te la cues­tión. La mis­ma gen­te que dice que las inter­ven­cio­nes esta­du­ni­den­ses fue­ron un error toda­vía no está dis­pues­ta a acep­tar la idea de que Esta­dos Uni­dos no debe­ría con­ti­nuar man­te­nien­do o expan­dien­do el alcan­ce de sus fuer­zas mili­ta­res. El Con­gre­so esta­du­ni­den­se con­ti­núa votan­do en favor de pre­su­pues­tos para el Pen­tá­gono que son mucho más vas­tos de lo que el pro­pio Pen­tá­gono soli­ci­ta. Esto es, en par­te, resul­ta­do de que los legis­la­do­res quie­ren man­te­ner empleos en dis­tri­tos don­de tales empleos se vin­cu­lan con las fuer­zas arma­das. Pero tam­bién es por­que el mito de la super­po­ten­cia esta­du­ni­den­se sigue sien­do un com­pro­mi­so emo­cio­nal muy fuer­te para vir­tual­men­te todos en el país.

¿Hay en la pers­pec­ti­va un ais­la­cio­nis­mo ocul­to? Has­ta cier­to pun­to, no hay duda. Hay, sin duda, votan­tes más a la izquier­da o más a la dere­cha que comien­zan a afir­mar con más con­tun­den­cia lo desea­ble y nece­sa­rio que es redu­cir el invo­lu­cra­mien­to mili­tar esta­du­ni­den­se en el res­to del mun­do. Pero creo que al momen­to esto no repre­sen­ta una gran fuer­za. No todavía.

En cam­bio, lo que pode­mos espe­rar es una len­ta y calla­da revi­sión, no por eso menos impor­tan­te, de cómo sien­ten los esta­du­ni­den­ses acer­ca de series par­ti­cu­la­res de alia­dos. El ale­ja­mien­to de Euro­pa, sea cual fue­re la for­ma en que defi­na­mos Euro­pa, lle­va ya lar­go tiem­po ocu­rrien­do. A Euro­pa se le con­si­de­ra un tan­to “ingra­ta”, toman­do en cuen­ta todo lo que Esta­dos Uni­dos hizo por ella en los últi­mos 70 años mili­tar y eco­nó­mi­ca­men­te. Para muchos ciu­da­da­nos esta­du­ni­den­ses Euro­pa pare­ce muy poco deseo­sa de res­pal­dar las polí­ti­cas de Washing­ton. Actual­men­te se están reti­ran­do tro­pas de Esta­dos Uni­dos de Ale­ma­nia y de otras partes.

Por supues­to, Euro­pa es una cate­go­ría gran­de. ¿Aca­so el esta­du­ni­den­se ordi­na­rio tie­ne dife­ren­tes pun­tos de vis­ta acer­ca de Euro­pa orien­tal (los saté­li­tes ex sovié­ti­cos)? ¿O acer­ca de Gran Bre­ta­ña, con quien se supo­ne que Esta­dos Uni­dos man­tie­ne una “rela­ción espe­cial”? La “rela­ción espe­cial” es más un man­tra de los bri­tá­ni­cos que de los esta­du­ni­den­ses. Esta­dos Uni­dos recom­pen­sa a Gran Bre­ta­ña cuan­do se man­tie­ne en la línea, pero no cuan­do se sale de ésta. Y el esta­du­ni­den­se ordi­na­rio ape­nas si es con­cien­te de este com­pro­mi­so geopolítico.

