La imagen del pueblo de Gamonal obligando tras semanas de duras peleas en la calle al alcalde de Burgos a renunciar al pelotazo urbanístico que perpetraba junto al empresario Méndez Pozo condenado por corrupción – junto a un alcalde inhabilitado por el mismo motivo – es el ejemplo más contundente de las posibilidades de victoria de la lucha consecuente y organizada.
Las importantes movilizaciones de solidaridad con la lucha de Gamonal en decenas de ciudades y pueblos del Estado, duramente reprimidas por la policía han contribuido a mandar un mensaje inequívoco a ese pueblo de la mejor expresión de solidaridad: la que reconoce una lucha como propia.
Las rápidas y extendidas respuestas de apoyo que ha levantado la situación de Gamonal no sólo obedecen a la legítima lucha contra el Bulevar, sino que ésta ha sido la mecha que ha prendido la rabia social acumulada ante las brutales consecuencias de la crisis y ante la actuación impune de un poder establecido que cada vez muestra más su naturaleza profundamente corrupta y esencialmente represora.
No hay que olvidar que la crisis económica viene de la mano de una crisis ideológica, y que los movimientos populares aún tienen camino por recorrer para encontrar herramientas efectivas de lucha y para dejar atrás condicionantes morales “bienpensantes” que tachan de terrorismo cualquier movilización que sobrepasa los límites del orden establecido inoculados por la ideología dominante.
Ante esta situación, la lucha popular de Gamonal es a la vez un ejemplo y una victoria por sí misma, porque señala el camino. A pesar del carácter de reivindicación particular y local de la lucha del barrio burgalés, la rápida e intensa solidaridad que ha suscitado responde a un anhelo general: el que cada vez más gente tiene de que se dé un definitivo vuelco al podrido estado de las cosas en el que vivimos. Es la gota que colma el vaso cuando se acumula materia social altamente inflamable. Muchas grandes transformaciones históricas han seguido este mismo patrón; por ejemplo, la causa inmediata de la toma de la Bastilla fue la negativa a pagar impuestos de guerra para que la monarquía francesa continuase con sus campañas militares en los territorios del norte de América.
La lucha de Gamonal y el impresionante eco de solidaridad que ha levantado contienen muchas enseñanzas de proyección general.
Hay mucha indignación popular a causa de la degradación socio-laboral provocada por el paro masivo,sobre todo de la juventud, por la evidente corrupción política y empresarial y por programa de recortes y privatizaciones impuestos desde las instituciones europeas y por los gobiernos a su servicio. Se acumula mucha rabia producida por un sistema que utiliza toda clase de mecanismos para salvar a los “corruptos” mientras ejecuta su ofensiva despiadada contra el pueblo trabajador. Pero hay algo que va más allá.
Gamonal nos grita que no basta con la indignación. El pueblo en lucha se aleja cada vez más de la legalidad institucional creada para aplastarnos y comprende, en sus propias carnes, que el motor del cambio está – en sentido literal – en la relación de fuerzas. En concreto, que cuando la lucha ha alcanzado determinado nivel en los últimos días, se ha conseguido lo que no se obtuvo mediante semanas de movilizaciones tradicionales.
Gamonal nos ha dado muchas lecciones mediante el ejemplo. Nos ha mostrado que, ante tanto parásito burgués que se lucra de la explotación humana y ante una izquierda vergonzante que se esconde tras el concepto “ciudadanía”, reivindica con orgullo su condición obrera. Nos recuerda que el pueblo trabajador no tiene medios de comunicación y que, frente a una minoría explotadora compuesta por banqueros y empresarios ladrones sin escrúpulos y mercenarios de la política que sujetan bien fuerte la correa de la jauría policial, tiene la gran fuerza de la organización y la lucha, y el precioso arma de la solidaridad.
Y nos explica por la vía de la práctica (el único criterio de la verdad), que dejemos de buscar argumentos legales para justificar nuestra lucha, que somos el pueblo, y por tanto tenemos toda la legitimidad para comenzar a recorrer el camino hacia el poder.
Vivimos un momento histórico enormemente grave, una dura situación que no cambiará un Gamonal. La lucha del barrio burgalés ha cosechado una importantísima victoria: señalarnos el camino entre toda una maraña de complejos pacifistas y “bienpensantes”, un camino que pasa por la lucha contundente, que consigue más en lo inmediato que la lucha canalizada por los cauces de una legalidad que es cada vez menos legítima, y que muestras fisuras y debilidades entre las filas de esos parásitos que nos machacan.
Y ésto ya no puede depender de Gamonal. Lo ha comprendido mucha gente combativa en el Estado español, y muy especialmente en ese “Madrid que resiste”. El éxito final de Gamonal depende más de nosotros que de Gamonal mismo. Gamonal ya ha vencido. Ahora nos toca prolongar la victoria. Empezando por exigir – como el pueblo de Gamonal ha entendido con toda claridad – la libertad sin cargos de los detenidos, la salida de Burgos de las fuerzas antidisturbios y la dimisión del alcalde.
Esa es nuestra prioridad conjunta inmediata y depende casi más de nosotras y nosotros que de nuestros compañeros y compañeras de clase del barrio burgalés.
Parafraseando al Che Guevara: Crear dos, tres, muchos Gamonal, es la consigna.
18 de enero de 2014