Pregunta. Cómo pasa el tiempo… el fin de semana pasado le preguntaba a usted qué estaba pasando en el barrio Gamonal de Burgos y hoy no sólo lo sabemos, sino que también sabemos cómo ha terminado todo. En menos de una semana hemos asistido al planteamiento de la historia, al nudo y al desenlace. Esto es lo que se llama aceleración histórica. Hoy la Guerra de los Cien Años duraría veinte minutos. ¿Ha sacado usted alguna conclusión de todo lo que ha ocurrido?
Respuesta. Una aclaración antes de empezar la entrevista: nosotros no hemos asistido al planteamiento de la historia. Para el gran público la historia ha empezado in medias res, a la mitad. El planteamiento tiene ya muchos años. Nosotros nos hemos enterado cuando han quemado el primer contenedor.
P. ¿Y qué conclusión saca de ello?
R. Que la violencia ha sido útil. Si no hubiera sido por ella, no nos hubiéramos enterado. Si los vecinos de Gamonal se hubieran reunido con velas alrededor de las excavadoras o se hubieran limitado a cantar Abre la muralla, ya estarían terminando el bulevar.
P. O sea que usted está a favor del uso de la violencia.
R. No diga tonterías, por favor. Yo soy un señor de mediana edad, con hipoteca y familia a mi cargo, un escritor pequeño burgués que usa electrodomésticos de la casa Apple. ¿Cómo voy a estar a favor de la violencia? No tengo ningún interés en que me prendan fuego a la casa, y menos ahora que me acaba de caducar el seguro de hogar. Pero por más que me fastidie, no puedo negar lo evidente: que sin guerrilla en Gamonal, el alcalde ya estaría vendiendo plazas de aparcamiento.
P. Yo más bien diría que si no hubiera habido guerrilla en Gamonal, el alcalde, que salió elegido en unas elecciones democráticas, habría podido aplicar su programa electoral, que por cierto contemplaba la actuación en Gamonal. Lo que le pregunto es si está usted de acuerdo con que la violencia pueda alterar la democracia.
Sobre eso habría mucho que decir. Qué programa electoral presentó el alcalde. Qué tipo de actuación se describía en él. Pero vamos a dejar eso aparte, y vamos a suponer que sí, que el alcalde llevaba en su programa electoral una detallada descripción de la actuaciones en Gamonal. Vamos a suponerlo. ¿La violencia ha alterado la democracia? Bueno, si por democracia entendemos únicamente su forma, las votaciones periódicas, podría extraerse esa conclusión, desde luego. Pero las elecciones no son la democracia. Son solamente su instrumento, una manera de saber lo que quiere la gente. Pero no la única. Las manifestaciones y las huelgas, por ejemplo, recogidas como derecho en la Constitución, son también una manera de hacerse oír. No sé si para usted sería justificable usar la violencia contra un Gobierno que —imagíneselo— no reconociera los resultados de unas elecciones generales. Pues igual hay que pensar de la misma manera cuando un alcalde no reconoce la voluntad del barrio que quiere reformar.
P. Es muy peligroso pensar que en determinadas circunstancias la violencia puede ser justificada. Porque ¿quién fija esas condiciones? Por nuestra historia deberíamos estar escarmentados.
R. Por favor, no me sea usted merluzo. ¿Qué quiere, que la Constitución regule el derecho a quemar contenedores? Ya le he dicho que yo soy un señor de orden al que no le apetece que le abollen el utilitario. Pero también soy un buen lector, y tengo mi culturilla, y sé que hay muy pocas conquistas sociales, muy pocas revoluciones, muy pocos cambios históricos que se hayan conseguido sin violencia. Y hablo de violencia, de verdadera violencia, no de quemar un contenedor. Da igual que te guste o no que la violencia sea una palanca de cambio. Lo ha sido. Punto. Y esto sirve también, no deberíamos olvidarlo, para los procesos de independencia.
P.¿Y no cree usted que puede tener razón el Ministerio del Interior cuando dice que en las pacíficas y respetables manifestaciones de los vecinos se infiltran minorías de violentos itinerantes?
R. A ver: Martínez, el secretario de Estado de Seguridad, es un chaval de 39 años. Yo a su edad también era un cachondo y hacía bromas inspiradas en Gila… Salvo que su intención no sea hacer reír, ahora que lo pienso… Podría ser que con ese desdoblamiento de los manifestantes entre empadronados y ambulantes lo que pretenda en realidad sea apalearlos a todos. Qué violento este Martínez, ¿no?