Euro­pa orien­tal es dife­ren­te. Ha habi­do pre­sio­nes reales de ambas par­tes para man­te­ner una rela­ción cer­ca­na. Por el lado esta­du­ni­den­se, ha habi­do un inte­rés del gobierno por uti­li­zar el víncu­lo con Euro­pa orien­tal como for­ma de con­tra­rres­tar las ten­den­cias de actua­ción inde­pen­dien­te que man­tie­ne Euro­pa occi­den­tal. Y hay pre­sio­nes por los des­cen­dien­tes de los migran­tes de estos paí­ses para expan­dir los víncu­los. Pero Euro­pa orien­tal comien­za a sen­tir que el com­pro­mi­so mili­tar esta­du­ni­den­se se adel­ga­za y se tor­na poco fia­ble. Comien­za a sen­tir que los lazos eco­nó­mi­cos con Euro­pa occi­den­tal, Ale­ma­nia en par­ti­cu­lar, son más impor­tan­tes para ellos.

El anta­go­nis­mo hacia Méxi­co debi­do a los migran­tes indo­cu­men­ta­dos ha lle­ga­do a jugar un papel impor­tan­te en la polí­ti­ca esta­du­ni­den­se y ha esta­do soca­van­do los supues­tos lazos eco­nó­mi­cos cer­ca­nos con Méxi­co. Y en cuan­to al res­to de Amé­ri­ca Lati­na, el cre­ci­mien­to de su pos­tu­ra geo­po­lí­ti­ca inde­pen­dien­te es fuen­te de frus­tra­ción para el gobierno esta­du­ni­den­se y de impa­cien­cia para el públi­co en ese país.

En Asia, gol­pear a Chi­na es un jue­go que cre­ce en popu­la­ri­dad, pese a los esfuer­zos de los gobier­nos esta­du­ni­den­ses (tan­to repu­bli­ca­nos como demó­cra­tas) de man­te­ner­lo a raya. A las fir­mas chi­nas se les impi­den algu­nos tipos de inver­sión en Esta­dos Uni­dos que inclu­so Gran Bre­ta­ña permite.

Y final­men­te está Medio Orien­te, área cen­tral de preo­cu­pa­ción esta­du­ni­den­se. Actual­men­te el foco está pues­to sobre Irán. Y al igual que en Amé­ri­ca Lati­na, el gobierno pare­ce frus­tra­do con sus limi­ta­das opcio­nes. Está pre­sio­na­do cons­tan­te­men­te por Israel para hacer más, aun­que nadie está muy segu­ro de lo que sig­ni­fi­ca ese “más”.

El res­pal­do para Israel de todos los modos posi­bles ha sido una pie­za cen­tral de la polí­ti­ca exte­rior esta­du­ni­den­se des­de por lo menos 1967, si no es que des­de antes. Poca gen­te se atre­ve a cues­tio­nar­la. Pero esos “pocos” comien­zan a tener el res­pal­do de figu­ras mili­ta­res que sugie­ren que la polí­ti­ca de Israel es peli­gro­sa en tér­mi­nos de los intere­ses mili­ta­res estadunidenses.

¿Con­ti­nua­rá imba­ti­ble en los pró­xi­mos 10 o 20 años el pene­tran­te res­pal­do hacia Israel? Lo dudo. Israel pue­de ser el últi­mo de los com­pro­mi­sos emo­cio­na­les de Esta­dos Uni­dos que se des­va­nez­ca. Pero es casi segu­ro que habrá de esfumarse.

Es pro­ba­ble que para 2020 y para 2030 la polí­ti­ca exte­rior comien­ce a dige­rir la reali­dad de que Esta­dos Uni­dos no es la úni­ca super­po­ten­cia todo pode­ro­sa, sino sim­ple­men­te uno de los cuan­tos loci de poder geo­po­lí­ti­co. El cam­bio en la pers­pec­ti­va será impul­sa­do por la evo­lu­ción en los pun­tos de vis­ta de los esta­du­ni­den­ses ordi­na­rios, quie­nes con­ti­núan estan­do más preo­cu­pa­dos por su bien­es­tar eco­nó­mi­co que por los pro­ble­mas que yacen más allá de las fron­te­ras. Y con­for­me el “sue­ño ame­ri­cano” atrae a menos y menos no esta­du­ni­den­ses, se vuel­ve hacia den­tro en Esta­dos Unidos

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